vii. reminiscencia

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YoonGi acostumbraba a observar y hurgar una añeja cajita donde contenía pocos años de su infancia. Algunas fotos, uno que otro juguete y su objeto favorito: una figurita brillante de Neptuno. YoonGi ni siquiera sabía de dónde la había sacado o por qué le gustaba tanto; estaba vieja y tenía el costado roto como si le faltara una parte. Solía acostarse entre sus sábanas sedosas y mirar aquel trozo de figura por largo rato, permitiendo que la oscuridad de su habitación llenara de luz a su pequeño planeta y pudiese observar la luminiscencia de éste con gratitud.

A veces, YoonGi pensaba que todavía existía un niño en su interior muy asustado y conmovido por todo. Tenía inocentes mañas a las que no les podía poner un porqué, pero lo hacían ser quién era y aquello sosegaba un poco el cataclismo en su corazón. Tener un dibujo luminoso entre sus dedos de Neptuno podía ser una tontería para algunos, pero para él era importante y abundaba de significado, como si la razón de su existencia residiera en un mundo diferente y alejado de la galaxia.

Cuando en su inconsciente había tormentas y lo aterrorizaban a flor de piel, había una pequeña lista de cosas que podía hacer para calmar todos esos miedos que lucían como su propia sombra. Una melodía, un baño o incluso un aroma podían, en ciertas ocasiones, arrullarlo hasta hacerlo dormir. Y así como una ducha helada, una canción de Keaton Henson, un cigarro o una figurita le entregaban calma a su pecho, JiMin se había vuelto para él, irremediablemente, en una serenidad mágica en esa corta lista.

Luego de aquella tarde donde aceptó la amistad de JiMin con la unión de sus manos, ambos comenzaron a entablar más conversaciones triviales donde la afinidad iba creciendo y cada uno se sentía más a gusto con el otro. YoonGi se sorprendió a sí mismo, pues, mensajeando con el rubio, se dio cuenta de que reía más frecuentemente y se sentía más ligero en varios sentidos de su vida. Después de un tiempo y sin darse cuenta, hablar con JiMin se había convertido en una de sus cosas favoritas que hacer.

Usualmente charlaban entre la noche o la madrugada, donde ambos solían recostarse en sus camas a descansar después de un largo día de trabajo o de estudio. JiMin era siempre el que hacía que la conversación fluyera dulcemente en armonía, sacando temas en común e incluso fomentando debates entre ambos, cosa que los dos adoraban hacer. YoonGi y JiMin creían que con el otro podían conocer y descubrir tantas cosas nuevas que jamás se cansaban de discutir sobre ciertos aspectos de la vida y el universo, y, dispuestos a conocerse aún más, JiMin le propuso a YoonGi una cena en su casa y éste, sin buscar siquiera excusas, aceptó.

—De acuerdo... Llevaremos el vino y las guarniciones, entonces... —YoonGi asintió con el celular en su oído, escuchando las palabras de JiMin detrás de la llamada para concordar la hora y la manera en que irían hasta la casa de la pareja casada. En cuanto la llamada finalizó, YoonGi giró en el lugar para mirarse al espejo y peinar aquellos cabellos lacios que caían sobre su frente.

—¿Podrías no ignorar mi presencia, YoonGi? —habló Peter, quien yacía vestido en su ropa casual tendido sobre la cama de su novio, observándolo actuar un tanto extraño—. ¿Por qué te peinas tanto? Sólo iremos a casa de mi hermana a comer. Y aunque estoy feliz, me es raro que quieras ir a cenar a otro lado cuando siempre te quedas encerrado en tu habitación comiendo comida chatarra...

YoonGi suspiró, mirando a través del espejo la silueta de su pareja recostada en su cama. Luego de aquella discusión agitada, se dispusieron a aclarar ciertos aspectos de su relación y a frenar dichos actos llenos de mezquindad de uno hacia el otro. Ambos acordaron disculparse mutuamente y su noviazgo supo superar la disputa que irrumpió la serenidad de sus corazones. Sin embargo, sin que uno u otro se diese realmente cuenta, había nacido una extraña tensión entre ambos que a cada segundo aumentaba sólo un poco más.

Allergic to the arctic (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora