Intensidades.

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Intensidades.


" ¡Dios! Un día de estos nos meteremos en serios problemas. " Fue lo que dijo el guardia de la escuela, con falsa pena en su rostro, al tiempo en que tomaba un par de billetes de 20, de las manos de una chica rubia.

" Claro que no lo estaremos. Si alguien no dice sobre nuestros tratos. ¿O si? " La menor le sonrió, mientras aquél guardia de avanzada edad, elevaba la pluma de la entrada y dejaba salir al BMW azul, seguido de un mustang de color rojo.

" No sé si sentirme orgulloso por tener una amiga millonaria o preocuparme por qué un día nos van a descubrir y el castigo no será nada lindo. " Comentó el pelirrojo, mientras elevaba sus manos al cielo, aprovechando que el techo del auto no estaba puesto.

" No te preocupes, pelirrojo. Con dinero baila el perro y Nashetania tiene lo que necesitan aquellos perros. " La rubia sólo sonrió y apretó el acelerador de su auto.

La cafetería Violeta les quedaba al menos a 1 hora en coche y ese día, tenía una cita con una masajista.

[...]

- ¡Por el amor a Dios! ¡Esto si es comida y no esas cosas horrendas que sirven en la cafetería de la escuela! . - Rolonia lo observó fijamente. Con los ojos bien abiertos, debido a lo impactante que le parecía la escena en si.

  - Enserio. No sé como pude comerme esas patatas tan ásperas y grasosas que me sugeriste comprar, Rolonia. - La castaña únicamente parpadeó unas cuentas veces, mientras veía como el cabello color añil, prácticamente devoraba 2 hamburguesas al mismo tiempo.

  - Te lo sugerí. Porque llevabas media hora, quedándote de que tenías mucha hambre. - Le apuntó con el dedo índice. - Más no te obligue a comprarlas. Tú fuiste quién no lo pensó dos veces y fue a comprarlas, aún cuando Chamo te dijo lo malas que sabían y que yo, sólo te estaba dando ideas para que por una buena vez dejarás de quejarte. - La doble mesa en dónde estaban todos los chicos, quedó en silencio, con la vista posada en una castaña sonrojada por la molestia que sentía y un chico de cabellos azules, quién tenía un trozo de hamburguesa en su boca. 

  - ¡Perdonen! . - Exclamó la castaña, sacando su teléfono de su mochila e ignorando a todo el mundo, quién sólo prefirió pasar aquella escena y comer.

  - Eso fue intenso... - Murmuró el poeta, con la boca llena y dejando caer algunos pequeños trozo de pan, sobre la mesa y su ropa.

  - Hans. No seas repugnante y come de una en una. Eso de comer a montones, es de muy mala educación. - Regañó la rubia, quien estaba sentada en una de las puntas de la mesa. Mientras comía una ensalada verde, que tenía delante suyo. 

  - Ya guarden silencio. Si siguen con su comportamiento de niños pequeños, nos van a echar de aquí y tendremos que ir a buscar otra cafetería que sirva buena comida. - Chamo reprendió con el semblante serio, mientras sostenía un plato de nachos entre sus manos.

Flemy, quien estaba sentada a un lado suyo y comía unos burritos. Le parecía curioso, como siendo ella la menor de todos, podía ser más seria que ellos.

Aunque si contaba con que era el lugar favorito de Nashetania y ella, no iba a actuar de otra forma, más que esa.

En la otra orilla de la doble mesa. A un lado de un hambriento Hans. Un chico de una larga cabellera de tono carmesí con puntas de color dorado. Observaba fijamente su hamburguesa con algo situándose en la boca de su estómago, similares a nauseas.

La Llama y el Gato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora