✩¿Donde Están Mis Rosas?★

Quédate 12

-Pudrete- lo dije bajo pero lo suficientemente alto para que lo escuchara.

En muchas ocasiones había sentido sus manos sobre mi cuerpo, y había sido el único chico en hacerlo, hacía tiempo no sentía sus manos rozar las mías con tanta delicadeza que me llevaba al borde de la locura.

Se bajó del auto y lo escuché caminar. Aceleré mi paso. Un leve suspiro salió de mi garganta cuando lo sentí tomar mi mano. Porque no se largaba y dejaba de hacerme la vida imposible.

-Sube al auto- su tono de voz entraba a ser una súplica. -Por favor- suspiró. Me detuve. ¿Porqué hacía esto más difícil?. Me tomo de la cintura pegándome a el. Olía delicioso. Se que el esperaba que yo le dijera que me soltara, pero no podía. ¿Cómo podía decirle a tremendo sentimiento que se alejara de mi?. Lo dejé llevarme al delirio con un simple abrazo por la espalda. Su respiración tocó mi cuello. Estaba siendo vulnerable por él y su efecto en mi.

-Está bien subiré al auto- dejé un beso en su mano derecha cuando lo hice soltarme mientras le decía lo que quería escuchar. Estaba cansada, de discutir con el, de tenerlo lejos, de creer que era él, el que mandaba mensajes sin remitente, de tantos celos y más aun de no saber nada de él.

Me dejó en mi casa. Y el problema surgió en el momento en el que mi padre me vio llegar y a JK bajarse después de mi.

-Llegas tarde- el tono de mi padre era tal cuál debía ser. Me regañaba por llegar tarde. Bajé mi mirada, el tenía la razón.

-¿Has comido algo?- preguntó.

-No- dije, y escuché una segunda voz después de mi.
Caí en la cuenta de que mi padre se lo preguntaba a el y no a mi.

-¿Por qué no te quedas?- esa fue la voz de mi padre entrando a la casa y dejando a JK como invitado en la cena.

Los ojos de JK llenos de petición me hicieron dejarlo quedarse a cenar en mi casa. Esto me pareció algo tan usual. "La rata" como solía llamarlo mi padre, estaba cenando en mi casa como en los viejos tiempos. El ambiente estuvo con total comodidad, la plática se fue a un, "¿Aun no sabes lo que quieres estudiar?", mi padre ya había hecho esa pregunta para Jk. "No señor, aun no lo se". Terminamos de cenar y la respuesta de JK se llevó un consejo de mi padre.

"Solo estudia lo que tu quieras, después de todo es tu vida la que dependerá de lo que te formes ahora".

Mi madre quería hacer las compras y se llevó a mi padre con ella. Un guiño de mi madre me lo dijo todo.

JK podría llegar a ser un total niño, tocando todo lo que estuviera en habitación. Pero su cuerpo me dejaba fuera ese pensamiento, era todo lo contrario desde otra perspectiva. Llevaba unos jeans azules, una camisa manga larga, y sus típicos zapatos color mostaza. Su cabello sin ningún arreglo, sus labios rosas de siempre y sus anillos en los dedos. Seguía siendo el mismo y la que había cambiado era yo.

-Pasaré por ti mañana- no era una pregunta. Simplemente me decía lo que el haría. -Y te traeré a casa- añadió. -Si quieres ir a otro lado me lo dices- eso fue una orden. Iba a decirle que no, que no lo quería cerca, pero ya no iba a mentirle.

Recordé la primera vez que me dijo que me amaba. No entendía porque había mandado todo al excusado. Comencé a llorar sin darme cuenta, y teniéndolo a el presente en mi habitación. Sus brazos rodearon mi cuerpo por la espalda y me atrajo a él.
Me sentía una estúpida por ser tan vulnerable frente a el. Me deje llevar por sus brazos, y me llevó a acostarme en la cama y acercarme a el, cerré mis ojos mientras sentía su delicioso olor. Estuvimos así un largo tiempo y me sentí al borde del sueño. Lo escuché hablar.

-Si supieras cuanto te amo, no llorarías de esa manera- besó mi frente y sentí un frío apoderándose de mi. Sus brazos ya no me tocaban y lo sentí alejarse.

-Quédate- le pedí aún con los ojos cerrados. Lo necesitaba, estaba cansada de rehusarme a tenerlo cerca. De mentir y decir que ya no lo amaba.

Sentí la cama hundirse a mi lado y a el acercarse a mi. Necesitaba esto, necesitaba su calor. Besó mi brazo y se acomodó a mis espaldas.

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DISFURTENLO