PROLOGO.

8.2K 456 150
                                    

—¡No lo quiero ni ver!.—

Gritó la chica con enojo de solo ver al bulto en los brazos del chico; cargaba a un recién nacido.

—¡Me arruinado la vida!—Siguió gritando despertando al bebé que dormía plácidamente en los brazos de su padre. 

La chica camino con todo y maletas a la puerta principal para irse.

—¡Amelia!, ¡¿Qué cosas dices?! ¡Es nuestro hijo!.—

Atem retuvo a la mujer de ojos castaños y cabello rubio de su hombro, sin embargo esta lo empujo.

—¡Reacciona!.—Dijo Atem.—¡No puedes abandonar así a Yami, es tu hijo y nos necesita!.—

Atem quería que la chica recapacitara las cosas...

Hace un mes y medio que tuvieron al niño y aun que no estaba en sus planes del moreno tener a un hijo, a temprana edad, él, había agradecido a los dioses por concederle una bendición y ponerlo en su camino, sin embargo Amelia, la chica con la que había andado de noviazgo estos últimos dos años, no pensaba lo mismo.

Amelia se giro hacía Atem y le planto una bofetada sonora.

—¡Por tú culpa es que perdí mi figura!.—Grito la chica iracunda.—¡No quiero a ese niño! , ¡por mi quedatelo!, ¡no me interesa hacerme cargo de él!.—

Por último tomo sus maletas y a paso apresurado, se fue por la puerta principal azotandola en el proceso.

Rebeca, la sirvienta que estaba escondida en una habitación salió en ayuda del señor Halackti tras oír el gran escándalo de Amelia.

—Señor Halackti, ¿Esta bien?.—Pregunto preocupada la rubia a Atem que sólo veía al pequeño bulto que no paraba de sollozar.—¿Atem?.—

—Sí.—

Lentamente se levanto con una mirada decidida, abrazo a su hijo.

— Estoy bien. Nada por que preocuparse.—Contesto Atem seguro.

♠♠.Instituto Domino♠.♠

—¡Es verdad! ¡Tiene un bebé!.—

—No puede ser, debe de ser una broma.—

—Se dice que su novia lo dejo por el niño.—

—Lastima, siendo un adonis y ya esta encadenado a cuidar a un mocoso.—

Los rumores se esparcen como polvora, los chismes andaban de aquí para allá, en toda la escuela.

Pero a Yugi no le importaban los rumores, en lo absoluto, y menos si los rumores trataban de un solo hombre.

¿Qué acaso no tienen otra cosa más que hacer con su vida? ¿O Es que acaso era necesario meterse en una?

Vaya, las personas si que cada vez le venían sorprendiendo cada vez más.

—¿Por qué no sólo se meten en sus cosas y ya?.—

Murmuro Yugi para si mismo mientras se dirigía a su siguiente clase, pero para eso necesitaba primero ir a su casillero por uno de los libros que utilizaría.

Tocaron la campana, Yugi se apresuro a llegar a su casillero, y para cuándo estuvo en frente del mismo, lo abrió y busco el libro, sin percatarse quien estaba a su lado.

Salto del susto cuando sintió un pequeño jalón en su pantalón, creyó pensar que había sido un animal pero cuándo bajo la mirada, jamás creyó encontrarse con unos ojos grandes, tan rojos como el color de las cerezas o un atardecer finalizando el día. Eran simplemente hermosos, cautivadores.

El bebé, quién seguía jalándo de su pantalón seguía insistiendo en tomar un poco de su atención.

—Yami, deja de jugar.—

Yugi entonces se dio cuenta que no estaba solo, escucho una profunda voz que se le hizo conocida.

Levantó la mirada y...

¡SANTO JESUCRISTO REDENTOR!

¡Casi le da el patatús al ver de quien se trataba!.

Miles de preguntas cruzaron por su cabeza:

¿No estaba expulsado?, ¿no se había ido?, ¿¡Qué demonios hacía el aquí de nuevo?!

De inmediato, cerro su casillero; ciertos nervios le invadieron junto con alguna mezcla de molestia y amargura.

No quiso ver a su Compañero, que por algún tiempo lo trato (en el Pasado) , cerró su casillero, no quería ni cruzar la palabra con él.

Y  sin embargo; no pudo evitar darle un vistazo al bebé que estaba en su pequeña silla. El niño, movía sus manitas hacia arriba, hacia Yugi, queriéndole decir que lo cargara.

—Cárgalo si quieres.—

Su voz interrumpió los pensamientos de Yugi sobre huir de ahí e irse a su clase, pero había dos razones por las que aún no daba un paso:

1. El niño que lo seguía jalando de su pantalón.

2. Aquel extraño sentimiento de poder quedarse y mimar al niño que desconoce por completo.

—Pero ten mucho cuidado, porqué si le haces algo a mi hijo lo vas a lamentar.—
Hablo fuerte y claro Atem, sacando a Yugi por segunda vez de sus pensamientos con una advertencia;  si Yugi llegara a hacerle daño a su hijo, lo lamentaría.

—¿Qué? ¿Tú hijo?.—

Yugi, no puedo evitar preguntar. ¿Hablaba enserio?, la curiosidad podía más que las ganas de ignorarlo y seguir su vida cómo siempre fue.

Atem cerro su casillero y se volteo a verlo, Yugi se encrespo al verlo; ahora era mucho más alto, sus facciones del rostro se habían endurecido un poco y se podía ver en sus ojos un sentimiento extraño que poseía.

—Sí, mi hijo.— Confirmo Atem una vez más.

♠.♠.♠

R E M A S T E R I Z A N D O.

◽◽◽

Las palabras que no me gustan se van. Algunas veces agregaré cosillas para detallar y pulir el fanfic.

¡Uff!, que manera de empezar el año.

Soltero y con un bebé. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora