Un ruido en la puerta nos despertó.
— ¡Chicas, ya es mediodía!, ¡Le van a dar el alta Lea! — Jeremy nos llamaba del otro lado de la puerta.
Miré el reloj de mi celular, con los ojos entrecerrados, intentando que la luz de la pantalla no quemara mi retina. Efectivamente, faltaban diez minutos para las doce.
— ¡Ahí vamos!, esperen que nos vistamos — le respondió Helen, mientras se sentaba en la cama, con un bostezo y un rostro todavía adormilado.
Era horrible esto de dormir pocas horas. Sentía todo el cuerpo pesado, y era difícil mantenerse despierta a voluntad.
— Sabes, estaba pensando lo de Marcus y tú... — dijo Helen mientras revolvía en su lado del placar — Fue muy repentino, nos sorprendió a todos, pero... estoy feliz. Feliz por Marcus, porque ya no lo harás sufrir, y por ti, porque al fin te diste cuenta de lo que te conviene — levantó la vista y me sonrió orgullosa, como le sonríe una madre a su hija luego de aprobar un examen de matemáticas en la escuela.
— Me cansé de pelear por un amor imposible — esa era una gran mentira, todavía seguía peleando, estaba en el clímax de mi batalla, y ya podía saborear la victoria.
— Me alegro — alegó Helen — que te hayas dado cuenta a tiempo — y luego de eso recibí un abrazo de ella, al cual no correspondí, porque tenía las manos ocupadas con un pantalón de jean.
Salimos de la habitación y encontramos a Jeremy y Marcus que nos esperaban apoyados sobre la pared del pasillo. Mis ojos se encontraron con los de Marcus y automáticamente recordé lo que había sucedido la noche anterior, nosotros, sobre el sillón, besándonos y tocándonos. Levantó la mano y abrió la boca para decir algo, pero no le di lugar. Mis mejillas se tiñeron de rojo, se me aceleró la respiración y desvié la vista hacía la pared opuesta. No podía mirarlo a la cara. Sentía tanta vergüenza, tanta que me quemaba el rostro y el cuerpo entero.
Helen me miró con sorpresa y luego a Marcus. Al parecer se percató de mi reacción para nada natural.
Caminé por el pasillo de manera apresurada, y los demás me siguieron por detrás.
— ¿Qué le pasa a Diana? — escuché a Helen susurrar por detrás, pero no susurró lo suficientemente bajo para que no la alcanzara a oírla. Estoy segura al cien por cien que lo hizo a propósito para que escuchara.
— ¿No será culpa mía? — preguntó Jeremy alarmado, olvidándose de susurrar — ¿Fue por qué los interrumpí?
— ¿Cómo que los interrumpiste?, ¿Qué estaban haciendo? — preguntó Helen más que interesada, pero con un tono pícaro en la voz. Le divertía esta situación, y a mí se me hirvió el rostro de la vergüenza, incluso creo que me salió vapor caliente de los poros.
— ¡Ay!, ¡Ya cállense! — los regañé, todavía sin voltear, no me atrevía a conocer la expresión que podría tener Marcus.
Ellos rieron, pero ya no volvieron a decir nada al respecto.
Al final Lea no recibiría el alta al mediodía, al parecer debía estar internada durante un día más.
— ¡Sólo fue un pequeño desmayo! — reclamaba Lea desde su camilla, intentando obtener su libertad.
— ¿Pequeño desmayo?, ningún desmayo es pequeño — replicó el doctor Angaraes.
— ¡Quiero irme a mi casa!, ¡No soporto más este pueblo de mierda!
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FLASHBACK
Любовные романы¿Cómo fue para ti la primera vez que nos conocimos? ¿Qué sentiste en ese segundo que intercambiamos nuestras miradas? y ¿La primera vez que tomaste mi mano? ¿Cuándo fue que caí rendida a tus pies? Estoy enrollada en un grave dilema, estoy enamorad...