Capítulo 10: Advertencia

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   Intentar descubrir de qué  manera ha llegado un libro a la librería es una locura, pero eso no iba a detenerme. Primero debía preguntame que ha pasado durante en todos estos años.

   Compré un molde y un bol para hacer los brownies que hacía con mamá. Si los metes en el microondas quedan empalagosos. Si les pones helado de vainilla cuando aún están calientes y te los comes en el sofá con tu novio, el recuerdo que va unido a su sabor es tan fuerte que no puedes evitar llorar como un bebé y no puedes fingir que es por lo que ven en la tele porque es un documental. Kacchan me rodeó con los brazos.
 
   - ¿Qué necesitas Deku?
  
   - Nada, no es nada.
  
   - Pues a mí me parece que es algo.
  
   - Los brownies me recuerdan a mi madre, la echo de menos.- me abrazo y me dió un beso en la frente.
   
   - ¿Dónde está?
  
   He aquí el problema de hablar con la gente, preguntan cosas y antes que te des cuenta estás a punto de contarlo todo.
  
  - Voy a lavarme la cara- dije.

   Esto es todo lo que sabía de los libros: después de la muerte de mi padre, la casa quedó vacía. Nunca volví. Paso más de un año antes de que me mudara con Nemuri, un día al llegar del colegio me estaba esperando en la puerta.
  
   - Han llegado tus cosas, no las he subido por si querías echarles un vistazo antes- me dijo.
  
   Abrí una caja, estuve a punto de llorar sólo de ver las cosas que había dentro.
  
   - No quiero nada.
  
   Ocho meses después me pasé el día entero revisando las cajas. Creo que trataba de encontrar algo para pensar en mamá y todo lo que encontré fue la evidencia de una familia felíz. No había nada que me ayudará a perdonarla, lo único que había era nuestra vieja felicidad que no iban a permitir un perdón que no merecía.

   No encontré ninguno de sus libros. Hace cinco días los daba por perdidos, pero al parecer no lo estaban. Así que supongo que alguien a hizo cargo de ellos. Y los libros habían o no, acabado en sus manos. Si habían acabado en sus manos finalmente ¿Por qué no intentó recuperar el resto de las cosas que había dejado atrás... como su hijo por ejemplo? La última vez que la vi, en una visita a prisión organizada cuando tenía catorce años, me prometió que vendría a buscarme. Me lo gritó. Ella podría haberme encontrado cuando hubiera querido, había prometido que lo haría.

   Ella me enviaba cartas que yo leía y cubría de lágrimas, hasta dejé de abrirlas. Estaba harto de mi familia rota y horrible, decidí que estaría mejor solo. En la última carta que abrí decía que algún día entender la por qué habíamos llegados hasta donde habíamos llegado, que ojalá hubiera hecho las cosas de otra manera.
  
   Cuando le pregunté a Aizawa quién había traído los libros de cocina, me dijo que no se acordaba. Le pregunté a Eijiro, se encogió de hombros. Tenía toda la pinta de que alguien lo había hecho de manera intencionada.

   Estaba de tan mal humor que casi no fui a la noche de poesía, pero iba a venir la hermana de Kacchan y tenía claro que no debía meter la pata con su hermana.

   Sabía que Kacchan tenía una hermana y ambos padres, que él  proviene de la clase de familia felíz de la que nadie jamás escribiría un libro porque no les ha pasado nada nunca, salvo picnic, bodas y bebés bonitos.

   Su hermana es menor que él. Parecía buena persona pero no tenía previsto conocerla. Y todavía estaba en shock por el libro de cocina lo que no ayudaba en mis capacidades sociales.

   Cuando entre al bar, Kacchan vino y me abrazó. Me miró a la cara y me dijo:
  
   - Deku, noto algo, desde que has entrado por la puerta. Verte me hace...- se llevó la mano al pecho. Yo sentía lo mismo pero no iba a decirlo. No sabía que decir así que le puse una mano en la mejilla y lo besé, él  me sonrió.
 
    - Ven te voy a presentar a mi hermana.
  
    Era guapa tal como me lo había dicho, pero su boca era grande y tenía una sonrisa inquietante.
  
   - Tú debes de ser Izuku. Yo soy Himiko. Katsuki ve a por unas copas que yo voy a contales cosas tuyas vergonzosas jajjajajaja.
  
   - ¿Mojito?- asentí. Miró a su hermana- Tú un gintonic ¿verdad?.

   Cuando él se fue, ella me sonrió y yo empecé a asustarme. Hablaba de todo un poco sin parar yo sólo movía la cabeza. Kacchan nos dejó las copas y se fue otra vez para hablar con la gente de los poemas. Le miramos marcharse. Himiko comentó:
  
   - Me enorgullezco tanto de él. Cuando lo veo ahora. Cuando pienso en lo que le pasó en el colegio. ¿Te lo ha contado?
  
   - Lo ha mencionado- dije con cuidado... técnicamente no era mentira, probablemente lo hizo de manera indirecta.
  
   - Tuvo muchos problemas con sus compañeros y profesores por sus ataques de ira fue por eso que empezó con la mágia por recomendación de su psicólogo, para tener la cabeza ocupada y se convirtió en una obsesión para él. Casi no hablaba, se pasaba días enteros barajando cartas.
  
    - Esta intentando enseñarme- dije.
  
    - Cuando veo a mi hermanito ahora, me siento orgullosa, ¿lo entiendes?- me miraba fijamente con su sonrisa desquiciada.
 
   "Ah vale, ahí está la advertencia. Follate a mi hermano, si quieres pero no le jodas la vida, porque ya ha pasado por suficientes cosas horribles, y lo protegeré para que nada malo vuelva a ocurrirle" pensé mientras la miraba incómodo.

   Supe entonces que lo mío con Kacchan no iba a durar. Tenía la sensación de estar engañandole. Sabía que estábamos condenados, pero lo estaba ignorando. Kacchan y yo éramos muy distintos.

 Kacchan y yo éramos muy distintos

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