CAPÍTULO 51

1.4K 190 45
                                    

No estaba muy segura que decisión tomar. Ayer cuando salí de la psicóloga, me sentí segura, ya quería tomarme el bus para volver a la universidad, pero hoy, la historia es otra. Estoy dudando otra vez.

Me senté en la plaza de juegos al que venía cuando era niña. Allí estaba el tobogán, una vez Marcus se cayó de él por ponerse a bailar en la cima. ¡Qué susto nos pegamos ese día! ¡Lo creímos muerto!, por suerte sólo sufrió un esguince en el tobillo.

Allí estaba la calesita, el hipocampo era el animal favorito de Helen, era capaz de no hablarte durante una semana si se lo robabas antes que ella pudiera subir.

Estaban las hamacas, recuerdo que los cuatros competíamos a ver quién podía llegar más alto. Nicholas siempre era el ganador.

Sonreí por la calidez del recuerdo. Y una lágrima rodó por mi mejilla. Ya estaba llorando otra vez. Intenté pensar en otra cosa para que unas pocas lágrimas no se convirtieran en un torrencial.

Caminé por la plaza para despejar mi mente un poco. Fueron unos minutos, y cuando ya estuve más serena, me senté en un banco de madera, el cual me resultó familiar de inmediato. Lo inspeccioné con algo de interés, me traía tantos recuerdos.

— ¿Todavía estará por aquí? — me pregunté a mí misma en voz alta.

Caminé alrededor del banco, buscando con los ojos eso que hacía años que no veía.

— Aquí está — dije agachándome junto al pequeño cordón de cemento que bordeaba el banco por detrás.

Rocé con la yema de mis dedos, la superficie alterada. M + D, estaba inscripto de manera cóncava, como si alguien hubiese escrito con el extremo de un palo mientras el cemento estaba fresco, y eso fue lo que pasó, hace aproximadamente diez años.

Habíamos venidos a jugar después de la escuela. Había unas partes de la plaza que estaban restringidas por reparación, pero nosotros nos aventurábamos igual. Obviábamos la liana de precaución e investigábamos las reformas que se estaban llevando a cabo.

— ¿Qué estás haciendo? — le pregunté a Marcus cuando lo vi tomar del suelo una varilla delgada.

— Haciendo que dure para siempre — dijo y como no entendí que quiso decir me acerqué a ver que estaba haciendo.

— M + D — leí en voz alta lo que había dibujado en el cemento fresco — ¿Qué significa? — le pregunté.

— Marcus y Diana — respondió con una sonrisa coqueta.

— ¿Estás loco? — no podía creerlo — ¡Borra eso! — me lancé sobre el cemento para borrar lo que Marcus había escrito, pero él me detuvo, abrazándome por la espalda.

— ¡Suéltame! — chillé sacudiéndome para intentar zafarme de su abrazo, pero era en vano, me tenía apresada muy fuertemente.

— ¡No!, porque lo borraras.

— ¡Por supuesto que lo borraré!

Al final nos pasamos toda la tarde discutiendo. Yo intentando llegar al cemento fresco para deshacerme de la evidencia, y Marcus evitando que me acercara. Por su parte, Helen y Nicholas no nos hicieron mucho caso, sólo se dedicaron a jugar en las hamacas, ignorando nuestra pelea sin sentido.

El recuerdo llegaba hasta ahí. Y sonreí mientras volvía a repasar el contorno de cada letra con mi dedo.

— Marcus y Diana — pensé en voz alta — Tenía razón, así durará para siempre. Pasaron diez años, y todavía está aquí, como un recuerdo de lo que él sintió por mí — y dije sintió, porque después de lo que le había hecho, dudaba mucho, que todavía Marcus siguiera albergando sentimientos por mí.

FLASHBACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora