UN POCO MAS DE TI

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LA HISTORIA ES COMPLETAMENTE INEDITA PERO LOS PERSONAJES SON DE LA MARAVILLOSA NAOKO TAKEUCHI

CAPITULO 20

CAPITULO 20

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*Darien*

¿Cómo podía buscarla y ofrecerle una vida que no puedo darle?

La primera vez que me dijeron que si llegaba a tener hijos heredarían mi ceguera yo tenía 16 años y para ser sincero en ese momento no me importo.

Es que nunca creí que llegaría a amar tanto a una mujer...jamás crie que Serena se cruzaría en mi camino.

Cierro los ojos con fuerza mientras el taxi avanza entre las calles llenas de ruidos, el sonido de los motores de otros vehículos llega a mi como un susurro lejano, la verdad es que no me encuentro ahora mismo seguro de que mi cuerpo este en sintonía con mi mente.

«Es probable que ellos tengan tú mismo problema visual»

Esas palabras taladran en mi cabeza una y otra vez sin darme descanso, es como una maldita cosa que hace que quiera buscar a Serena y acabar con todo antes de que sea demasiado tarde para los dos.

«Es su decisión también, no la hagas solo tuya»

Serena ha tenido que cargar bastante con sus problemas como para causarle uno más.

—Alejarme de ella—susurro quedamente mientras Belá se remueve a mi lado.

Como podría alejarme de ella cuando siento que mi vida y mi alma le pertenecen...Si soy sincero conmigo mismo estoy seguro de que me sería imposible.

La necesito en mi vida pero solo para hacerla feliz...Dios no puedo negarle sus sueños, no quiero ser yo el culpable de que renuncie a una vida precisamente a hora que empieza a tenerla.

—Serena—su nombre me duele.

Mis labios se estiran en una sonrisa, el recuerdo de su perfume y el tacto de su piel se cuelan por mi mente empujando los pensamientos dolorosos a un costado dejándolos en el rincón más oscuro de mi mente.

—Serena—su nombre es casi imperceptible para mis labios pero en mi corazón causa un terremoto de sensaciones, su piel, su olor, el tono de su voz cuando por primera vez despertó enredada entre mis brazos, las veces que hicimos el amor, amándonos y venerando cada parte de nuestros cuerpos.

No sé cómo pude creer que alguna vez amé, eso es imposible aquel sentimiento comparado con lo que siento ahora es absolutamente inigualable.

—Señor hemos llegado—el conductor me saca de mis pensamientos— ¿necesita ayuda?

—No es necesario gracias, espere aquí un momento por favor—salgo del vehículo recibiendo un «de acuerdo» del conductor, al salir el viento helado golpea mi cara, y una vez más me pregunto si estaré haciendo lo correcto.

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