¡Soy un Namikaze!

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Para muchos, el cuerpo de un doncel debía ser esbelto en su totalidad, con el vientre perfectamente plano, cintura estrecha y un trasero firme seguido de largas piernas. Al igual que con las mujeres había estereotipos muy marcados que muchos se esforzaban por tener yendo a diario al gimnasio.

Aunque para alguien con genes privilegiados como Naruto Uzumaki esto era mero entretenimiento.

De hecho en estos momentos cualquiera podría darse un buen espectáculo mirando su figura desnuda.

El agua le caía en todo el cuerpo, empezando principalmente por sus cabellos dorados, sus dedos se encargaban de tallar bien, el shampoo que antes era líquido ahora se transformaba en espuma blanca.

Disfrutaba como nunca antes lo había hecho. La barra de jabón recorría cada centímetro de piel morena, siendo más fácil debido a lo resbaloso que era.

El lugar era estrecho por lo que rápidamente se llenó de vapor gracias a que el agua estaba caliente.

Incluso se atrevería a decir que estaba en el paraíso. Después de días sin asearse por fin lograba su cometido.

-Havana na na na... -canturreaba aquella canción que se le había quedado pegada como chicle a su zapato.

-¡Tienes cinco minutos más, lindura! –le gritó un hombre desde afuera, a lo que Naruto arrugó el ceño.

Se apresuraría a acabar con su baño para volver a su día a día en prisión. Rápidamente recordó al Uchiha, una sonrisa socarrona floreció en sus lindos labios rosas.

-Esta vez gano yo- murmuró con verdadero egocentrismo.

. . .

Retrocedamos un poco en el tiempo, antes de que esa escena fuera posible... Más exactamente en donde el Uchiha hizo su gran descubrimiento.

El aliento del varón le hizo estremecer de miedo. –Ya no puedes rechazar mi oferta, ¿verdad? -

Esas simples palabras resonaban en su cabeza, estaba tan nervioso y sobre todo asustado. Ya no había salidas, todo habría acabado.

-¡¿Qué esperas!? –Karin le gritó con demasiada fuerza que lo hizo saltar en su lugar. –Limpia ese desastre. –

-Si. –murmuró tomando una escoba. Empezando a barrer el escombro que Sasuke había causado al romper la pared.

-Llama a Iruka.- dijo Karin a otro de sus subordinados.

Naruto tenía la mirada baja, sus abundantes y largas pestañas rubias recibieron un par de gotas. Su visión se hacía borrosa, esto lo hizo consciente de que estaba llorando.

Con la manga de su uniforme se limpió rápidamente frunciendo el ceño, odiaba ser así de débil. Por más que intentara decirse que llorar no tenía sentido alguno no podía detenerse.

Se amarró el pañuelo en la cabeza, cubriendo sus dorados cabellos de inmediato. Debía acabar de limpiar antes de que Karin lo gritoneara otra vez, ya que estaba seguro de que si volvía a hacerlo no podría evitarlo y le respondería.

Y si le rezongaba a Karin seguramente se metería en más problemas.

Luego de que terminó de limpiar ayudó a preparar ensalada de frutas, ese día comerían bien. Lastima que estuviera muy decepcionado y triste como para tener apetito, estaba pálido.

. . .

Sasuke sonreía maliciosamente, había acorralado audazmente al rubio. Aunque claramente había jugado bastante sucio, usando lo que el propio Naruto había investigado para poder rastrear al ratón.

P R I S I O N E R ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora