Al día siguiente, fue la misma rutina de siempre.
Miguel fue a grabar al estudio temprano, Dante se quedó durmiendo plácidamente en su cama, y cuando fue la hora, salió por su puerta en dirección al trabajo del moreno, para esperarlo hasta que este terminara su trabajo.
Y ahí se encontraba, el xoloitzcuintle sentado a lado de la parada de autubús, esperando a que saliera su amigo de trabajar. Pasaron unos minutos hasta que el perro, miró la silueta de su amigo salir por la puerta principal del edificio. Pero contrario a otros días, Miguel se acercó hasta él, sin que le brincara encima ni moviera su cola alegremente. Cuando el moreno estuvo justo frente a él, lo miró extrañado por su comportamiento.
- ¿Dante? ¿Qué sucede amigo? - se agachó a la altura del can, este sólo lo miraba fijamente, estuvo a punto de acariciarlo para ver que sucedía pero Dante salió corriendo. Otra vez - ¡DANTE! ¿¡A DÓNDE VAS!? - comenzó a perseguirlo, corriendo por las calles de la ciudad - ¡No puedo creerlo! - Miguel se quejaba mientras trataba de alcanzarlo.
Ese estúpido perro si que era rápido.
Cruzó las calles con miedo, persiguiendo con todas sus fuerzas al desgraciado de su mascota. Vio como Dante corría de nueva cuenta hasta la plaza, adentrándose en ella como el día anterior, corriendo hasta las mesas que estaban cerca de la fuente, y se detuvo a un lado del mismo chico pelinegro con el que había simpatizado el día anterior.
Sin embargo, esta vez, en vez de saludarlo con la pata, se paró en dos patas recargándose en las piernas del chico, tratando de alcanzar el rostro de Hiro para darle unas buenas lengüetadas. El pelinegro al sentir el peso del perro sobre su regazo, volteó de inmediato ganándose unas lamidas directo en el rostro.
- ¿¡Dante!? ¿¡Qué haces aquí!? - preguntaba aquello tratando de alejar al can de su rostro - ¿¡Dónde dejaste a tu dueño!? - de alguna forma, luego de muchas lamidas, pudo separar al xolo de si, a la vez que este se sentaba frente a él con una sonrisa torpe con su lengua saliéndole por un lado del hocico. En ese momento vio a lo lejos como el mismo chico moreno del día anterior venía corriendo. Miguel comenzó a disminuir su velocidad al ver al perro sentado junto a aquel chico.
- Lo lamento tanto, no sé porque ha estado haciendo esto - se disculpó el mexicano, a la vez que se agachaba a la altura de Dante para tomarlo suavemente por la cabeza - Corrió desde mi trabajo hasta llegar aquí, parece que le agradas - terminó soltando un suspiro de cansancio.
- Supongo que sí - al decir aquello Dante se soltó del agarré de Miguel para lanzarse de nueva cuenta a Hiro, para lamerlo.
- ¡Dante! ¡Abajo! - exclamó el moreno con autoridad y Dante obedeció, mientras lo miraba con ojos de cachorro recién regañado.
- Tal vez debas considerar comenzar a ponerle la correa - comentó Hiro tratando inútilmente de quitarse la baba pegajosa de su rostro.
- Definitivamente comenzaré a hacerlo - al ver como el asiático trataba de limpiarse, buscó rapidamente entre sus cosas para entregarle un pañuelo desechable al otro.
- Gracias - se limpió el rostro con el pañuelo y ambos dirigieron su mirada hacia el can, que, aprovechando que se habían distraído, se escondió debajo de las piernas de Hiro, acostándose entre ellas.
- ¿¡Dante qué estás haciendo!? ¡Es hora de irnos! - dicho eso sacó la correa de su mochila, acercándose a Dante para ponérsela. El xolo, al ver sus intenciones, se hizo para atrás, evitándolo, y escondiéndose más en las piernas del otro.
- ¿Seguro que no lo maltratas? Podría jurar que te tiene miedo - comentó el pelinegro con burla, sabiendo la respuesta.
- ¡Por supuesto que no! ¡Nunca se había portado de esta forma! - exclamó ofendido, alejándose un poco de Dante - ¿Te quieres quedar con él? ¿Es eso? - el perro sólo sacó su lengua torpemente - Bien, me voy - dijo eso y comenzó a caminar alejándose de ellos. No dio ni 5 pasos cuando Dante se puso de pie para empezar a ladrarle. Miguel se giró hacia él - ¿¡Quién te entiende perro!? - Hiro se dedicaba simplemente a verlos con una sonrisa - ¡Vámonos, anda! - lo tomó en brazos con rapidez antes de que volviera a esconderse tras Hiro y comenzó a caminar - Perdón por las molestias de nuevo ¡Nos vemos! - exclamó el moreno alejándose poco a poco. Hiro simplemente se despidió de ellos moviendo su mano.
Que par más peculiar le había tocado conocer...
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¿Guía espiritual?
Hayran Kurgu¿Recuerdan la escena inicial de 101 Dálmatas, cuando Pongo se empeña en llamar la atención de Anita y Perdita? Bueno, esto es algo parecido. Sólo que no hay dálmatas... Sólo un xoloitzcuintle un poco torpe que está dispuesto a guiar a su amigo Migue...