Caballo De Batalla (BLACK)

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Caballo de Batalla (BLACK


13 de Diciembre [10:30 p.m.]

  - Amor. ¿Podrías abrazarme?. - Suplicó con vergüenza y pudor, un joven de largos y sedosos cabellos rojizos como dorados.

  - Tengo frío y adoro tu calor... - Sonrió sonrojado hasta las orejas. Susurrando a la vez que iba arrastrando cada palabra en una extraña mezcla de anhelo y de ansiedad, anidando en su bajo vientre.

  - Duerme. Estarás mejor durmiendo. Ya estás cubierto por dos cobijas y necesitas descansar. - Bajó la mirada ante la voz gruesa de su pareja, quién únicamente veía serio a su teléfono, ignorando como su pareja permanecía quieto debajo de las cobijas después de dos días de enfermedad.

  - Esta bien. - Murmuró con falsa tranquila. En contraste de la ansiedad que comía viva su alma, la cuál sólo podía anhelar que su pareja tan sólo lo mirará como un día lo hizo cuando se encontraban en el instituto y deseaban lo que muchos solían desear.

" Queridos alumnos. No me queda más que decir que les deseo lo mejor para su futuro. Las mejores decisiones y las mejores oportunidades.". - Ese día su alma vibró con cada palabra que el director del instituto decía.

Su corazón latió con fuerza. Su pecho se encontraba sin más repleto de lo que se podía describir como una de las pocas alegrías que había sentido en los últimos par de años.

" Te ves lindo sonriendo.". - Compartió una tenue sonrisa, cuando sintió la calida presencia de Golfof cerca. " Adlet, no sabes cuánto he extrañado tu sonrisa."

Sonrió dulcemente antes de tomar el dorso de las cobijas, para poder quitárselas de encima ante la atenta mirada de su pareja.

  - No es buena idea que te levantes. - Replicó. - Es mejor que duermas. Nashetania estará furiosa. - Completó con neutralidad. No era regaño, ni amenaza. Era una verdad.

  - Nashetania estará furiosa. Pero necesito aire. - Maldijo para sus adentros. Algo débil pero firme.

Había permanecido en cama un par de días. Su estado de salud se había transformado en una especie de montaña rusa, dónde a veces se sentía bien y a veces se sentía mal, en dónde permanecía en cama todo el bendito día, y en donde a veces podía ir a la plaza junto a su hermana y Nashetania quienes lo cuidaban con templanza.

  - Vuelve si te sientes mal. - Cedió en un momento el de cabellera negra y piel pálida, prestando mayor atención a su teléfono, quizás para escribir sobre su irresponsable actuar a sus amigos más cercanos y familia.

Adlet simplemente no respondió y nada más fue dicho. Sólo compartieron el sólido silencio de la alcoba, siendo éste interrumpiendo a veces por pasos cansados y lentos del pelirrojo, quién camino hasta salir de la habitación en total silencio.

" Te amo.". - Murmuró inocentemente el pelinegro. " Y no sé si esto sea algo bueno y malo.". - Ambos rieron con lo que muchos dirían inocencia y otros miedo en su máximo explendor. " Dime. Por favor. ¿Ésto es bueno?."

Duraron aquella noche de festejo y júbilo, en silencio crudo y infertil, pensando si era algo bueno o quizás debían de no seguir con ello.

Adlet simplemente calló sus dudas. Permaneció reacio en hablar con Chamo, Nashetania y Flemy, quiénes miraban con duda como ambos chicos querían gritar a los cuatro vientos todo lo que sentían el uno por el otro, aunque uno de ellos no sabían cómo armar la palabra del verdadero sentimiento.

La Llama y el Gato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora