Capítulo 15: Poesía y fuego. (parte 1)

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   Denki se acostumbró a venir a la tienda. Intenté ser amable con él, casi no hablaba y eso era triste en su personalidad alocada. El pelo le cubría media cara. Una tarde que la librería estaba tranquila le pregunté por qué le había pegado, la respuesta fue obvia "porque es un cabrón". Aizawa lo llevaba a casa por las noches, y a veces lo acompañaba yo. Vivía en una casa enorme con otra gente, siempre me invitaba a entrar pero yo me negaba. Ninguno de los dos éramos buena compañía para el otro en esos momentos. No volvimos a tocar el tema de Shoto.

   Por la noche cuando llegaba a casa seguía trabajando en mi poema. El plan que me había parecido de lo más sencillo en Kobe, ya no me lo parecía tanto. Dudaba de mi capacidad de llevarlo a cabo.

   Lloraba menos pero dolía igual. Me pasaba todo el maldito tiempo pensando en Kacchan. Me di cuenta que lo que me mantenía en pie no era la aceptación sino la esperanza. Y no sabía si eso era bueno o malo.

   Lo que en vacaciones tiene una pinta estupenda, a la vuelta se coloca en el límite entre lo factible y lo ridículo. Así que, aunque seguía trabajando en mi poema no tenía claro que iba a hacer con él.

   Empecé a trabajar a las once de la mañana el miércoles siguiente. Denki parecía más pálido que de costumbre. Vino directo a mí en cuanto entre a la tienda.
  
   - Izu-chan, Shoto esta aquí en la cafetería, me ha saludado con la mano al pasar.
  
   - ¿Estas seguro?- que pregunta más estúpida hice.
  
   Asintió con la cabeza. Al ver la carita asustada de Denki, estaba demasiado cabreado para dejarlo, le dije que no se moviera. Shoto seguía en la cafetería. Sonrió cuando me vio acercarme.
  
   - Vaya, hola Izuku.
 
  - Cierra la puta boca y vete de aquí, o llamo a la policía.
  
   Se cruzó de brazos, se descruzó, dio un sorbo a su café. Levantó la vista. Di un paso atrás y medio más. Me di cuenta al momento ¿en qué sentido era diferente a mi padre si no hacía otra cosa que intimidarle? Recordé a mi madre, pensé en Denki.
 
   -¿Has pagado? Te acompaño afuera.- le dije.
  
   - Después de ti. Tú mandas- dijo  mirándome a los ojos.
  
   Cuando salimos, me volví. Denki y Aizawa nos vigilaban desde el escaparate de la tienda. Shoto me miraba como si fuera la cena.
  
   - Shoto, tienes que buscar ayuda. Por favor. No sé lo que te pasa, pero veo que no estás bien. Creo que hay una buena persona ahí adentro...ayúdala.
  
   Por un momento pareció que iba a llorar. Nos miramos. Cambio de tema.
  
   -¿Nos vemos luego en la noche de poesía?
 
  - Si, nos vemos- tuve la satisfacción de ver como le cambiaba la cara. No se lo esperaba. Creía que me había intimidado.

   Se fue. Aizawa estaba detrás de mí, puso sus manos en mis hombros.
  
   - Eso ha sido muy valiente. Pero no lo vuelvas a hacer, Izuku.
 
   Me costó convencerlo que no quería que hiciera nada a Shoto en el pub, quería que escuchará mi poema. Me costó mucho más convencer a Denki de que no viniera; de hecho, fracasé.

   Escribí a Kacchan y le pedí que me pusiera en la lista de actuaciones. Resultó que borrar su número no había servido de nada porque me lo sabía de memoria. Me respondió al instante "Hecho".

    Me aprendí el poema de memoria, quería poder mirar a Kacchan a los ojos, no quería equivocarme. Aizawa cerró temprano nos llevó a Denki y a mí a cenar a un restaurante griego. Cuando acabamos, no vi a Aizawa pagar como tampoco le había visto pedir la comida. Si vi su paquete de baklava para llevar. Me preguntó si estaba bien y le dije que si. Era mentira. Le pregunto a Denki y él contesto con una sonrisa enorme y alegre:
  
   - Denki sigue siendo Denki.
 
  Caminamos hasta el pub, tardamos un montón porque primero Aizawa-sensei debía preparar su kiseru y luego teníamos que seguir su paso en absoluto apresurado. Al final llegamos un poco antes de las ocho. Cuando subiamos las escaleras escuché las cinco palmadas de aviso de Kacchan.

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