13 love in a trashcan

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Una de las peores cosas para un adicto a las agujas es cuando las paredes emanan calor y agobian al agente, dejándole la única alternativa de lidiar con el bajón. Frank suspira, estira su mano por debajo del mostrador y palpa su morral, en donde una droga sonríe, esperando.

―Maldita sea― es la palabra que sale de sus labios cuando un Audi rojo entra al estacionamiento, con el jefe-quita-droga dentro. Muerde sus labios, bajando la mirada para terminar de sacar el sobre de la felicidad, y cuando lo coloca sobre la mesa, la mano de Gerard se coloca sobre la de él.

― ¿Es a propósito?― Frank no responde, en su cabeza sólo puede repetirse que es un imbécil y que las drogas lo hacen demasiado lento.

―Es una línea.― ve a los ojos esmeraldas, apretando el sobre entre sus dedos.

― ¿Cuándo te diste la última?

―Deja de preguntarme, sólo me daré una.― el drogadicto empieza a jalonear el agarre, Gerard ejerce más resistencia.

―Dijiste que pondrías de tu parte.

―Sí, bueno, la puta cabeza me mata.

―Esto lo va a empeorar.

―Te vale mierda, Way.

― ¿Te volviste a inyectar?

― ¿Creíste que iba a durar más de dos días sin hacerlo?, qué poca inteligencia― el mayor suelta el agarre, Frank intenta meter el sobre debajo del mostrador pero Gerard le gana la jugada y le quita el sobre. ―Maldito.

―Acabo de curarte tu puto brazo hace tres días, ¡tres días!― exclama, empuñando la coca.

―Oh vamos, me inyecté en las piernas, no es para tanto.

― ¿Te estás escuchando?

― ¡Ya déjame! Me caías mejor cuando sólo te burlabas de mí, ahora eres igual que todos: "Frank, te estás matando", "Frank, deja de inyectarte" ¿No podemos simplemente sentarnos a ver quién entra y quién sale del hotel? Desde que me cogiste que pareces mi madre; en ese caso debí quedarme con las ganas― Gerard relaja el ceño, viendo a Frank sentarse en la silla giratoria. ―Era más sencillo: follabas con una vieja, venías y te importaba una mierda verme dopado o no, entonces sólo hablábamos. Ahora te la pasas regañándome y van sólo dos semanas desde que me viste con una sobredosis― se estira hacia su morral para sacar un cigarro, lo prende y se empuja hacia atrás con la silla, botando el humo.

―Tener sexo cambia muchas cosas.

―Entonces no lo tengamos, empiezo a odiarte― Gerard gira los ojos, caminando al celular de Frank, quita la música.

―Doce con veinte AM.

― ¿De qué hablas?― el pelirrojo le ignora, abriendo la pestaña de YouTube.

―Sal del cubículo.

―No, se supone que estoy molesto contigo.― Gerard bufa, colocando una canción― Además, ¿quién carajos te dio permiso de quitar mi música?, ¿qué estás haciendo?― el pelirrojo suelta una risita, camina hacia a Frank y lo obliga a levantarse.

―Eres un vinagrillo cuando no estás drogado.

― ¿Ves?, todo es mejor estando drogado― Gerard gira los ojos, comenzando a moverse de lado a lado.

―Baila conmigo.

―Estás loco.― El pelirrojo le apega, sonriendo, la música es rápida, Frank se permite sonreír, apretando el agarre.

―Es la canción más normal que he escuchado hoy.

― ¿Eso es un insulto?

―No lo sé, viejo, pero me gusta.― Gerard apega más el abrazo, dando una vuelta con Frank.

― ¿Te parece si bailamos todas las noches?― Susurra, rozando sus labios con los del tatuado, Frank le ve con intensidad, incluso su mirada vacía parece tener algún sentimiento y brillo.

―Me estoy mareando terriblemente― Susurra también, dan otra vuelta mientras ambos ríen, Gerard le da otra vuelta más y vuelve a apegarlo, besándole los labios, justo cuando el solo de guitarra ya ha aparecido, dejan de bailar, Frank aferra sus dedos a la chaqueta del muchacho, besándole con intensidad, Gerard acaricia las mejillas del castaño, sonriendo en el beso: lo hacen con intensidad, sin ningún fin lujurioso; es frotar los labios con fuerza, mientras las manos de Frank apegan al pelirrojo y éste enreda sus dedos en el cabello del drogadicto. Se besan hasta que termina la canción, Way toma la mano de Frank, entrelazando sus dedos.

 Se besan hasta que termina la canción, Way toma la mano de Frank, entrelazando sus dedos

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―Dime si eso no te gustó.

―Quiero vomitar― ríe el menor, recargando su frente en el mentón de Gerard, sus manos sueltan la chaqueta del pelirrojo, colándose debajo de la misma para acariciar sobre la camiseta del muchacho. ―Lamento haberme puesto a la defensiva, soy así con la poca gente que se preocupa por mí― Gerard le alza la mirada tomándole me mentón.

―Es porque te queremos.

―A veces no sé exactamente si morir es algo que no quiero― el mayor le besa los labios, dejando que el tacto de Frank siga debajo de su chaqueta.

―No quieres morir, en realidad nadie quiere hacerlo, te aseguro que hasta un suicida se arrepentirá de haberse matado una micra de segundo antes de hacerlo― Frank le sonríe con tristeza, Gerard se vuelve a inclinar para besarlo. ―Ven, vamos a hablar toda la noche.― Frank asiente, dejándose guiar fuera del cubículo, pero se detiene en donde está el celular, quitando la canción que reproduce el móvil de Gerard y volviendo a colocar a las puertas de la percepción.

―Reglas del hotel― Gerard gira los ojos, sin decirle nada, deja que la voz de Jim Morrison vuelva a inundar el hotel. Al segundo siguiente están abrazados en los sofás.

―Te permitiré un porro de marihuana, ¿qué tal eso?― propone Gerard, Frank apoya su cabeza en el hombro del hombre, cerrando los ojos.

―Hace semanas que no compro drogas suaves, si tengo cigarrillos es porque no tengo que ir lejos para conseguirlos.

― ¿Drogas suaves?

―Ya sabes: marihuana,pastillas, antidepresivos, éxtasis... esas cosas ya no sirven― Gerard suspira,recargando su cabeza en la cabeza de Frank, luego cierra los ojos, disfrutandode la canción de The Doors que se escucha muy suavemente, ydel silencio del hotel, su mano toca el pecho de Frank, sintiendo sus lentoslatidos, aprieta el abrazo y sigue sintiendo el silencio...    

hotel bella muerte |frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora