Hoy no consigo concentrarme en nada de lo que hago, tengo una inquietud por dentro que me resulta difícil explicar. Es esa misma sensación, el mismo nerviosismo de saber que te voy a ver, aunque, muy a mi pesar, sé que no es así. Hoy algo oprime fuertemente mi pecho, me viene pasando muy a menudo últimamente y no sé qué hacer para hacerlo desaparecer. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero la mía es totalmente absurda, he querido verte entrar por esa puerta tantas veces, incluso como una tonta me he sentado a esperar que eso ocurriese, pero nunca ocurría y ahora sé que nunca ocurrirá. Sólo espero un milagro divino, algo que, si no te trae de nuevo hacia mí, por lo menos me dé un poquito de paz. Que le dé un poquito de paz, un poquito de sentido a esta vida que se tornó vacía desde el día de tu partida.