Capitulo 26

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-Estoy molesto con Yesung - dijo Ryeowook a Heechul esa tarde, mientras paseaban cogidas del brazo por los senderos de grava detrás de Ramsay House - Y antes de que hables, quiero dejar claro que no es sólo una parte razonable de la cuestión.

-Oh, molesto - dijo Heechul con simpatía – Los maridos lo hacen todo el tiempo. Dime tu lado, y estoy de acuerdo completamente.

Ryeowook comenzó explicando acerca de la tarjeta de visita dejada por el coronel Fenwick, y el comportamiento posterior de Yesung.
Heechul le envió una sonrisa irónica

- Creo que estos son los problemas que Yesung se esforzó por advertirte.

-Es cierto - admitió Ryeowook - Pero eso no lo hace más fácil. Lo amo con locura. Pero no veo cómo se luchar contra ciertos pensamientos que saltan en su cabeza, o los reflejos que trata de suprimir. Y no habla de nada de eso conmigo. He ganado su corazón, pero es como tener una casa en la que la mayoría de las puertas están permanentemente cerradas. Él quiere protegerme de todo lo desagradable. Y en realidad eso no es el matrimonio, no como el matrimonio que tienes con Hangeng donde él está dispuesto a compartir lo peor así como lo mejor de sí mismo.

-A los varones no les gusta que se pongan en riesgo de esa manera - dijo Heechul - Uno tiene que ser paciente - su tono se volvió ligeramente áridos, su sonrisa triste - Pero puedo asegurarte, querido . . nadie está nunca lejos de compartir lo mejor de sí mismo.

Ryeowook le dirigió una mirada melancólica.

- Sin duda lo voy a provocar en algún acto desesperado. Empujare y hare una palanca, y si se resiste, me temo que será el patrón de nuestro matrimonio para el resto de mi vida.

Heechul le sonrió con cariño.

- El matrimonio no se queda en el mismo patrón para siempre. Esa es la mejor característica del matrimonio y la peor, los inevitables cambios. Ten paciencia querida. Te prometo que no te arrepentiras.

Después de que Ryeowook se había ido a visitar a su hermano, Yesung medito a regañadientes la posibilidad de visitar el teniente coronel William Fenwick. No había visto a ese cabrón desde que había sido enviado de vuelta a Inglaterra para recuperarse de las heridas que había recibido en Inkerman. Por decir lo menos, no se habían separado en buenos términos.
Fenwick no había hecho ningún secreto de su resentimiento hacia Yesung, por haber adquirido toda la atención y el homenaje que sentía el merecía. Era un jinete sin igual, sin duda, valiente y agresivo en el combate. Su ambición había sido distinguirse en el campo de batalla, y ganar un lugar en el panteón de los héroes de Gran Bretaña.
El hecho de que Yesung le había salvado la vida había sido especialmente irritante para Fenwick.
Yesung no podía comprender lo que Fenwick deseaba de él ahora. Lo más probable es que había escuchado sobre la investidura de la Cruz Victoria, y venía a ventilar sus agravios. Muy bien. Lo dejaría hablar y entonces se aseguraría de que Fenwick se fuera de Hampshire. No había una dirección garabateada en la tarjeta de Fenwick. Parecía que se estaba quedando en un restaurante local. Yesung no tuvo más remedio que reunirse con él allí. Estaría condenado si dejara que Fenwick entrara en su casa o en cualquier lugar cerca de Ryeowook.
El cielo de la tarde era gris y el viento azotaba. Las nubes habían velado el sol, dando un color azul opaco. Un frío húmedo había caído sobre Hampshire como el invierno haciendo al otoño a un lado. Yesung tomó la carretera principal al lado del bosque, se sentía vigorizado por el tiempo y con ganas de estirar las piernas. El viento soplaba entre los arboles del bosque, lo que provoca movimientos susurrantes como fantasmas inquietos revoloteando entre las hojas.
Sintió como si lo fueran siguiendo. Miró por encima del hombro, casi esperando ver a la muerte o el diablo. Era el tipo de pensamiento morboso que le había afectado tan despiadadamente después de la guerra. Pero mucho menos a menudo últimamente.
Todo por Ryeowook.
Sintió un súbito tirón en el pecho, un anhelo de ir a donde estaba para abrazarlo con fuerza contra él. La noche anterior le había sido imposible hablar con él. Hoy pensaba que podría ser más sencillo. Haría cualquier cosa para tratar de ser el marido que necesitaba. Ryeowook era paciente, y perdonaría sus malas maneras. Dios mío, lo quería para él. Los pensamientos de su esposo le ayudaron a estabilizar sus nervios al llegar a la posada. El pueblo estaba en silencio, las puertas cerradas.
El Stony Cross Inn estaba muy gastado y confortable, con olor a cerveza y comida. El ventero, el Sr. Palfreyman, había conocido a Yesung desde su niñez. Le dio la bienvenida con gusto, hizo algunas preguntas acerca de la luna de miel y le mostro la ubicación de la habitación que ocupaba Fenwick. Unos minutos más tarde, Yesung llamaba a la puerta y esperaba tenso.
La puerta se abrió.
Era chocante ver el teniente coronel William Fenwick vestido de civil, cuando siempre le había visto llevar el uniforme escarlata y oro. El rostro era el mismo, a excepción de la tez descolorida de su palidez.
Yesung se acerco reacio hacia él.

Enamorándonos Al Atardecer [YeWook] Libro 5  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora