Fuimos mejores amigos

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XXI. Fuimos mejores amigos.


Nos conocimos el mismo día que llegué a Tokio. Extrañamente, aquel día hacía mucho frío. Por lo general, la temperatura en esa zona no tenía días fríos, al menos no en la época en la que mi padre y yo llegamos. Sinceramente aún me sentía paralizada. El ataque de mi madre había sido hacía poco tiempo, y entre que me convencía que ella deseaba dañarme, e intentaba comprenderlo, no me daba tiempo para acercarme a las personas.

Extramente había comenzado a aislarme desde el momento en que mi padre y yo íbamos de viaje a Tokio. No conversé con nadie, ni miré a persona que estuviese en el tren porque estaba temerosa de que me dañaran.

Lo mismo sucedió cuando por fin llegamos al barrio que mi padre había escogido para que viniéramos a vivir. Al bajarme del camión solo deseaba entrar a mi nueva casa. No quería ver a nadie, ni hacer siquiera contacto visual, pero algo me sobresaltó, una mano que acababa de tocar mi hombro. Era un chico un poco mayor, de cabellos negros y ojos color avellana, con una sonrisa bastante particular. Él me había llamado varias veces, pero yo lo había ignorado debido al temor y la ansiedad que sentía solo de estar en un lugar desconocido para mí.

—Hola ¿vas a vivir aquí ahora?—preguntó amablemente el muchacho—Yo soy Tetsurou Kuroo, vivo al lado de tu casa, y la que está a mi lado es la de Kenma, mi amigo—explicó amablemente, mientras la chica lo observaba con miedo—Disculpa ¿te encuentras bien?—preguntó, intentando acercarse, pero solo recibió una mirada de pánico, y vio como la chica simplemente corrió hacia su casa nueva—¿Habré hecho algo mal?—se preguntó, haciendo que el padre de la muchacha se acercara.

—Tu no has hecho nada malo, es solo que ella tiene miedo. Ha pasado por momentos muy complicados, y no sabe lidiar con ellos—explicó cómo pudo, el padre de Leeca—Muchas gracias por recibirla de esa forma. Sé que tarde o temprano logrará acercarse a ti—agregó, para luego retirarse hacia su hogar.

Ese día tuve pesadillas que no me dejaron cerrar los ojos por más de veinte minutos. La imagen era constante, exactamente la misma, mi madre con ese cuchillo en la mano, mirándome con odio, con ese odio que nunca había experimentado por parte de ninguna persona. Me sentía presa de mis propios recuerdos, mi madre, Sendai, Tsukishima, sobre todo Tsukishima y la culpa por abandonarlo. Porque eso es lo que sentí desde el instante en que hui con mi padre de ese lugar, culpa y dolor por dejarlo, porque mis sentimientos eran sumamente fuertes por él.

Lamentablemente, y aunque mi padre me reiteró en muchas ocasiones que las cosas iban a mejorar, yo solo sentía que me hundía cada vez más. No era capaz de salir de casa, aún no había decidido ir a una escuela, y tampoco tenía las ganas, ni la motivación para eso ¿qué podría hacerme ir a una escuela?

Lo único que me mantenía de pie era el vóleibol, y la esperanza de volver a jugar en algún momento, pero tenía miedo, demasiado temor siquiera de salir a la calle. Las pocas veces que lo había logrado, había sido con mi padre a mi lado, y me había encontrado con ese mismo chico.

No sé por qué razón, pero Kuroo no dejaba de intentarlo, no dejaba de ir cerca de mi casa para poder conversar conmigo, pero nunca lo logró...hasta ese momento.

—Volar—susurró la chica, que jugueteaba en el patio con una pelota de vóleibol, llamando la atención de su vecino, que iba pasando por ese lugar después de su práctica.

—¿Juegas vóleibol? —preguntó entusiasmado, irradiando una enorme felicidad, como si hubiese descubierto el mundo en aquel momento.

—Sí—contestó escuetamente la chica, pensando que con eso se iría, pero vio que el muchacho se sentó de inmediato frente a ella, interesado en saber más.

~Just be friends~[Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora