P R I S I O N E R O

Turbio

Sasuke miraba con malos ojos a su padre, era el hijo menor y no tenía ningún derecho a replicar los asuntos de la familia sin embargo eso no quitaba el disgusto del joven.

Su hermano mayor, había nacido siendo un doncel, en otras circunstancias su padre lo habría menospreciado solo por no ser un varón. Pero con su situación actual, hasta Fugaku estaba encantado con su primogenito.

Su madre estaba en su propio salón, dígamos que acudía ahí para una relajación total, la vio desde el umbral de la puerta, lucía relajada mientras tejía con maestría.

-Sasuke, no es de buena educación espiar a tus mayores. -le dijo mostrándole esa sonrisa cálida.

El menor sonrió mientras se disculpaba, luego devolvió su vista hacia abajo en donde estaba su padre hablando con unos tipos con pinta de matones, estando su hermano presente. Con rabia observaba como esos asquerosos lo miraban.

-Querido, deberías dejar de ser tan severo. Tu padre sabe lo que hace. -le dijo su madre provocando que le devolviera la mirada.

-No puedo evitarlo. Itachi no tendría que estar ahí. -frunció el ceño. -Es más, mi padre no debería traer a esos tipos a la casa. -

Mikoto suspiró mirando a su hijo menor. Sasuke no tenía un conocimiento completo de los asuntos de su padre pero sabía que muchas cosas que hacía no eran del todo legales. Odiaba que ese tipo de amistades que tenía entraran a su recidencia.

Esos hombres grotescos nunca paraban de mirar a su hermano y madre. Le daba asco la forma tan descarada con la que lo hacían.

-Hijo, tu padre hace lo necesario para mantenernos felices. -

-Itachi no luce muy feliz ahora mismo. -sentenció dando por terminada la conversación retirandose.

Mientras tanto el doncel Uchiha miraba discreto hacia la planta alta donde veía a su hermano menor observarlos.

-Fugaku, tu otro hijo ya es bastante mayor ¿cuando empezará a involucrarse en el negocio? -la voz de uno de esos hombres hizo que su atención volviera a los presentes en la mesa.

-Sasuke aún es inmaduro. -dijo la cabeza de la familia Uchiha. -No necesito niños impulsivos trabajando conmigo. Itachi escuchaba en silencio mientras comía un trozo de su filete.

.-.-.

Sasuke se encontraba en el patio como siempre, recargado en un árbol sus ojos negros miraban a las aves que volaban por encima de la prisión.

La libertad era algo surrealista.

Todos ahí dentro le temían y respetaban, por lo que dentro de lo posible él vivía su día a día con cierta libertad. Sonaba estúpido.

Cuando el peligro no lo acechaba solía quedarse así, pensando y mirando a la nada. Su hermano llegaba a sus pensamientos reflexivos a veces se preguntaba donde estaría, que hacía o si su enfermedad mejoraba.

Después de todo ya llevaba unos cuantos años lejos de su querido hermano. Tantas veces tuvo ganas de simplemente mandar al carajo todo e irse, ya que en sus manos estaba esa opción. Sin embargo logró mantenerse firme, y todavía faltaba tiempo.

Se levantó, iría a otro lado más solitario, ya que el patio comenzaba a llenarse.

En su camino se topó con Gaara, ese tipo enfermizo con el que simplemente no podía convivir ni un poco. Sus miradas chocaron el azabache demostrándo que no se intimidaba ante nada ni nadie y el de ojos claros demostrando que al parecer la autoridad de Sasuke no lo doblegaba.