Y fuiste tú. El escritor de mis sueños, el escultor de mi cuerpo, moldeando a tu gusto cada parte de mi ser. Quien con una mirada sabía qué me pasaba. Ese fuiste tú. Fuiste ese milagro escondido detrás de una sonrisa, esa calma que llega tras la tormenta. Ese tenue silencio en las noches y el brillo en mis ojos cada vez que me sacabas una sonrisa. Fuiste ese que ha logrado desarmarme ante el amor, el que logró lo que nunca antes un hombre había logrado. Y si tú, siendo el equivocado, lograste despertar tanto amor en mí, lograste que te amará tantísimo, cuando llegue el adecuado será un amor mucho más puro y verdadero, podré amarlo a él más intensamente gracias a ti. Y aunque yo te esté diciendo esto, el equivocado fuiste siempre tú, si porque, podrás haberme hecho sentir mujer durante un tiempo, y tú puedes estar con otras personas, eso es ley de vida, incluso llegarás a quererlas y a amarlas mucho, pero nadie te querrá, nadie te amará con la misma intensidad, con el mismo ímpetu, ni con la misma ansiedad que yo. En cambio, yo si podré volver a amar de aquella manera e inclusive muchísimo más.