xix. amor propio

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YoonGi no sabía por qué se encontraba allí. Probablemente por pura lástima. Quizá porque aún no era una persona que se le enfriaran los sentimientos y pudiese dejar a alguien sobre una cama en una casa sin visita ni atención. Le causó algo el verlo aun con las vendas, con las pupilas un tanto desconcertadas, pero al menos siempre mantenía aquella sonrisa jocosa que parecía burlarse del mundo. Para su pesar, toda él le causaba lástima.

—He venido para ver cómo andabas... Parece que mucho mejor.

Peter le sonrió y le señaló una silla delante de la mesa, ambos sentándose bajo un pequeño candelabro con apenas un foco funcionando.

—Gracias, cariño —dijo él—. Sí, estoy mejor, a veces me duele la herida, pero no es nada grave. Me alegra mucho que hayas decidido venir.

YoonGi suspiró, tocándose las manos sobre la mesa mientras se encogía de hombros.

—Preferiría que no me llamases cariño. Y... no podía no venir. No es como si te hubiese borrado de mi vida o algo, eres bastante idiota, pero tampoco insoportable, supongo —Volvió a encogerse de hombros, marcando una sutil mueca en sus labios—. ¿Tus padres no vienen a cuidarte?

La expresión de Peter cambió y sus ojos bajaron lentamente hacia la superficie de madera, ahogando un suspiro de pena tras su lengua.

—Supongo que su hijita es más importante.

El menor frunció el ceño, ladeando la cabeza con cierta confusión.

—Ana fue quien te estrelló un maldito jarrón en la cabeza, ¿por qué no te ayudan un poco aunque sea?

—Porque yo empecé toda esa pelea y creen que Ana fue obligada a hacer semejante cosa —declaró Peter, dejando ir una risa arrastrada y totalmente seca, regresando en un segundo a su expresión seria—. Si me mataba, de seguro le aplaudirían por haber acabado con un tipo como yo. "Has hecho lo que debías hacer".

El estómago de YoonGi se cerró y negó rápido con la cabeza, sintiendo crecer un nudo en la garganta por la frialdad de aquellas palabras.

—No digas eso —musitó con el entrecejo arrugado, pasándose una mano por el cabello—. Ellos no dirían algo así, eres su hijo... Sólo... —suspiró— recuerda que a Ana la protegen de más porque... bueno, supongo que por lo que le ocurrió.

Con una expresión indiferente, Peter se levantó un tanto tambaleante y caminó hacia la vinoteca, sacando una ancha botella de licor para servirse en un vaso pesado.

—Es lo que te dije y tú me trataste como un demente —mencionó, bebiendo despacio con el ceño fruncido—. Te alarmaste porque dije que ella se creía estar con una capa protectora porque la habían violado. Mis padres la tratan así y jamás la dejarán crecer porque quieren cuidarla de absolutamente todo en este mundo.

—¡No tienes por qué decirlo así! —exclamó YoonGi, empalideciendo—. No es algo que ella pueda controlar, Peter, eso es lo que tienes que entender. Ella no tiene la culpa de nada, ¡ella es la víctima en esa situación! No puedes ir diciendo cosas tan horribles como esas, por Dios.

—¿Y por qué yo tengo que sufrir lo que ella no?

—Las cosas no son así, Peter —espetó—. Culpa a tus padres, culpa al mundo, culpa al cabrón que se atrevió a hacerle daño a tu hermana. Ana puede tener actitudes de mierda y odiarme, pero yo no la odio ni menos trataría de echarle la culpa en una cosa así. Lo que le pasó fue horrible y comprendo que sus padres quieran cuidarla de más, pero tú no tienes el derecho de echarle la responsabilidad por las actitudes que los otros toman. Si deseas odiar a tus padres, hazlo, pero jamás vuelvas a repetir que Ana se cree superior a alguien por haber pasado una situación así.

Allergic to the arctic (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora