El pelinegro llegó al condominio donde empezó a vivir desde su regreso a Saint John. La puerta de aquel lugar se cerró lentamente para al final dejar salir un sonido seco que anunció su cierre.
Ryota se quedó de pié detrás de la pesada puerta de cristal, se recargó con su espalda sobre de ella y soltó un suspiro que resonó por la oscuridad de la estancia que se hallaba frente a él. Siguió inmóvil unos segundos más y acto seguido estiró su mano derecha para encender la luz del pasillo principal, un segundo movimiento hizo que la luz de una estancia lo bastante grande con sillones marrones de piel, alfombras de lino de color azul y algunas decoraciones en las paredes como obras de arte y fotografías, se dejaron ver. El chico caminó hasta uno de los sillones de piel para dejar caer libremente todo su cuerpo y así quedar recostado sobre de él.
Mantuvo sus ojos cerrados por un largo momento; los abrió y giró su cabeza hacia el gran ventanal que se encontraba a unos cinco metros de distancia de él. Puso atención a la luz de la gran luna blanca que se presenciaba esa noche. Con una mirada de nostalgia la admiró y susurró:
-Shiroki... ¿En qué momento fue que te amé?... ¿Cómo fue que-...?
De pronto, una serie de recuerdos volaron a la mente de Ryota.
-Ya lo voy recordando...
✿ ✿ ✿
Al regresar de la escuela de camino a casa con apenas 14 años, Ryota caminaba leyendo uno de los tantos libros de ventas, finanzas y economía que su padre le ordenaba leer. Al ser el sucesor en el poder de la compañía de su padre, Ryota tendría que saber manejar finanzas y demás temas para no hundir en desgracia la compañía. Con casi nada de interés, el apenas adolescente giró la hoja que se encontraba leyendo para pasar a la siguiente página del capítulo que estaba leyendo.
Dio vuelta en una esquina que le llevaría la calle por la cual ya estaba a unos 10 minutos de casa. Por dicha calle, era conocido el parque en el cual diariamente niños, familias y parejas siempre se hallaban disfrutando de la fresca sombra de los árboles y de los juegos que allí se encontraban, sin embargo, ese día, el parque se encontraba casi desolado, como si en ese preciso momento todos hubiesen decidido no pisar dicho lugar. Al estar pasando justo frente a aquel parque, Ryota pudo divisar a unos 20 metros de distancia al hijo del socio de su padre.
Ya había convivido en veces anteriores con el niño cuyo nombre no recordaba del todo. Ciertamente siempre llamó su atención el color de piel de dicho niño, tan blanco que sin siquiera tocarlo, creía que seguramente era tan suave como el durazno más dulce. Incluso admiraba los rasgos tan finos que podían confundir a cualquiera y hacerle creer que se trataba de una niña.
Pudo alcanzar a ver cómo el niño trataba de escalar uno de los árboles más grandes del lugar. Dejó de prestar atención al tan aburrido libro, lo guardó dentro de su mochila y se encaminó al lugar donde el niño se encontraba. Al llegar, lo miró desde abajo. Aquel pequeño no había notado su parecencia por estar tan concentrado en llegar a un pequeño nido de aves, sin embargo, Ryota aprovechó para poder admirar cómo el cabello del infante brillaba como luna de invierno gracias a la luz del sol que se proyectaba directamente sobre él.
-Es tan... blanco, tan... lindo... -susurró Ryota con asombro- ¿Antes ya se veía así y no lo había notado?
Volviendo en sí y tosiendo un poco para aclarar su voz, el pelinegro dijo:
-¿Qué haces, niño? -le llamó la atención al niño-
Después de un pequeño sobresalto, el pequeño peliblanco explicó que solo miraba el nido.
Ryota ordenó que ni de broma se le ocurriera molestar a las aves que se encontraban aun en sus huevos. Después de una pequeña charla, el pelibanco comenzó el descenso por el tronco del árbol y a pesar de haber tenido todo el cuidado que pudo, al final terminó resbalando tres metros hacia abajo. El pelinegro se movió increíblemente rápido y logró atrapar el cuerpo del niño. Ambos cayeron al piso y Ryota apenas sintió dolor tras la estrepitosa caída; se sorprendió al ver lo liviano que sera el pequeño cuerpo del niño que se hallaba sobre él.
Después de incorporarse, ambos tomaron asiento en el pasto del parque.
El sol comenzaba a bajar anunciando el atardecer.
-Me alegro de que no te hayas hecho daño-... umm... ¿Cuál es tu nombre? -preguntó Ryota un poco apenado-
-¿Huh?, nos hemos visto en varias fiestas de la empresa y no recuerdas mi nombre?
-Hahaha lo siento, soy pésimo recordando nombres. Puedo recordar rostros e incluso detalles en la vestimenta de la gente, pero los nombres son algo difíciles para mí.
-Kawa, Shiroki Kawa es mi nombre.
-Kawa, parecías un pequeño pájaro cuando caías . Justo como se ve un avecilla cuando sus padres lo enseñan a volar, Lástima que tú no puedas volar hahaha.
-Sí, lástima...
-De ahora en adelante te llamaré así: ''pequeña avecilla'' -dijo Ryota con una sonrisa de lado a lado-
-¡Hey!, no soy pequeño, mucho menos una avecilla. -replicó Kawa-
Kawa hizo una expresión de puchero para Ryota pero este lo miró fijamente para después atacarlo con cosquillas por los costados. El pequeño peliblanco imploraba clemencia ante los incesantes movimientos de mano del adolescente que disfrutaba riendo a carcajadas viendo cómo el pequeño incluso soltaba lágrimas de la risa que sentía. Sin darse cuenta, Ryota quedó sobre Shiroki. Las cosquillas cesaron y la mirada de ambos se cruzó para inmediatamente quedarse los ojos fijos el uno del otro.
Hasta ese momento, Ryota examinó los ojos de Shiroki que brillaban como dos hermosos rubíes, como el color del atardecer que se posaba en ese momento sobre de ellos. El adolescente no podía hacer otra cosa más que admirar la delicada anatomía del niño de cabellos plateados. Fue en ese momento que se dio cuenta de que sin pedirlo, sin buscarlo, su corazón había sido cautivado por un niño de apenas siete años de edad ¿Sería eso correcto? A quién le importaba. Ryota solo podría sentir cómo su corazón poco a poco daba latido más fuertes y más rápidos. Sin darse cuenta, ya se encontraba besando la mejilla de Kawa. El pequeño exclamó molesto por el acto inconsciente del chico de cabello azabache, sin embargo a él no le importaría y daría un segundo beso en la comisura de los labios de Kawa.
Después de esa serie de emociones detonadas en un solo atardecer, Kawa se incorporaría para luego salir corriendo hacia su casa.
Ryota lo vio correr tan rápido como un pequeño perro que corría después de haber sido espantado por el sonido de un globo que acabase de estallar. El joven adolescente de cabello negro se quedó ahí sentado. Pensó por un momento en lo que acababa de hacer y al final llegó a una conclusión: se acababa de enamorar.
✿ ✿ ✿
Aún recostado en el sillón de piel, el ahora Ryota con 24 años de edad, exhaló un nuevo suspiro. Se incorporó para ahora quedar sentado. Por su mente pasó el recuerdo del día en que tuvo que mudarse a otra ciudad por razones familiares y empresariales de su padre. Ahí fue cuando todo se arruinó con su pequeña avecilla. Finalmente se levantó de ese lugar para dirigirse hacia la cocina y poder servirse una buena taza de café. Mientras esperaba a que su bebida terminase de ser vertida en su taza, miró nuevamente el mensaje que le había hecho molestarse hace un par de horas.
-Esa loca ya debe estar en el avión en camino hacia acá. No puedo dejar que se pise esta ciudad, ¿ahora qué hago? Agh, maldita sea. -se quejó al tiempo que de entre su bolsillo delantero izquierdo, envuelto en un pequeño pañuelo de seda se encontraba un hermoso anillo de matrimonio. Lo miró por un momento y nuevamente lo guardó. -Tsk!, debo esconder esto. No puedo dejar que Kawa me lo mire puesto.
Fin cap 8.1
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¡HOLA!,¡HOLA! ~ ( ' ▽ ' )
Siento no haber escrito nada en los últimos meses (aunque no es como que muchos me lean ;w; ), he estado bastante ocupada con la Universidad y demás cosas. Espero durante las próximas dos semanas poder subir al menos unos cinco capítulos más; apenas voy a casi la mitad de esta linda historia jaskajsk.
Gracias por leer ♡ ♡♡
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Destellos del Corazón
Hayran KurguTakumi y Shiroki, dos grandes amigos de la infancia se encuentran por iniciar el segundo año de preparatoria, sin embargo, nunca se imaginaron que durante ese momento florecería un nuevo sentimiento que ambos llevaban escondido. -Deberíamos besarno...