16 sick, sick, sick

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Lucy llega esa misma tarde. Gerard está en el comedor, animando a Frank a que coma un poco cuando tocan la puerta, el drogadicto hace el ademán de levantarse, pero Gerard lo frena.

―Yo voy, intenta comer.

―No lo lograré― ríe el tatuado, bajando la mirada, Gerard gira los ojos, caminando a la entrada de la casa. Al abrir la puerta, una mujer sonriente le saluda, tiene ansiedad en los ojos, ojeras, no ha dormido en siglos, y es fácil deducirlo, es una bruja, el vestido rosa que viste llora, despide un olor a polvo, lleno de nostalgia. Es una mujer sucia.

―Soy Lucy.

―Puedo notarlo.― Gerard le ve con recelo, recarga su cuerpo en la puerta, negándole el paso a la supuesta "Tía Lucy" ― ¿Para qué lo buscas?

― ¿Quién eres?

― ¿Para qué buscas a Frank?

― ¿Sigue drogado?― Lucy pretende abrirse paso, mas el muchacho le frena, colocando una mano en el pecho de la mujer, justo en ese momento Frank llega por detrás de Gerard, el castaño suspira, esquivando al pelirrojo para darle la cara a su tía. Ácido en el aire.

―Suéltalo ya― bufa, Gerard pone los ojos en blanco, caminando dentro de la casa, Frank vuelve a suspirar, cruzando sus brazos, toma aire, viendo a su tía; ojos de serpiente, la mujer traga almas.

―Vas a ir a...

―Rehabilitación, lo sé, Gerard insiste con lo mismo, lo hago por él y por esta casa, ¿ya te había dicho que soy gay?, bueno, pues lo soy, ¿vas a pasar para seguir dándome tu sermón y tragarme con palabras?, porque estoy intentando comer algo, no me siento de lo mejor― Lucy deja de fruncir el ceño, el egocentrismo de sus ojos.

―Pareces más muerto que la última vez.

―Oh, bueno, he seguido consumiendo, dudo mucho que tenga la salud de Hércules― el drogadicto entra a la casa sin voltear hacia atrás, Lucy le sigue sin vacilar, una mueca de asco se dibuja en sus labios apenas si entra en la casa, aquel ambiente lleno de suciedad le estremece, pues a cada visita, el desastre es peor que la vez anterior. Encuentra a Frank en la cocina, también al muchacho de llamativo cabello, quien está sentado enfrente de su sobrino. Ahí lo nota, el chico y Frank son como blanco y negro.

―¿Quién es él?

―Ya te lo dije― murmura el tatuado, abriendo y cerrando el refrigerador, Gerard le observa desde su lugar, apretando los labios. ―Gerard, Lucy, Lucy, Gerard, wuh― sigue cerrando y abriendo la puerta del refrigerador, cada vez usando más fuerza que la vez anterior, Gerard maldice, levantándose.

―Deja ahí― susurra, tomando de los brazos a Frank, el muchacho maldice ―Y bueno ¿se quedará allí parada o dirá algo?― comenta de repente, caminando con Frank de vuelta a la mesa, el castaño no hace mucho, vuelve a gruñir, su cuerpo ha comenzado a dolerle con esa fatiga tan propia de la abstinencia, sin pensarlo estira un brazo y arroja el plato de la comida al suelo, el plato se rompe en pedazos.

―No hagas eso― le riñe Lucy, alzando la mirada para ver a Gerard ―Vengo a decirle a Frank que tiene hasta mañana para ir a un centro de rehabilitación, como la vez pasada, yo me quedaré con esta casa hasta que él...

―Gerard se va a quedar aquí, a la mierda contigo Lucy― gruñe Frank, jalando de su cabello, aprieta los ojos con fuerza, la cabeza le pulsa, el sonido de un mosquito volando en su interior.

―No me hables así, Anthony.

―Te hablo como mis cojones quieran― sigue gruñendo Iero, Gerard se limita a sentarse de nuevo, apretando la boca mientras la incomodidad le domina.

―Te puedo quitar esta casa― el drogadicto se incorpora de salto ante la amenaza, camina con largas zancadas hasta quedar a medio metro de su tía.

―No te atrevas.

― ¿Por qué no?

― ¡Maldita zorra!― el pelirrojo tiene que levantarse como un resorte para detener a Frank por los brazos. Ahí se da cuenta de que el muchacho está tan trastornado que es capaz de matar a su tía, incluso puede perder toda la cordura si no se droga, es normal, perder la razón humana por unos gramos de cristal. ¿Y si la rehabilitación no es lo mejor?

―No te va a quitar la casa, cálmate.

― ¡No me la vas a quitar! ¡Gerard se va a quedar a cuidarla! S-si me entero de que t-tú pisaste esta casa sin mi puto permiso te cortaré los putos senos― Way maldice, caminando hacia atrás con Frank para alejarse de la mujer.

―Estás enfermo.

― ¡Cállese o lo suelto, señora!― le grita Gerard a Lucy, quien cierra la boca sin vacilar, Gerard gruñe, empujando a Frank contra la mesa, el muchacho es tan delgado que choca y cae con estrépito, haciendo que el mueble se volque sobre él. ― ¡Ni se te ocurra moverte!― jadea, pues a pesar de la diferencia de salud, Frank aún posee cierta fuerza. El tatuado se limita a gruñir, comenzando a salir con lentitud de debajo de la mesa. ―Yo me quedaré aquí, no soy un puto drogadicto como Frank, Lucy, así que...― el pelirrojo hace una pequeña pausa para acomodar su cabello de nuevo y regular su respiración, la tía le ve con miedo ―Puede estar segura de que no haré explotar este lugar― bufa ―A menos que Frank muera en rehabilitación.

― ¿Qué?

― ¿Cuántos no se han suicidado por abstinencia? Frank puede no hacerlo, o hacerlo― suspira ―Entonces, si lo hace, no lo dudaré y quemaré, explotaré, lo que sea, destruiré esta casa, porque Linda sólo tuvo un hijo, y fue Frank, así que a la mierda con su herencia, ¿quiere llamar a la policía?, ¿demandar a Frank?, adelante, podemos decir que como tutora legal de Frank dejó al muchacho solo durante sus años de adolescencia y ahora es un puto Junkie, también puedo decir que le deja todo un salario a su disposición, y Frank usa eso para drogas, es como si le pagara el vicio, se merece un aplauso, señora.― Lucy saca fuego por los ojos, pero se derrite de impotencia y ardor, furiosa, voltea a ver a Frank, señalándolo con el dedo.

―Ni creas que convenceré a Jack de devolverte el trabajo, dalo por perdido― amenaza, atreviéndose a ver a Gerard ―No tienes ningún derecho a hablarme así.

― ¿Quién ha estado con Frank los últimos meses? Si no es por mí se hubiera muerto en su propia mierda hacía semanas― Lucy ya no contesta, se da la vuelta, azota la puerta de la salida con total fuerza. Gerard se da la vuelta, justo viendo a Frank levantarse totalmente del suelo, el muchacho camina directo a Gerard, quien no duda en tomarlo en un abrazo.

―Gracias― dice, con la voz rasposa. ―No creas lo de Jack, siempre dice lo mismo.

―De nada, perdón por lanzarte contra la mesa― Frank suelta una risita, rodeando del cuello Gerard.

―De no haberlo hecho la hubiera golpeado, ya estoy completamente ido.

―Eres un torbellino.

―Qué poético.

―Lo dice el niño Morrison― Frank suelta una risita, apretando el abrazo. No lo dice, pero se siente vacío, a pesar de que Gerard está brindándole de su calor, se siente solo, como si no pudiera realizar algo, se siente enfermo, no se resiste, se acepta como una mierda, sabe que él mismo se ha orillado al vacío, le duele de sobremanera que Gerard haya llegado a su vida, porque se ha vuelto alguien sumamente importante para él, y sabe que a pesar del esfuerzo, puede caer al vacío.

hotel bella muerte |frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora