Second Star

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Los Irken no dormían, por ese motivo Zim no tenía que temer el estar sólo en la noche. Era perteneciente a una raza superior y confiaba en sí mismo más que en nada ni nadie más.

Se levantó cuando las estrellas comenzaron a despedirse, y con una leve sonrisa sacudió su uniforme mientras sentía ardor incoloro en sus mejillas; Estaba bastante avergonzado de haberse quedado a charlar toda la noche con el cielo estrellado.

Subió al Crucero Voot y continuó pensando largo rato en ello, lo suficiente hasta llegar a la base. Algunos humanos posiblemente lo vieron viajar por el cielo en pleno día, pero estaba seguro de que no serían lo suficientemente inteligentes como para causarle algún riesgo. Al llegar a la sala de estar se encontró a Gir, mirando TV al igual que siempre.

¡Amito! Lo estuve buscando toda la noche... WUAAAA - Lloriqueo un rato y se lanzó al piso para revolcarse entre llantos y gritos - No es cierto, ¡el mono feo de la tele me hizo compañía!

Zim lo observó mientras el pequeño robot alzaba los brazos al cielo y volvía a sentarse en el sofá para disfrutar de la televisión. Suspirando de cansancio, pronto dejó de ver al robot chillar y sin más se volteó a ver a algún lado, topándose con un reloj en la pared y viendo así la hora; llegaría tarde a la eskuela... aunque, ¿Por qué se preocupaba? No quería volver a ese lugar.

Quizá mañana podría intentarlo de nuevo.

(...)

Esa mañana se la pasó sentado en el sofá con Gir. No era la mejor compañía ni el mejor hábito, pero era divertido de todos modos pasar el rato en algo que no requería esfuerzo alguno.

Pasó el mono feo enojado que tanto le molestaba, pasó una película de terror con la que Gir chillo todo el tiempo, y finalmente llegó la maratón de películas románticas. Zim hizo un sonido de "pfff" con su boca al observar tales boberías e ideas ridículas.

Cambia la televisión Gir, esto es estúpido - Cruzó sus brazos, pero Gir no hizo nada. Zim suspiró y la película avanzó, mientras que él continuaba con pensamientos negativos ante el filme. El amor estaba lejos de ser algo importante en su vida.

Poco a poco sus ojos molestos mostraron asombro ante las previamente desconocidas emociones humanas, y sin querer, todo su mundo se vino abajo ante las frases y acciones que veía absorbiendolo en un mundo de novedades. Ahora sólo quedaba él, frenta a un infinito obscuro lleno de palabras que sus antenas percibían desde la televisión.

El tan llamado amor, en Irk era cosa prohibida. Nunca había escuchado hablar de ello más que en mundos extranjeros, y aún así, le era desconocido lo que se debía hacer o sentir para identificarlo.

¿Amo? AMIIIIITOOOOOO - Zim se levantó del sofa dando patadas a algo invisible ante el grito de su compañero, sintiéndose completamente alerta para combatir cualquier amenaza. Se detuvo al no ver a nadie atacandolo. - ¡Pensé que había muerto! Sé quedó inmóvil por muuuuuuuuuucho tiempo

LOS IRKENS PODEROSOS NO MUEREN - Gritó con ánimos fingidos, observando la televisión frente suyo. Estaban dando ahora el noticiero - ¿Y la película?

Terminó hace tres horas - Zim dió un chillido y salió corriendo de la base mientras se ponía su disfraz a tropezones. Cerró la puerta violentamente tras de sí; ¡Se había quedado divagando tanto tiempo que la película había hasta terminado! Tenía planes para ese día, y si quería no perder un día completo de su preciosísima vida, tendría que apurarse. Gir observó a su amo marchar, mientras que en ese preciso momento la televisión regresaba de la pausa comercial y continuaba con la película; no habían pasado 3 horas después de todo...

Entre tanto el Irken corría lo más rápido que podía por las calles, tomando el peluquín con sus manos rogando que no callera al piso en plena carrera. Quería ir al parque, dar una vuelta o simplemente quedarse solo a pensar; hacer lo que las personas normales hacen, tal como esa película había mostrado en muchas de sus escenas. No sabía muy bien por qué corría, pero dentro de sí sentía que el tiempo se le acababa para algo importante... y no quería que eso ocurriera, por ningún motivo.

Cuando llegó al parque observó a Dib sentado en una banca, mirando al horizonte bastante concentrado. Miró al cielo y maldijo todo a quién escuchara sus pensamientos por haber puesto precisamente a su peor enemigo en ese lugar; ¿En serio corrió todo el camino hasta allí para encontrarselo?

¡Ridículo! - Dijo en voz alta para sí mismo, antes de comenzar a caminar decidido y enfadado frente a Dib, dispuesto a pasar de largo. El humano lo miró unos segundos antes de sonreír por la peculiar escena frente a él, pero Zim no prestó atención. El alien se sentó unas cuantas bancas más allá.

En el silencio del parque, Dib volteó algunas veces dispuesto a encontrarse con la mirada del ser alienígena que por algún motivo bastante extraño estaba allí ahora, más cada vez que se volteaba a verlo, éste tan sólo observaba al horizonte con rigidez. Después de un rato se levantó y marchó de allí, aburrido de la falta de miradas y acciones por parte del alienígena.

Zim en cambio, sólo divisaba la laguna frente a él. ¿Tanto correr para sólo sentarse ahí? Que miserable era su existencia. Pero valía la pena estar allí, solo y en silencio.

Pudo ver a los niños corriendo y jugando, ancianos alimentando a los patos y sentir el viento rozar sus mejillas. Se dio cuenta de su triste vivir en ese lugar, en ese planeta, y en todos los rincones del universo. Él no era nadie, y lo tenía claro.

Fue un desastre desde que nació, causaba destrucción en lo que tocara y ni siquiera era invasor. Había sido enviado a un planeta no marcado y desconocido sólo con el propósito de dejar de estorbar. Claro que no era un imbécil; sabía todo lo que le querían ocultar.

Recordó lo que pensó cuándo niño, en esa época en la que un poco de aprecio le hubiese cambiado todo. Nunca nadie lo percibió, por lo que tuvo que tomar sus medidas en contra del mundo; "Si el mundo no me ve, entonces yo mismo me haré resaltar". Y fue entonces cuándo se nombró como el mejor, como el poderoso Zim, como alguien imposible de vencer. Fue cuando se dio cuenta de un detalle vital para sobrevivir entre seres sin sentimientos; El debía creer en si mismo más que ningún otro, aunque todo el universo estuviera en su contra.

Una sonrisa apareció en sus labios, mientras soltaba una risita desganada.

Quizás aquí... llegue a ser algo para alguien... - Y entonces se levantó dispuesto a irse a su base, aunque toda acción se vio frustrada cuando se detuvo a ver los colores mágicos del atardecer. Nunca había notado que existían, y el solo echo de descubrirlo ahora lograba que el día valiera la pena completamente.

¿Viendo el atardecer? - Y esa voz logró abrir sus ojos magenta, con temor y sorpresa.

D...Dib-cosa... - Dijo, volteandose a mirar la sonrisa en el rostro del contrario y quedándose en un silencio que ninguno de los dos quiso interrumpir.

Se sintió diminuto; pequeño ante la sorpresa de la repentina aparición del humano frente a él, con el bello atardecer de fondo, como único espectador de las silenciosas palabras de ambos jovenes solitarios.

Little World [Invader Zim - Zadr] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora