CAPÍTULO 29

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Nos volvimos en un taxi, ya que como el auto lo había alquilado Nicholas, se quedaría en el estacionamiento del hospital hasta que su inquilino decidiera regresar con él. El viaje de regreso fue en silencio, pero no era un silencio incomodo, para nada. Si no que como tenía tanto sueño, y mi mente no se encontraba en condiciones para formular una frase de más de tres palabras seguidas, Marcus pareció comprenderlo y respetar mi silencio reparador, o por lo menos por un rato.

— Todo va a estar bien — dijo Marcus, y yo quise responderle que realmente no me importaba. Qué Lea se recupere o no, no era una preocupación que ocupara mi mente, ni en el más pequeño de los rincones, porque cuando la vi despertar, comprobé que ya estaba bien, fuera de un peligro mayor, y con eso murió cualquier preocupación que pudo existir en mí por ella. Por otro lado, la relación de Nicholas y Lea, esa era otra historia y me estaba gustando el rumbo que estaba tomando.

Giré el rostro para mirarlo, y le sonreí levemente. Justo en ese momento llegamos a la casa, primero bajé yo, y Marcus permaneció unos segundos más dentro, pagándole al taxista por el viaje. Yo me quedé en la vereda esperándolo, eso es lo que hacen las novias, ¿No?, aunque sea una falsa.

Cuando ambos estuvimos dentro de la casa, Marcus cortó el silencio con una pregunta.

— Tú... ¿No quieres que todo este bien?

Lo miré sorprendida.

— No sé qué...

— No me refiero sólo a la salud de Lea, sino a la relación de ellos dos.

— No es así — intenté negarlo, pero había sonado como una evidente mentira. Algunas verdades son tan obvias, que son imposibles de ocultar, y una de ellas era esta, justamente.

— Tú todavía lo amas, ¿No?

Abrí la boca para negarlo, pero no podía decir nada de lo que estaba pensando. Debía decir que no, que Nicholas ya no ocupaba mi mente, que ahora sólo podía pensar en él, pero me era imposible, era buena mentirosa, pero tampoco hacía milagros. Además, cada vez que negaba mi amor por Nicholas se sentía como una traición hacía él, suena estúpido, pero era la única manera en que podía guardarle fidelidad, amándolo en silencio, deseándolo en secreto, siendo fiel a mis sentimientos, más que nada.

— Niégamelo — Marcus se acercó hasta mí, y me tomó por los codos — por favor.

— Yo... — quería negarlo, debía hacerlo, pero por más que lo intentara, no me salían las palabras... o talvez no quería negarlo, talvez quería que siguiera rogando por mi amor. Había algo, talvez era esa expresión desesperada que me mostraba Marcus, que me generaba un sentimiento de satisfacción, de placer, acompañado de un deseo de prolongar su dolor, su desesperación, y que su mente se llene sólo de mí.

— Ya veo... — Marcus me soltó lentamente, y por una razón que desconocía no me gustó sentir como sus dedos se separaban de mi piel. Era una sensación dolorosa y molesta — todavía te gusta.

Marcus me miró fijo y con un gesto serio, tal vez estaba esperando que lo niegue, pero no lo hice.

— Entonces...— volvió a hablar cuando vio que no recibiría una negativa de mi parte — ¿Por qué aceptaste salir conmigo?... no — pareció pensarlo mejor para volver a formular la pregunta — no, mejor dicho, ¿Por qué me incitaste a que te propusiera salir?

Pasé saliva. ¿Tal vez estaba dudando de mí?, ¿Puede que haya descubierto mi plan y sepa que es mentira que lo considero mi novio?, debía buscarme una buena excusa, una lo suficientemente creíble.

— No voy a negar que todavía siento algo por Nicholas — bien, primero debía reconocer parte de la verdad, todavía me gustaba Nicholas, eso era cierto, nunca dejó de hacerlo, debía darle a entender que no le mentiría, y con esto confiaría en mí, le daría a entender que no me importaba decirle la verdad, aunque esta fuera dolorosa, entonces, cuando confíe plenamente en mí, en cada palabra que diga, lo tendré justo en medio de mi mano y podré hacer de él lo que yo quiera. Marcus abrió los ojos con sorpresa, y con algo de dolor, justo el efecto que deseaba obtener en él — pero ya no es lo mismo... — y aquí comenzaba la mentira — siento que mi amor por él se ha ido desvaneciendo lentamente — ¡Mentira!, cada vez lo deseaba más — Siento cosas por él, pero no a la misma medida... — fingí una expresión de vergüenza, o talvez no la fingí y fue verdadera, después de todo, a pesar de ser una mentira no dejaba de ser embarazosa —Ahora... creó que puedo enamorarme de otra persona — Marcus me miró sorprendido.

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