Soy incapaz de volver a querer a alguien, de enamorarme nuevamente. Realmente es horrible ese sentimiento de saber que tienes el corazón roto y que nada ni nadie puede repararlo. Esto nunca debió ser así pero el destino es reacio a darme la felicidad. Me la da por instantes y pienso que en eso consiste la vida, pequeños momentos de felicidad enmarcados en la memoria de las personas para poder ser retomados y recordados cuando la soledad y la angustia asechan. Y eso es lo que me ha quedado, momentos, recuerdos que duelen en lo más profundo del alma, por lo cual me niego a pensar en ello. No quiero ni siquiera recordar que algún día fuimos felices, que te entregué mi vida, mi corazón y mi felicidad. Pero como siempre el destino nos dio un golpe de realidad. No sé tú, pero yo me arrepiento de tantas cosas, sobretodo de las que nunca llegamos a materializar o a realizar. Lo que me ha quedado fue un interminable sufrimiento con el cual viviré el resto de mis días...