Mi precioso Izuku:
No me costó encontrarte. Nemuri y yo nos hemos escrito muchas veces. Una de esas veces me contó que trabajabas en una librería de segunda mano. Otra mencionó Tokio. Era muy escrupulosa con tu protección. Pero me bastó con analizar sus cartas para establecer una conexión entre una cosa y otra. No tenía más que ponerme a buscar.
Hay veintiocho lo librerías de segunda mano en Tokio. Empecé a llamar a las librerías y preguntar por Izuku, pero después de llamar a las dos primeras me dije: "¿y si descuelga él?". No quería que nuestro primer contacto fuese un shock. Te lo debo. Tu librería fue la segunda a la que fui, vi un cartel en el que hablaba de un libro perdido y ponía ENTRA Y PREGUNTA POR IZUKU. De repente me entró el pánico. Fui a tomar una taza de té en la cafetería de al lado. Sabía que no podía sencillamente entrar, llamarte y abrazarte, aunque eso era lo que quería hacer.
Y luego estaban todas esas cosas de las que teníamos que hablar. Y habías dejado bien claro que no querías hablar.
Entonces tracé un plan. Sabía que recordarías los libros que habíamos elegido juntos. Todavía los tenía. Pensé que podía ir a verte y llevarte los libros, así tendríamos algo de qué hablar, algo sencillo para empezar.
Llegué un poco antes de que la tienda cerrara y esperé enfrente.
Saliste de la tienda y cerraste la puerta. Me limité a mirarte: estabas serio. Fue maravilloso. Esos grandes ojos verdes, tan brillantes, las preciosas pecas de tu cara. Me había quedado paralizada, por la emoción y el placer de verte. Te metiste en el callejón y regresaste con una bicicleta. Intenté decir tu nombre, pero fui incapaz de articular palabra. Estaba llorando, cuando me recuperé te habías ido.Así que dejé los libros en los escalones. No sabía si los reconocerías, pero me gustaba la idea de que los vieses.
La siguiente vez que fui, entré. No estabas, pero hablé con un hombre que supuse era el dueño. Dejé el libro junto a otros en una caja cuando no miraba.
Durante el mes siguiente tuve mucho trabajo y poco dinero, así que tarde un poco en volver. Cuando lo hice llevaba el libro de recetas con una postal dentro. No sabía si sería capáz de hablar contigo. No podía dejar de pensar en ti, tan mayor, tan bonito y no sabía como acercarme. Sabía que me habías odiado y quizás aún me odiarías. Esperaba que los libros hicieran más fácil todo. Los veía como mensajeros. Ese día me di cuenta que no era tan valiente para decir tu nombre. Decidí escribirte una carta. Ésta.No voy a contártelo todo ahora, y no voy a tratar de justificar nada. Solo espero decir lo suficiente para que tú dispongas de todo lo que siempre has necesitado saber, para que puedas decidir si hay un lugar para mí en tu vida o no.
Trabajo en una panadería y tengo un pequeño apartamento y si pudiera cambiar el pasado, lo haría. Pero no puedo. Todo lo que puedo hacer es decirte donde estoy y esperar.He escrito un sin fin de cartas estos años. A ti y a Nemuri. Al principio escribí a la familia de tu padre y Nana me contestó, me pidió que no volviera a hacerlo. Le hice caso, por supuesto. Fue muy educada teniendo en cuenta la circunstancia.
Cuando empezaste a dejar de venir a verme, me rompiste el corazon, pero no me sorprendió. Me explicaron todo. Los derechos del niño. Los ataques de pánico, las pesadillas. Trauma. Tiempo. Paciencia.
Me mandaron a un psicólogo. Puedes leer libros sobre violencia doméstica hasta que te salgan por las orejas, pero a menos que la hayas sufrido nunca vas a entender cómo puedes querer a alguien que te está haciendo daño. Tu padre era un buen hombre, con un buen corazón y un carácter horrible.
He pensado mucho en lo que podría haber pasado si él no hubiera encontrado el dinero ese día.
Pienso que si tu padre hubiera encontrado trabajo, las cosas nos hubieran ido mejor. Sabía que hacía mal pegándome. Él nunca te hubiera tocado, aunque me daba miedo que un día estuvieras en medio, y por eso creía que tenía que alejarte de allí.
Nunca quise hacerte daño. Pero lo hice. Que es lo que él solía decirme: no quería hacerlo. Eso no arregla nada. Pero le añade un matiz: el gris. Lo aleja del blanco o negro. Por eso cuando el policía me preguntó que había pasado no dije nada. Me lo merecía. Aunque no era lo que tú te merecías.Pensé que quizá querrías verme cuando saliera de la cárcel, pero mi asistenta socia me puso sobre aviso "Tiene ataques de pánico severos". Paciencia.
Yo no tenía paciencia. Estaba angustiada. No podía dormir, no comía, me salté una sesión probatoria en el juzgado. Mi asistenta social vino a verme y me llevó al hospital. Pasé tres meses en un hospital psiquiátrico. Un terapeuta me ayudó a pensar en mi propia vida, la vida que iba a llevar lejos de ti hasta que tú estuvieras preparado a formar parte de ella. Nunca había querido hacerle daño a mi hijo. No, me dijo el terapeuta, pero ¿es lo mismo no haber querido hacerle daño a no haberle hecho daño?
Me ayudaron a encontrar mi apartamento y conseguí trabajo en una panadería. Volví a engordar. Intenté buscarte por Internet, pero eras el único chico de veinte años que no tenía Facebook, o te habías cambiado el nombre.Eres mi tesoro, Izuku, lo mejor que he hecho, y saber que he destruido todas las cosas que tan duro trabajé para darte; confianza, seguridad, sentirte querido, me rompé el corazón cada día que hemos pasado separados.
He trabajado duro. He esperado. Nunca he encontrado la paciencia, pero al final la paciencia me ha encontrado a mi.Estoy aquí pequeño, y te quiero.
Besos.
Mamá.
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Lost Books
FanficIzuku prefiere los libros a las personas, la librería de segunda mano en la que trabaja hace unos años es su refugio que lo protege de su pasado. Pero un día comienza a recibir señales de que su pasado volvía a atormentarlo. Narrado en primera pers...