xvi. solito

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Agosto 2006

Sus manos temblaban. Otra vez estaba ahí. Quería desaparecer.

YoonGi no pudo mirarse al espejo, tenía miedo de que la sangre se notase incluso en su rostro. Vomitó dos o tres veces, ni siquiera recordaba. Las piernas y las caderas le dolían, pero dolía más algo en su interior, su carne y huesos, su corazón y su alma. Buscó entre sus cosas con desespero, no pudiendo encontrar su objeto preciado que tanto había cuidado durante todos esos meses desde que lo recibió. Su padrastro, enojado, le había gritado: "¡romperé todas tus cosas y toda tu maldita cara!" Y YoonGi temió, pues ya no encontraba el cuaderno que JiMin le había regalado para su cumpleaños; aquel al que había acariciado durante tardes soleadas y había protegido con su esperanza de niño.

Las lágrimas de terror inundaron sus pequeñas mejillas y se escondió bajo su cama después de limpiarse las piernas de manchas rojas, no importándole que la tierra pudiese infectar las heridas como su mamá le había dicho. Su mamá siempre le decía que se cuidara, ¿pero cómo podía cuidarse de un hombre que era mucho más grande y fuerte que él? ¿Cómo podría correr si sus piernas estaban heridas? ¿Cómo podría detener todo lo que le estaba pasando si apenas entendía la mitad de ello? Su mamá nunca lo ayudaba. Ella sabía, sabía que su marido lo golpeaba y a veces le hacía cosas que sólo las parejas y adultos podían hacer. ¿Por qué tendría que escucharla a ella, si ella jamás le daba el socorro que necesitaba?

La única que podría ayudarlo era su hermana, pero YoonGi tenía miedo de que ella se metiese en problemas. Tampoco sabía cómo decírselo sin causar dolor en su puro corazón; no deseaba inundarla en su tormento de flores deshechas. Así que, en soledad, sollozaba bajo el polvo de su cama rezándole a quien fuese que tuviese poder para que le quitaran de encima al hombre que más odiaba en el mundo. A veces YoonGi pensaba que era como esas personas malas que iban a prisión, porque su deseo más profundo y escondido era que su padrastro muriese y desapareciera para siempre de su vida. Creyó que Aurora estaría decepcionada de él si sabía que su hermanito, al que llamaba "Solito" con cierto cariño, era un niño malo y cruel.

Podía oír desde el ático a su mamá y a su padrastro pelear otra vez. Todo para ellos se resumía en dinero y YoonGi no podía entender cuán importantes eran esos trozos verdes de papel. ¿Por qué importaban más esos billetes que la salud de sus hijos? En la escuela le habían explicado que la salud, el amor y la familia eran lo principal para la vida. YoonGi incluso lo había anotado e hizo un pequeño garabato para ello, porque le gustó mucho lo bonito que sonaba. Salud, amor, familia. Quizá los adultos se habían olvidado de todo eso al pasar tanto tiempo sin pisar los terrenos de una escuela.

Para cuando la noche cayó aquel tormentoso día, YoonGi seguía bajo su cama y su cuerpo ya estaba entumecido por mantenerse acostado y oculto tanto tiempo. A pesar de que había puesto la traba en la puertita de su ático, tenía miedo de que su padrastro hallara la forma de entrar y lo tocaría una vez más. YoonGi no quería eso. YoonGi sólo quería dibujar, aprender a tocar el arpa y jugar a las muñecas con Aurora.

Creyó que tendría que dormir entre el polvo y el suelo frío, pero los siete golpecitos en la puerta que ya se sabía de memoria en un cantito que sólo dos personas en el mundo sabían lo hizo sobresaltarse, haciendo que sus ojos se bañaran en la lluvia parecida a la de afuera. YoonGi salió rápido de debajo de su cama, quejándose por el ardor en sus piernas que lo hacía llorar y gateó en la madera hasta llegar a la entrada del ático, abriéndola sin dudar para dejar entrar a Aurora.

—Yoonie... —Aurora se veía preocupada y rápidamente subió, cerrando detrás de ella para mantener la privacidad con su hermano. Lo miró a los ojos con la comisura de sus labios caídos y ladeó la cabeza, buscando algún indicio significativo en él—. No has bajado a comer... Papá dijo que ya te había llamado, pero no le creí. Pensé que bajarías hace rato cuando se hacían las doce, pero tampoco viniste... ¿Qué pasó, Solito?

Allergic to the arctic (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora