El frío calaba hasta debajo de la ropa; la blancura de la nieve lastimaba la vista, y eso hizo gruñir a uno de los que iba bajando en el auto.
—Papá, ¿no podíamos ver al tío Mae en casa? Dijo que podía venir...—se quejó el pequeño Omega, Hye, su abuelo sólo le puso una chamarra adicional de uno de los adultos al niño.
—Está muy lindo aquí cariño, además a tu mamá le hace bien alejarse del trabajo —comentó Hye, sonriendo divertido al ver a Jian parado frente a la puerta del pequeño restaurante, ya Suni turnando sus ojos entre la entrada y su pareja, esperando a que Jian decidiera dar un paso.
—Hace un poco de frío, es verdad —Frotó sus brazos Teuk casí resbalándose con el hielo de calle, Hye se acercó al Beta, y hombre con el que llevaba saliendo un tiempo, para sostenerlo.
—¿Tenía que venir? —murmuró Suni más para si mismo, aunque Jian escuchó igual, aquello le hizo reír y liberar un poco de tensión.
Había buscado a esa persona toda su vida: se sentía nervioso. Si seguía ahí, el frio se volvería más crudo, así que abrió la puerta sin postergar más; fueron recibidos por la calidez del establecimiento, bañado en cálidas luces y colores, de la madera rojiza del suelo y mesas.
—Disculpe —comenzó Hye con una sonrisa y voz suave, al ver a Jian incapaz de decir palabra, otra vez en lo que llevaban en el pueblo—, buscamos a Byung Mae.
Un hombre bastante alto, similar a la estatura de Jian, dejó una charola por la barra de servicio a la cocina; un rostro que denotaba carácter los recibió con una mirada analítica; los cabellos negros y curvos se agitaron cuando el hombre se giró a observar al grupo en la puerta.
—Vaya, vamos, ese Mae debe ser popular —contestó con una sonrisa que descubría sus dientes blancos, sus ojos estaban cubiertos por unas gafas.
—Ah, bueno Sí, quedamos de vernos con él y...—Cuando el hombre se quitó las gafas, y fijo sus ojos en los verdes de Jian, ojos del mismo color, el Alfa volvió a sentir que las palabras le abandonaron.
Era un niño la última vez que lo vio; ahí estaba sonriéndole, más alto de lo que creyó sería; la actitud jovial, esa pose desenfadada de ese hombre, le recordó que él era el más sentimental de los dos, porque sintió sus ojos humedecer.
—Eh, si sigues mirando sin decir nada te vas a poner viejo, y si vas a llorar deberíamos buscar una mesa, Jian —dijo el hombre, con la esencia clara de un Omega, pero un cuerpo que decía lo contrario a lo vulnerable que normalmente se veía uno.
—Sigues diciendo sin pensar mucho lo que quires —finalmente respondió el Alfa, y siguió a ese confiado Omega—. No sabes lo importante que es poder verte.
Todos se sentaron, y un hombre viejo se acercó a dejarles café, y chocolate caliente para el niño, que lo recibió gustoso. Hasta el momento, los presentes habían estado sólo observando el encuentro entre esos dos.
—Si desean, podemos... —sugirió Suni, quien creía que podrían necesitar hablar solos.
—¿Mae? —preguntó Jian.
—Que va, ni siquiera me los has presentado —rio Mae al ver a su primo avergonzarse por ese detalle.
El Alfa hizo una breve presentación de su familia, observando la cálida sonrisa cuando mencionó el hecho de estar enlazado y con un hijo.
—Tiene tus ojos —opinó el Omega, apreciando a quien llevaba el mismo nombre que él.
—¿Y tus hijos? —cuestionó el Alfa, dando un vistazo rápido.
—Vienen para acá, están con unos amigos, muchachos al fin —se encogió de hombros.
—Te ves diferente, más... —intentó decir el abogado.
— ¿Fuerte y alto? —interrumpió—. Digamos que decidí cambiar muchas cosas, como jamás dejar que un Alfa me mirara como cualquier cosa, y esperar sorprenderte cuando te viera.
Mae había estado no sólo cambiando la firmeza de su carácter, sino la imagen docil del cuerpo de un Omega; agradecía la genética de la familia, que le dio buena estatura.
Él también estaba emocionado, lo suficiente como para lagrimear con Jian, pero tenían tanto de que hablar que llorar podía esperar.
—Te encontré —murmuró Jian, apretando la mano de su hermano, quien tomó las suyas.
—Sabía que lo harías —correspondió el gesto de Jian con sus manos.
—Quiero saber todo lo que has pasado —pidió el Alfa.
—Es tan larga la historia, que no quisiera contarla, pero que le hago, si hasta tu pequeño está aquí —sonrió al niño que lo observaba curioso—, y le pusiste mi nombre.
Unos adolescentes entraron por la puerta del establecimiento, y se acercaron a su madre, analizando cautelosos a los extraños, hasta que el Omega los presentó.
Los chicos se sentaron en una mesa detrás de los otros a petición de su madre, o papá, como lo llamaban.
—Veamos, escucharan la historia de su papá a detalle, y mejor que la que les he dicho —explicó a sus hijos—. Supongo que empezaré con lo primero que me acuerdo; tu eras muy pequeño Jian, yo casi cuatro...
Mae recordó cuando solía jugar con un pequeño, demasiado dulce, Alfa; hijo único como él, y tan sólo como el mismo, encontrando compañía y cariño en el otro.
Muchas, demasiadas, cosas le arrebataron por el mero hecho de la estampa con la que nació.
Nunca le dejaron vivir una niñez normal, lo educaron para engendrar y cuidar niños.
Jamás le podrían devolver lo que perdió; cabe decir que nunca le arrebataron la voluntad de construir su propio destino.
Mucho del trayecto de su camino dolió, no podría decir cuánto quiso llorar y que le consolaran, o cuántas veces se dio cuenta que nadie iría a consolarlo, tragando su tristeza para no caer.
Y nunca perdió la esperanza.
No se derrumbó porque sabía que alguien lo buscaba, y porqué sus hijos eran la felicidad que quiso proteger.
Suponía que hubo muchos que se ahogaron en su desesperación, que fueron olvidados, y nadie en el mundo los quiso buscar.
Su historia comienza incluso antes de conocer a Jian, uno de los pocos a quien llamaría familia, aunque ahora veía que su familia había crecido para ambos.
No todo era felicidad, sin embargo eran sus memorias, y por eso mismo le eran preciosas.
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N/A: Parece que de la historia hay mucho todavía que decir jeje. Gracias por leer.
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Maravillosas Cartas [Omegaverse]
Fanfiction[Saga un cuento de Maravillas: Spin off. Es necesario leer el primer y cuarto volumen]. Byung Mae, en realidad tiene una historia tan complicada, que prefiere no contarla, aunque su primo, y a quien considera su hermano, vuelve a encontrarse con él...