Resentimientos

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I. Resentimientos.


Sendai...si pudiera definir con palabras este lugar probablemente sería, el sitio donde escapé. Viví en Tokio durante un par de años, pero mi familia proviene de esta prefectura, en donde el frío se hace presente gran parte del año. Tal vez, por esa razón nunca fui capaz de adaptarme del todo a Tokio, a su ajetreo, a su intenso calor en verano.

Ese insoportable calor que se conjugaba con mi dificultad para respirar cada vez que te encontraba. Me sentía ridícula, absurda, más cuando te veía rodeado siempre de chicas. Nunca he logrado describir ese sentimiento, pero al menos agradecía una cosa, era la única que lo notaba, la única que notaba el ridículo que hacía al quererte de esa forma.


—¡Konoe-san! —gritó un joven de cabellos negros, mientras una chica pasaba a su lado, emitiendo simplemente un suspiro—¡Leeca! —reiteró su nombre tomando esta vez su muñeca.

La chica se giró y lo observó con mala cara para luego soltarse de su agarre. Acto seguido, se quitó sus audífonos y miró de frente al muchacho—¿Qué sucede ahora, Kuroo? —preguntó la joven, que se veía muy cansada.

—¿Qué es eso de que te vas? —cuestionó el jugador de voleibol, haciendo que la joven simplemente sonriera de lado.

—No es como si me fueras a extrañar, capitán—aseguró, haciendo que una de las tantas chicas que lo acompañaban abriera la boca.

—No te hagas tanto de rogar, pueblerina perdedora. Kuroo-san ni siquiera debería hablarle a una insignificante como tu—recriminó enfadada, siendo apoyada por las otras muchachas.

—Tienes toda la razón—contestó calmadamente, la muchacha de cabellos violetas—No debería gastar saliva en mí ya que no existo, capitán—aclaró la joven, que luego de decir aquellas palabras se colocó sus audífonos y siguió su camino.

Tokio era extremadamente cálido, y sin embargo, mi última memoria de aquel lugar era tan gélida, como el peor invierno de Sendai.

******

Me desperté otra vez con el mismo sueño. Han sido tantas noches, que a veces pienso que solo es un sueño, y no un recuerdo de mis días dolorosos.


—¿Ya es hora? Pensaba que iba a poder volver un poco más—comentó al aire la muchacha y se fue directamente hacia la cocina, encontrándose con que su refrigerador estaba vacío—Parece que seremos solo tú y yo, Kuro—le habló a un pequeño gato negro de ojos azules que se paseó dichoso entre sus piernas mientras aguardaba por su desayuno—Al menos a ti te gusta estar a mi lado—acotó sirviéndole la comida al gato, para luego ir a la sala a ver televisión—Lo mismo de siempre—agregó, viendo que el pequeño gato había finalizado de comer y maullaba, dándole a entender a su dueña que ella también debía alimentarse.


De pronto, se sintió como alguien había tocado a su puerta, pero la chica permaneció en el sofá hasta que escuchó como esa persona le gritaba desde fuera de la casa.


—¡No voy a esperar eternamente a que vengas a buscarlo! —gritó un chico desde la calle, haciendo que la dueña de casa se levantara perezosamente y fuera a recibir a su visita.


Han pasado exactamente doce meses desde el momento en que me mudé nuevamente a Sendai, específicamente a la casa de mi familia. Muchas cosas habían cambiado desde aquel verano hace tres años en que mis padres se habían separado. Mi padre se quedó con mi tuición y decidió llevarme de un día para otro hacia Tokio, sin darme la oportunidad de decirle adiós a alguien que era realmente importante para mí.

~Just be friends~[Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora