Fourth Star

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Volvió ese día a la eskuela como si nada, porque tampoco era como si alguién le dirigiera la mirada o notara su presencia.  Tenía los ojos entrecerrados, vigilando a su alrededor como le enseñaron en su entrenamiento para invasor. Un invasor Irken preparado por años, vigilando que no se le acercara un mocoso terrícola. 《Patético》Sonaba en su mente a cada instante.

Mira, ese niño Zim está ahí de nuevo. Te digo que no tiene amigos, tan raro... desde hace un año que sólo pelea con el raro de Dib, pero parece que ya ni se miran - Comentarios casuales por el pasillo, siempre atormentando sus preciadas antenas. Tenía un sentido de la audición algo sensible, y lo lamentaba en momentos así; ¿Por qué alguien querría escuchar tantos rumores absurdos?
Si fuese humano sería útil, claro. Escuchar información y luego venderla lo haría millonario pero, ¿Por qué un Irken querría dinero? Tenía tecnología para todo lo que quisiera.

El timbre sono y se dirigió a clases con rapidez, puesto que luego todos se empujarian por entrar y se quedaría sepultado entre empujones de nuevo. El era el más pequeño de la clase. Cuándo llegó era algo más alto que Dib y los demás, pero ahora todos le "ganaban" en tamaño; No demasiado, pero aún seguía con la altura de una chica bajita. Al llegar se sentó en su pupitre y vio entrar la peste de compañeros de clase que tenía, pero le hizo falta Dib. Miss Bitters entró y comenzó la clase.

Hoy hablaremos sobre la página 20.193 de su libro de Biología y luego harán planes para las actividades repulsivas que quiere hacer el establecimiento - Y todos abrieron sus libros en una página a la que nadie prestó atención. Los libros se abrieron al unísono y las escondidas antenas del extraterrestre se tensaron un poco por el sonido hiriente, aunque se recompusieron instantaneamente para intentar oír pasos por el pasillo, como siempre se oían cuando Dib llegaba tarde. En el pasillo no había nada.

¡Miren! ¡El cabello de Zim se mueve! - El alien se tenso antes de parpadear y acomodar su peluquín con nerviosismo. Para percibir sonidos con mayor precisión sus antenas tendían a levantarse y moverse un poco, provocando que lo que estuviese sobre su cabeza se moviera también. Zim dio gritos para defenderse.

¡Zita! Deja de parlotear y presta atención, y tu Zim, deja de chillar y siéntate... AHORA - Y la clase retomó el silencio incómodo. Zim revisó las páginas del libro de texto, notando organos que no pertenecían a su raza. Se sintió solitario de nuevo.

(...)

Pasaron los minutos de clases soportando el sueño, y finalmente Miss Bitters se levantó de su silla de madera vieja y se puso de pie en el frente del salón, con su figura vieja y aterradora vigilando en silencio. Se dignó a hablar entonces, luego de dar un suspiro.

La eskuela quiere, cómo todos los años, que cada clase elija un rey y una reina para representarlos. Ustedes estuvieron excluidos los años anteriores por ser inútiles. Pero éste año lo harán, y tendrán que competir en una batalla contra los otros soldados del sistema para intentar gobernar esta apestosa masa de tierra... - Zim sólo escuchó "gobernar" y suspiró cansado al saber que un día hubiese matado por ese puesto. Todos murmuraron, y de los murmullos y susurros pasaron a gritos y desorden. ¿Qué chica de 15 no mataría por ser reina de algo, y lucir un vestido hermoso? - ESTÁ BIEN. Ya callense. ¿Quién será el rey?

Y ahora silencio absoluto. Una vocecita de atrás del salón pronuncio un silencioso nombre; "Dib". Y todos voltearon. Zim pensó que era un abuso postular a Dib siendo que ni siquiera estaba para defenderse.

Está bien. Dib, ¿Y que reina? - Y todo en silencio. Miss Bitters no soportó y señaló a una chica cualquiera del salón. Resultó ser Gretchen, la chica rara que había dicho el nombre de Dib antes. Gretchen sonrió mostrando sus ahora derechos dientes.

La clase continuó hablando sobre preparativos y saliendo del aula para comenzar a trabajar en el escenario para la graduación. Zim sólo se sentó en una esquina con los brazos cruzados, con notable enfado. Mirando al cielo con el ceño fruncido se dio cuenta de que los días sin Dib eran aburridos. Incluso si Dib no hacía nada con el, era entretenido vigilarlo y sentir su presencia, sus pasos y sus locuras susurradas en los recesos creyendo que nadie escuchaba. Claro que Zim si escuchaba, gracias a sus antenas... pero tampoco eran tan fantásticas como para escuchar hasta la casa de Dib. Así que se preguntó, ¿Quién era el sin Dib? ¿Quién era el sin su orgullo sobreprotector? Bajó la cabeza al no encontrar una respuesta.

¡Cuidado con la pelota niño! - Gritó alguien desde lejos, mientras la pelota aterrizaba en la cabeza de Zim y hacía volar sus lentes de contacto. ¿Era necesaria otra burla del destino? - ¡Demonios! ¿Te dolió mucho?

Y Zim no contestó al observar como los ojos abiertos y asustados de la niñita frente a el no mostraban ningún temor al prcensiar sus extraños ojos magenta. Sonrió con alegría que no pudo disimular hacia la castaña de menor estatura.

Estoy bien - Dijo, levantándose y volviendo a colocar las lentillas en su lugar. Recogió la pelota y se la ofreció a la pequeña - Creo que es tuya

La niñita le sonrió antes de dar media vuelta y salir corriendo, dejando al chico verde con una sonrisita y una nueva emoción.

(...)

Estrellas, hoy sentí la soledad de nuevo, pero creo haber presenciado una acción que se valora en la tierra. Al parecer la llaman bondad, o algo así, quizás confundí las palabras... bueno, esa niña me miró con unos ojos tan llenos de una emoción que nunca nadie me había otorgado... era, ¿Preocupación? Quiero hacer felíz y preocuparme por alguien algún día yo también.

Little World [Invader Zim - Zadr] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora