xi. flor naciente

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La melodía nadó entre los cielos y tiñó de jarabe aquel campo floral irradiado de pureza. Las cuerdas tan dulces, acompañadas del canto de los ángeles, arrullaron a las aves del paisaje y acunaron con su música los sagrados oídos de un niño. Paz. Sosiego. Amor. Emociones que volaban como los búhos en las estrellas. Las manos que lo sostuvieron con cariño, mucho más grandes que las propias, tocaron el arpa con cautela y, aun así, sacudiendo el alma en el instrumento para denotar todos sus sentimientos escondidos en la realidad.

YoonGi despertó entre los brillos del mediodía y el cántico alegre de los pájaros sobre su ventana. Su cuerpo se sintió más pesado de lo normal y el dolor agudo en su cabeza le nubló la vista por un segundo, quejándose en el lugar mientras se estiraba con pereza. Se mantuvo quieto sobre la cama, con los ojos clavados en el techo, y luego la consciencia comenzó a golpearlo como fierro.

Los recuerdos sobrevolaron en su cabeza y del pecho se le escapó un jadeo de desespero y miseria. Cerró los ojos y pasó sus manos por su rostro frenéticamente, quitando las mantas de su cuerpo al sudar y hundirse en cosquillas por lo sucedido en el tiempo del conticinio horas atrás. Su cuerpo tiritaba al aún tener presente aquellos roces que despertaron cada centímetro de su ser, sin embargo, lo que más había ocasionado un sentimiento dominante en su pecho fueron esos suspiros que se esfumaron de los labios de JiMin como brisas cálidas de verano. Y en su cabeza se recreaban una y otra vez esos toques, dispuestos a todo, interrumpidos por los mismísimos cielos al ser envueltos en el pecado y la traición.

«Estuvo tan mal y tan bien al mismo tiempo», pensó YoonGi, ahogándose en sí mismo. La melodía que resonaba en su cabeza, entrelazada con las sensaciones vivas de su piel, hacían que su corazón se regocijara y a la vez sufriera en esa situación que lo abrumaba. Se obligó, entonces, a regresar en sus pasos y eliminar el peso sobre sus hombros. Elevó el torso de la cama, con una molestia infernal en su cabeza, y dirigió su mano hacia la mesilla de luz junto a la cama; no obstante, incluso antes de que pudiese siquiera alcanzar su mano hacia allá, sus ojos repararon sobre una pequeña nota sobre su teléfono. Su corazón cayó en un nido de pájaros revoloteando y chillando alterados, y sus mejillas fueron bocetadas con un rojo intenso al leer lo que yacía escrito en papel.

"Espero que duermas bien. Me gustaron tus besos en el cuello. Buenas noches, Yoon."

YoonGi frunció su ceño y se sentó al borde de la cama con las palmas sudando y las pupilas tiritándole mientras leía una y otra vez aquella letra torcida, un tanto arrastrada y cortada por el fallo de la tinta. Su rostro se calentó tanto y el pecho se le reventó con tantas emociones que creyó estar aún soñando, envuelto en el manto de caos que era su mente ahora. Pero, ante la brisa fresca adentrándose por su ventanal y el tintineo de la decoración en su techo, supo que no seguía durmiendo y que la nota era tan real como el encuentro que había tenido con JiMin.

Con un suspiro arrebatado desde su garganta, regresó a la acción que había dejado atrás y tomó su celular, decidiendo escribirle a JiMin y arreglar el hermoso desastre que había provocado en la madrugada. Sin embargo, había llegado en cierto modo tarde, pues sus mensajes estaban repletos con el nombre de JiMin y las palabras llenaban su pantalla brillante.

JiMin

11:33 a.m — YoonGi

11:33 a.m — Acabo de despertar y no sé si recuerdas, pero yo lo hago y

11:33 a.m — Lo siento muchísimo

11:35 a.m — Por Dios, no sé en qué estaba pensando. En verdad lo siento, estaba tan jodidamente borracho que no me di cuenta de lo que hacía y cometí un grave, gravísimo error. Por favor, sólo perdóname. No quiero que dejemos de hablarnos o que nos sintamos extraños el uno con el otro, ambos sabemos que fue un error, ¿verdad?

Allergic to the arctic (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora