Devuelveme la luz 01

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Yo lo amaba, no se si él lo sabía, pero yo moriría por él. Si, eso en su momento fue así. Por él habría hecho lo que ninguna mujer haría. Por él lo daba todo pero eso cambió.

-Li Eun- escuchar mi nombre me sacó de mis pensamientos.

-¿Si?- pregunté, tan ingenua tratando de prestar atención a quien me llamaba.

-¿Me pasas los documentos de la repisa, por favor?- eché un vistazo a la biblioteca, habían dos repisas cerca del gran ventanal.

-¿Esos?- señalé. Tratando de adivinar a cuales se refería. Na Min miró en la dirección de mi dedo y solo asintió, rápidamente me dirigí a pasárselos. 

La biblioteca se encontraba en los pisos mas altos del establecimiento del instituto y al dirigirme a la ventana pude observar el maravilloso día que se asomaba. Na Min y yo solíamos hacer algunas actividades extra curriculares por algunos puntos extras, pero esta vez solo estábamos ayudando a limpiar por los comienzos de clase. 

-Escuché que el vendrá este año al colegio de nuevo- Si, Jungkook entrará de nuevo en nuestro instituto.

Hace un año cuando yo tenia 16 y él 17, Jungkook y yo, nos conocimos de una forma muy peculiar.

En ese tiempo la mayoría en el instituto sabía que el venía del extranjero, que venía de América y tal vez tendría algunas cosas diferentes a los chicos de por aquí. O bueno, tal vez eso último solo lo pensaba yo.
Todos sabían claramente como era el, su físico, su carácter, su pasado y hasta como era su familia.
En muchas ocasiones escuché muchos rumores sobre el famoso "Jungkook" del cual yo no tenía ni idea, "es un rompe corazones", "es multimillonario y solo tiene 17 años", "perdió un año escolar porque algo malo le pasó a su familia".
Tantas cosas que se rumoreaban sobre él que en ese entonces, me hicieron tener curiosidad y quise saber quien era "El chico guapo de la familia Jeon".

Recuerdo que me encontraba en la sala de Computación con Na Min, limpiando algunos ordenadores para la siguiente clase, era la tercera semana de clases en el año, yo era nueva y Na min también. Iba a botar la basura en el cesto y de la nada entró un chico a la sala de Computación. Su rostro se veía fatigado, cansado y hasta al borde, vi una gota de sudor recorrer su sien y caer en su hombro. Se posicionó tras la puerta después de entrar y nos pidió a Na Min y a mi, con su dedo índice en sus labios que no hiciéramos ningún ruido.
Era claramente mas alto que yo, su piel era blanca sus labios rosados y llevaba su cabello castaño desordenado. Parecía que algo no andaba bien y no era permitido que los alumnos entrarán a la sala de Computación sin alguna autorización y a los que teníamos la autorización de entrar se nos había pedido que respetáramos ese orden.
Aun después de que el pidiera silencio me atreví a decirle lo que claramente le habría dicho a cualquiera que entrara de esa forma.

-Disculpa- traté de llamar su atención pero el buscaba algo en la pared.

-No puedes estar aquí, bueno si puedes pero solo si tienes un permiso para hacerlo- se lo dije tratando de parecer calmada. -¿Lo tienes?- nunca lo había visto antes y supuse que era alumno nuevo, miré a Na min, tal vez era su amigo, ella negó. Encontró lo que buscaba en la pared, los interruptores de la luz, los bajó y de pronto todo estuvo oscuro.

-Disculpa- le dijo Na min quien trató de llamar su atención y yo me le uní. 

-Disculpa- debo pedirlo con tranquilidad. -pensé-. 

-¿Podrías encender las luces de nuevo?- lo pedí con voz amable y su repuesta me pareció llena de amabilidad y respeto también.

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Es la primera historia que publicaré, espero les guste.

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