CAPÍTULO 28

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Los tres ingresamos a la sala. Lea se encontraba recostada sobre la camilla, y cuando nos vio acercarnos se levantó de inmediato, y caminó apresurada, con los pies descalzos, en nuestra dirección. El corazón se me paralizó cuando vi que se dirigía hacía mí.

— ¡Señorita!, ¡No se levante! — dijo Lupita, la enfermera, intentado detenerla. Pero Lea no le hizo caso, su rostro mostraba una determinación nunca antes vista.

Cerré los ojos con fuerza y fue cuando escuché como una palma se estrellaba contra una mejilla. Lea había lanzado una cachetada, pero no era para mí.

Abrí los ojos lentamente, y así entendí que había sucedido. Lea había estrellado su mano sobre el rostro de Nicholas, dejándole la mejilla con una marca colorada.

Nicholas se quedó petrificado, obviamente no se la esperaba, nadie se imaginó que Lea fuera a hacer semejante cosa. Seguramente Nicholas pensaba que Lea saltaría a sus brazos en el momento que lo viera atravesar esa puerta, pero no. La princesita miraba a Nicholas con un rostro envuelto en ira. De uno de sus ojos se escapó una amarga lágrima, que recorrió su piel creando un surco de humedad salada.

— ¡Nunca pensé que me harías esto! — dijo y comenzó a pegarle en el pecho, pero no parecía ocasionarle mucho daño, ya que no tenía fuerzas suficientes — ¡TE ODIO!

Nicholas estaba sorprendido, quería decir algo, pero no sabía qué, ni tampoco intentaba detener los golpes de Lea. Cuando vio que ella lloraba desenfrenadamente, fue cuando ya no pudo quedarse callado, intentó abrazarla, pero Lea rehuyó de sus brazos como si estos estuvieran recubiertos de mierda de perro.

— Amor, ¿Qué sucedió?, no te entiend...

— ¡NO ME LLAMES AMOR!, ¡Ya no soy tu amor! — Lea empujó a Nicholas con fuerza, quien tuvo que sostenerse de la silla, que tenía detrás, para no caerse y hacer un desastre en la sala.

¿Debía detenerlos?, la verdad es que no quería. Quería seguir viendo como Lea descargaba toda su furia sobre Nicholas, nunca los había visto pelear, esta era una situación especial, pero no podía dilatar más las cosas, tenía que jugar el papel de buena amiga. ¡Ah!, ¡Qué diablos!, no iba a detenerlos, ¡No señor!, iba a dejar que se peleen delante de mí, y usaría mis dos ojos para nunca mejor espectáculo. Todo esto era gracias a mí, era mi premio, y me merecía disfrutarlo.

En fin, aunque al final me decidí no interrumpirlos, la pelea acabó rápidamente, ya que Marcus si decidió interferir para que esa contienda no se fuera a mayores. Además, la enfermera estaba muy asustada, no dejaba de repetir ¡Basta, señorita! Como un disco rayado, y si la cosa se dilataba mucho más, algo me decía que Lupita saldría corriendo en busca de ayuda que pudiera controlar la situación, y eso sería peor.

Miré con el ceño fruncido a Marcus, mientras este interponía toda la extensión de su brazo entre Lea y Nicholas, empujándola con suavidad para separarla de su novio, o ¿Debería comenzar a llamarlo exnovio?, ¡Qué bien suena!, ¡Ja, ja!, exnovio, ex, ex, exnovio... no puedo dejar de repetirlo en mi mente como una canción de victoria.

¡Bueno es el momento de ponerse sería!, el plan no terminaba acá, ni por asomo, todavía quedaba mucho por hacer.

— Lea, tranquilízate — dije rodeándola por el cuello en una especie de abrazo confortador. Ella dio un pequeño giro y comenzó a llorar en mi hombro. Podía sentir como sus lágrimas ensuciaban mi piel y humedecían mi ropa. Qué asco.

— Es qué... es... es qué — esta vez estaba llorando más fuerte — Nicholas no es el chico que yo pensé que era... ¿Cómo puede ser tan malo conmigo?, ¿Yo qué le hice? — sus palabras habían salido obstruidas, ya que tenía el rostro pegado a mi hombro, pero no por eso fueron inentendibles.

FLASHBACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora