Llama Azul (+17)

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Llama Azul (+17)

(2 meses antes)

- Ha sido un maravilloso honor, para éste simple mortal, compartir su lecho con una bella dama, como tú... - El de cabellera malva, sonrió burlesco, hacia la persona quién peinaba con maestría su cabello, delante de un pulido espejo de media luna.

- Y yo sé, que para usted bella dama de la rígida y sucia sociedad, que también ha disfrutado de nuestra cálida velada a solas. - Con suma facilidad, esquivo un frasco de perfume.

- Cariño. No pienso obsequiarte nada más, si vuelves a lanzar algo en contra de mi persona. - Entre cerró los ojos, mientras veía fijamente a la persona delante suyo, quién tenía entre sus manos un pequeño y bien adornado cofre, con detalles dorados.

- ¿A caso, he oído un reto?. - Preguntó ligeramente irritado el pelirrojo, quién no portaba nada más que aquél bello y llamativo cofre, a la altura de la pelvis.

- Mejor. ¿No quieres que te cuente un secreto? . - Ofreció, mientras su voz sonaba ronca y ligeramente áspera.

- ¿Qué podrías contarme a cambio de nada? . - Preguntó con falsa seguridad el pelirrojo, con los labios resecos y su mirada fija en cierta parte interesante de la anatomía desnuda del ser gatuno.

- Es a caso ¿Algo que puede hacerme desistir de la seductora idea de lanzarte éste cofre? . - Le preguntó de forma lenta y áspera, palmeando con ambas manos, la superficie de aquél objeto, que oprimía rígidamente su creciente virilidad detrás de ella.

- No. Pero no hay ninguna necesidad de escudarse detrás de una seguridad tan falsa, como la que usas. - Caminó rápidamente sobre las puntas de sus pies, evitando pisar, los fragmentos del perfume que descansaban sobre la alfombra.

- O es a caso, ¿Qué te da miedo que el gato te coma la lengua? . - Susurró de forma cálida, con los brazos descansando a ambos lados de la silla y su frente en contra la del pelirrojo.

- Te ves tan hermoso... - Murmuró con la voz aún más grave que antes. - Cómo un sereno ángel de suave piel y con un cuerpo tan bello como la vida misma. - Besó delicadamente la piel del hombro izquierdo del menor.

- Te deseo dentro de mi... - Gruñó el pelirrojo, mientras movía el estorboso cofre de sus piernas, y con ellas, atraía el cuerpo cálido y desnudo del aquél poeta gatuno, cegado por sus propias palabras de corte romántico de corto alcance.

- No sabes cuanto me alegra oír eso... - Separó suavemente ambas piernas de palidez níveo, mientras hundía su vida entera, en aquellos suaves y jugosos labios de la vida.

Esos labios que lo solían hechizarlo por completo, cada vez que los tocaba y saboreaba. Pues eran capaces por si sólos de llevarlo al mismísimo cielo.

- ¿Sabes...? . - El aliento cálido del chico de la cabellera añil, chocaba pausadamente contra su cuello, lleno de ligeros manchones morados.

- No creo poder soportar más tiempo con juegos infantiles... - Mordisqueo un poco más la sensible piel del cuello. - Quisiera tanto, estar dentro de ti. Qué me cubras con tu interior y me hagas ver el placer de la vida... - Acarició de forma dulzona y suave sus muslos, mientras forzaba un poco más, el tacto accidental de sus pelvis.

- No tienes porque aguantar... - Adlet, lamió sus labios con lujuria, mientras tomaba con un firmeza la erección de Hans.

- Te quiero... - Ronroneo lentamente, mientras repartía suaves besos, sobre el cuello y comenzaba a bajar poco a poco.

La Llama y el Gato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora