Capitulo 11

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Yesung se tensó contra el temblor de sus músculos. Su ritmo cardíaco zumbaba en sus oídos. Se esforzó por comprender cómo había perdido el control tan completamente de la situación. Un ruido le había sorprendido, y él había reaccionado sin pensar. No se había dado cuenta de nada hasta que se había encontrado tendido sobre Ryeowook, tratando de protegerlo, tratando de proteger a ambos. . . y cuando el latido feroz del corazón se había desvanecido de sus orejas, fue tomando conciencia de lo que había hecho.

Golpear a un doncel indefenso contra el suelo. Saltando sobre el como un loco. Cristo. Se sentía desorientado y más que un poco loco, podría haberlo herido.

Tenía que ayudarlo a levantarse, ofrecerle una disculpa. En su lugar, vio que su mano se fue a la garganta, acariciando su pequeño pulso. Santo infierno, ¿Qué estaba haciendo?

Había pasado mucho tiempo desde que había tenido a una persona. Se sentía tan bien que no quería librarlo de su peso por el momento. Su cuerpo flexible encajaba tan bien con el suyo... Los delgados dedos suaves seguían acariciando la parte posterior de su cuello. Nunca había visto unos ojos tan, claros y oscuros.

Yesung trató de recordar las razones por las que no debía quererlo. Incluso trató de convocar la imagen de Seohyun, pero fue imposible. Cerró los ojos y sintió que su respiración golpeó la barbilla. La sintió en todas partes, en todo su cuerpo, su olor en la nariz y la garganta, su calidez hundiéndose en él.

Parecía como si todos los meses y los años de necesidad se habían destilado a ese momento, esta figura esbelta escondida debajo de su cuerpo. Tenía miedo de lo que podría hacer con el. Sabía que tenía que rodar lejos, poner distancia entre ellos, pero lo único que podía hacer era fundirse en el calor del cuerpo, en la sensación de sus pechos rozándose, de sus piernas abiertas. El trazo de sus dedos sobre la nuca le provocó escalofríos de placer, y al mismo tiempo le puso la carne caliente por la necesidad.

Desesperado, buscó a tientas las manos y las cubrió con las suyas colocándolas sobre su cabeza.

Mejor...Y peor.

Su mirada lo provocaba, lo invitaba a acercarse más. Podía sentir su fuerza de voluntad, radiante como el calor, y todo en el respondió. Fascinado, observó un rubor en su piel. Quería seguir extendiendo el color con los dedos y la boca.

En lugar de eso, negó con la cabeza para despejarse.

- Lo siento - dijo, y tomó aire - Lo siento – repitió. Una risa sin sentido del humor surgió de su garganta. - Siempre estoy pidiéndole disculpas.

Sus muñecas se relajaron sobre sus manos.

- Esta vez no fue su culpa.

Yesung se preguntó cómo demonios podía parecer tan integro. Aparte de la mancha de color en sus mejillas, el no daba muestras de inquietud. Tenía la molesta sensación de que se auto controlaba.

- Lo tire al suelo.

- No fue intencional.

Sus esfuerzos para hacer que se sintiera mejor estaban teniendo el efecto contrario.

-La intención no importa cuando ha sido golpeado por alguien dos veces más grande de su tamaño.

-La intención siempre importa - dijo Ryeowook. - Y yo estoy acostumbrado a ser derribado todo el tiempo.

Le soltó las manos.

- Esto le sucede a menudo? - preguntó con sarcasmo.

- Oh, sí. Los perros, los niños. . . todo el mundo salta sobre mí.

Enamorándonos Al Atardecer [YeWook] Libro 5  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora