(Editado)
Un nuevo día
El tiempo se me ha lanzado encima. Es como si hubiera estado esperando dentro del armario, junto con los monstruos que nos atormentaban cuando éramos pequeños, que habitaban en ese pedazo de madera que teníamos miedo de abrir a oscuras. Cuando nos hacemos mayores, nos damos cuenta de que los monstruos del armario son reales, pero no los vemos cuando abrimos las puertas, si no cuando las cerramos. Estos entes están por las calles, en forma de fracaso, de miedo, y en mi caso, se encuentran en todas las formas posibles. Dejando de lado mis pensamientos, me doy cuenta de que cada segundo que paso encerrado en mi mente, son cinco minutos en la realidad y me apuro. Ya habrá tiempo de contaros lo que siento.
Busco entre el armario y me pongo unos jeans rotos de color negro, que acaban en unas botas militares. Arriba visto con otra camiseta negra, y acabo completando mi estilo con una camisa a cuadros roja. Adoro las camisas. Me siento frente a un espejo que hay en mi habitación, y decido que hacer con el desastre de pelo que tengo, un cabello negro y un poco largo, pero no lo suficiente como para llegar a mis hombros. Como cada mañana, no me atrevo a hacer algo diferente, así que lo peino para un lado. Vuelvo a observar mi cara en el espejo, y cojo los pendientes de círculo que hay en un escritorio al costado del espejo y me los pongo. Para rematar, acabo haciéndome la raya debajo del ojo. A mucha gente no le gusta, pero que voy a hacer. Así soy yo, y no creo que merezca la pena cambiar. Me levanto del espejo y voy al baño. Cuando acabo, me dirijo abajo hacia la cocina, para escuchar un ruido de un motor afuera.
- ¿Qué rayos...?- Cuando me doy cuenta de que está sucediendo abro bien los ojos y dejo caer un suspiro.- Ryan se ha ido sin mí a la escuela. Otra vez.
- Eso te pasa por tardar siempre tanto.
Me doy la vuelta para observar a mi madre con su taza de café en la mano, y con el teléfono en la otra. Cuando lleva la bebida con el aparato, casi siempre es porque va a criticar a alguien a distancia. No puedo evitar pensar en lo desgraciadas que son sus amigas.
- Buenos días para ti también mamá.
- Ahorrarías más tiempo si no te maquillaras como ese chico que te gusta, ese tal Peterick Watz.
- Es Pete Wentz mamá, y no me gusta, solo me gusta su música.
- Lo que tu digas.
- ¿Puedes llevarme a la escuela mamá?
- Que te lleve tu padre.
Y con esa frase se va de la cocina. Todo parece normal, pero mi padre ahora mismo está en el trabajo. A dos kilómetros de casa. Supongo que no quiere llevarme, así que me toca caminar.
Salgo de casa, y cierro la puerta con llave, para dirigirme a la acera y emprender mi camino. El trayecto se me hará un poco largo, ya que cargo con mi maleta llena de libros y libretas. El instituto (o mejor dicho el infierno) nunca me ha llamado la atención por maquillarme, pero eso no quita que sean unos intolerables. Puede que nunca me hayan enviado a la oficina del director ni hayan llamado a mis padres, pero siempre tengo la penetrante mirada de los profesores en mi espalda, además, los oigo hablar de mi cuando se juntan al salir los estudiantes. Saco mi teléfono del bolsillo del pantalón y lo enciendo para ver la hora. Solo quedan cinco minutos para que suene la campana, y en coche ya se tarda en ir unos diez, así que voy tarde, otro día. Me pongo mis auriculares y me sumerjo en mi música, para hacer un poco más ameno el trayecto hasta la escuela.
...
- ¡Joshua Black! Es la quinta vez este mes que llega tarde, espero que tenga una buena razón para haber tardado tanto en venir. ¿Usted sabe la hora que es?
- Lo siento mucho profesora, no volverá a pasar. Mi hermano se ha ido sin mí, he tenido que venir andando hasta aquí.
- Todo son excusas señor Black, vaya a la aula de castigo. Hasta que no aprenda a llegar temprano no entrará más en esta clase.
Con esas últimas palabras salgo de la clase y me dirijo a la aula de castigo, que ya es como mi segunda casa. No es que sea un chico problemático, y aparte saco buenas notas. Si voy mucho al salón de los castigados es por culpa de mi hermano. No hace falta decir el porqué, ¿No?.
Mientras me dirijo a la aula los pasillos se me hacen eternos. Son grises, llenos de carteles de los clubs para estudiantes, y del equipo de rugby. Los jugadores de ese deporte son las estrellas de esta preparatoria. Todo el mundo los idolatra, todo el mundo los ama. A veces me gustaría ser como ellos. Un chico querido por la mayoría, no odiado por todos. Y sobretodo me gustaría ser como ellos para no recibir las humillaciones de todos, cada momento de mi vida en el instituto. Si al entrar me hubiesen dicho que me iban a juzgar por todo y por todos, seguramente yo no estaría aquí. Se supone que el instituto es un lugar al que vienes a aprender y hacer amigos, pero resulta que consigues lo contrario. La gente va a por ti y cada vez que te entregan un examen te dan ganas de llorar.
Saco los pensamientos de mi cabeza al ver que ya estoy enfrente de la puerta de la aula a la cual me dirijo, o bueno, dirigía. Abro la puerta, y me encuentro con que no hay un profesor, otra vez. Normalmente los encargados de vigilarnos se van a tomar un café a los dos minutos de entrar, para no tener que aguantarnos. Echo un vistazo, y cuando veo a una persona en especial le doy una sonrisa.
- ¡Josh amigo mío! ¿Qué haces aquí?
- He vuelto a llegar tarde por culpa de Ryan, ya sabes, lo de siempre. ¿Y tú?
- It's detention, sabes que siempre estoy aquí.
Este chico que acaba de hablar se llama Axel Smith, y es mi mejor amigo. Se parece a mí, de hecho, somos parecidos, pero no en todo, ya que si no nuestra amistad sería muy aburrida. ¿Qué es una amistad sin peleas sin sentido? No se que haría sin él. Es la única persona que me escucha, me comprende, y está junto a mí siempre. Ah, y otra cosa, Axel es homosexual. Desde el momento que me confesó que le gustaban los hombres, rompimos todos los muros que podían haber entre nosotros y nos empezamos a contar todo, y cuando digo todo, es absolutamente todo. Ya iréis sabiendo más cosas sobre Axel, de momento concentrémonos en el presente.
Me siento junto al chico, y empezamos a hablar de todos los temas que se nos ocurran, hasta que suena la campana de la segunda clase, y salimos del aula para, esta vez, no llegar tarde.
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Este ha sido el primer capítulo editado, espero que os guste, hay todo mi cariño en él. Por favor, me haríais un gran favor si votarais y comentarais en el capítulo, aparte de decirme que os parecen los cambios, las críticas están aceptadas.
Os quiere mucho, Argoga.

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A de Antisocial
Mistério / SuspenseSiempre hay que seguir adelante, intentar continuar con tu camino, seguir luchando, pero cuando todo el mundo se esfuerza en intentar que fracases, las ganas de lucha se convierten en un deseo de venganza. Aunque para mí, la venganza nunca fue una o...