CAPÍTULO 22

2.1K 238 40
                                    

Ese no había sido mi primer beso. Y con primer beso no me refiero a ese que le robé a Nicholas en una noche lluviosa mientras dormía, ese no contaba como beso, ya que la otra parte no estaba consciente de lo que habíamos intercambiado era como si no tuviera valor alguno. Y después estaba ese beso que le di al tal Félix que venía de intercambio. Beso que preferí enterrar en lo más profundo de mi memoria y hacer de cuenta que nunca había sucedido.

Así que podría decirse que hasta ese momento mis labios eran parcialmente vírgenes. Pero el recuerdo que venía unido a mi primer beso, propiamente dicho, no era un recuerdo feliz, eran de esas memorias que por más que uno intente ocultarlas u olvidarlas, es imposible, vuelven a uno, una y otra vez, recordándote que tu corazón por un momento pudo vacilar, sólo para volverse más fuerte, más rencoroso.

Tenía doce años. Estaba en la puerta de la adolescencia. Los cambios me eran abrumadores haciendo difíciles de asimilar. Solía sentirme avergonzada de cómo mi cuerpo comenzaba a cambiar e intentaba ocultarlo con ropa unas tallas más grandes de la que debería usar.

Había recibido una invitación al cumpleaños número trece de Marcus. Según había dicho, quería hacer algo especial, pero nada del otro mundo, donde sólo estuviéramos las personas importantes para él. Así que sólo había invitado a Helen, a mí, y también a Nicholas. Sabía que en verdad a este último lo invitó más por obligación que por otra cosa. Si nos invitaba a Helen y a mí, Nicholas venía incluido en el paquete, y lo mismo con Marcus, a pesar de las peleas siempre éramos un grupo de cuatro.

Siempre creí que nuestro grupo de amigos era el más extraño del mundo, porque varios de nosotros no nos llevábamos bien, incluso teníamos sentimientos de odio por el otro, pero eso no parecía ser razón suficiente para disolver el grupo.

Habíamos quedado que los cuatros íbamos a festejar el cumpleaños en el parque de diversiones. Helen había sugerido dicho lugar, y Marcus pareció gustarle la idea en el momento en que se la expusieron.

El primer juego al que subimos fue los autos chocones, ya que era el favorito de Marcus y hoy era su cumpleaños, era justo que él fuera el primero en elegir a que subirnos.

Al principio las cosas marchaban bien, Helen chocaba con mi auto, yo chocaba a Marcus, Marcus chocaba a Helen, Helen iba por Nicholas, Nicholas corría con su coche detrás de mí. Y así nos mantuvimos un tiempo. Riéndonos cuando lográbamos alcanzar al otro para chocarlo primero. Alentábamos a Helen, quien era la mejor en escaparse y esquivar a los contrincantes, y abucheábamos a Marcus ya que era siempre el que ganaba, ya que era el que lograba chocar más a los demás.

En cierto momento el auto de Marcus chocó con el costado del mío. Lo miré enviándole mi mejor mirada de amenaza, y él sonrió en respuesta. Lo perseguí en vano, porque logró esquivarme a la perfección y sin que pudiera entender bien su maniobra, terminó chocándome a mí de vuelta. Posiblemente un año atrás su choque hubiera significado para mí una gran ofensa y lo hubiera perseguido encarnizadamente hasta estrellarlo contra la valla y dejarlo fuera del juego. Pero las cosas ahora eran diferentes. Extrañamente diferentes. Y digo extrañamente porque todavía no me acostumbraba a la "amistad" que estaba surgiendo entre nosotros dos. Desde que me había ayudado en la casa de la abuela de Helen, esa noche que me había ido a buscar al bosque y juntos enfrentamos al frío y a mi herida, que por un momento pensé que moriría. Sí, soy exagerada, no podía morir por una herida en el pie, pero el hecho de hallarme perdida, la vergüenza de ser descubierta besando a Nicholas y sumado al dolor de mi pierna, todo eso en conjunto había desesperado mi raciocinio, llevándome a pensar que me hallaba a un paso de la muerte, y verdaderamente lo sentí así. Toda esa experiencia sirvió para que mi rencor por Marcus disminuyera, todavía quedaba algo de odio en mí, pero el agradecimiento que sentía, más esa nueva sensación de protección que me brindaba su presencia habían llevado a opacar los sentimientos anteriores. Marcus ya no era un enemigo. Sí las cosas marchaban viento en popa, podía escalar de ex-enemigo a amigo. Y yo realmente deseaba que así fuera. Anhelaba conocer más de Marcus, las cosas le disgustaban, las cosas que amaba hacer, sus aficiones, sus miedos, en que era bueno, ¿Había algo en lo que fuera pésimo?, ¿Tocaba algún instrumento?, ¿Qué música escuchaba?, nunca me había sentido tan curiosa sobre una persona, y nunca creía que pudiera estar sintiéndome así por Marcus, ¿Yo deseando ser amiga de Marcus?, ¡Jamás!, ¡Ni asediada por la más fuerte de las locuras!, pero aquí me hallaba a mí misma, queriendo saber más de él, arrepintiéndome al mismo tiempo, de haber ignorado todo sobre él, durante todo este tiempo, durante todos estos años.

FLASHBACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora