7: Llamada De Emergencia.

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- Joven con cortes en las muñecas. - Informaba la señorita de la ambulancia mientras bajabamos todos del transporte.

- Muy bien, trauma uno. - Dijo un doctor llevándose la camilla donde estaba Atem hacia una sala apartada.

- ¿A donde lo llevan?, ¿va estar bien?. - Pregunte mientras una enfermera me detenía.

- Tranquilo muchacho. - Me dijo y luego me dirigió hacia una sala de espera, hizo que me sentará, me examino de pies a cabeza al igual que Yami. - ¿Conoces al joven que acaba de llegar?. - Me cuestiona. -

- Sí, el es un amigo. - Contestó. Ella asiente, tiene unos papeles a la mano y una pluma y apunto lo que decía. - ¿Va a estar bien?. - Pregunte con desespero.

- Veré como esta y te conseguiré información, ¿de acuerdo?. -

Asentí.

Ella guardo sus papeles y después me examino a mi y al bebé.

- ¿Es tuyo?.- Me vuelve a preguntar.

-¿Eh?.

- El bebé, ¿es suyo?. -

¿Qué podía contestar?, si contestaba que no, me lo iban a quitar y llamarían a servicios sociales y le quitarían al bebe a Atem y yo.... Ya no lo vería nunca más.

- Sí, es mío. - Mentí, sabiendo que probablemente me metería en problemas, pero llevaría acabo esta mentira hasta que saliéramos de aquí.  - Se llama Yami. -

La señorita sonrió con ternura.

- ¿Te pareces si me sigues para que te cambiemos de ropa?. -

Asentí convencido, ahora que me daba cuenta, tanto como yo y Yami teníamos la ropa manchada de sangre de su padre.

Me sentía afligido por ello, jamás pensé que Atem llegará hacer tal barbaridad y más frente a los ojos de su hijo.
¿Qué carajos le pasaba?, ¿por qué demonios quería quitarse la vida?.

Dios sabrá que hubiera pasado si yo no llegaba.

Lo bueno de todo esto, era que Kaiba me había dado el número de...

Detuve mis pensamientos de inmediato, pare de seguir a la enfermera, esta al verme que me detuve, me vio extrañada.

- ¿Sucede algo?. - Me preguntó amablemente.

- De hecho... Sí. - Dije lentamente. - Necesito hablarle a alguien. ¿Le importaría?. - La enfermera negó y acepto a Yami en sus brazos, Yami comenzó a sollozar un poco, ahora se que no le gusta ser cargado por cualquier persona.

Me alejo un par de centímetro de ellos, saque mi teléfono, el cual estaba hecho una ruina total, la pantalla estaba roya, pero aún así parecía que servía, pero no por mucho tiempo.

Rogué por qué el aparato me concediera solo una llamada. Marque el número, espere los tonos de llamada y al tercero me contestaron.

- ¿Hola?. -

- ¿Para eso me diste su número?. - Reclame en voz baja, no quería que la enfermera se enterara de todo este lío.

- No me digas, ¿ya lo hizo?, ¿de verdad lo hizo?. - Me cuestiono Kaiba con voz severa pero de igual forma desesperada e incrédula.

- No me vengas con eso ahora Kaiba. ¿Lo sabias?, ¿sabias que esto iba a pasar?.

- Algo así. - Me contestó serío.

- ¿y no dijiste nada?. - Prosegui, di un vistazo hacia a la enferma, la pobre trataba de calmar a Yami que seguía llorando, después volví a la llamada. - ¿Por qué me diste su número?. -

- Escucha, esta conversación la tendremos en persona. Hay muchas cosas que quiero decirte y de verdad quisiera que me ayudaras con esto. Porqué yo solo no podré. - Me dijo.

Me quedé confundido y a la vez intrigado, ¿de que esta hablando?.

- ¿Qué no podrás solo con qué?. - Pregunte.

- Con Atem. -

Me quedé callado y pensé las cosas, un montón de recuerdos llegaron a mi mente en ese preciso instante, los recuerdos que llegaron eran malos; del daño tanto psicológico y físico que el me había provocado, no sabía si esto era el karma actuando sobre de él, porque si era así, no quería que él Karma lo castigará de esta manera.

- ¿Desde cuando lleva cortándose?. - Pregunte.

- Desde que Amelia quedó embarazada . -

Cerré los ojos con fuerza, no podía creer que Atem estaba haciendo eso, se llevaba cortando desde que el niño había nacido; día, tarde noche; segundo, minuto y hora; Día, semana y mes...

Sentí una enorme desesperación y un enojo que jamas pensé tener y sentir. Yo sabía que ella no era para él, se lo dije incontables veces y jamás me hizo caso.

Del coraje que sentía algunas lágrimas surgieron de mis ojos, me las limpie de manera rápida, odiaba cuando mi enojo salía así, pues, ahora, no tenían una manera de liberarlo cómo debería.

Necesitaba romper algo.

Me contuve una vez más, me calme un poco, inhale aire y proseguí con llamada.

- Estoy en el hospital central de Domino. - Dije. - Quiero que vengas aquí, me digas todo lo que sepas. - Colgué la llamada y sin pensarlo dos veces arroje mi teléfono al suelo tan fuerte que hasta se acabó por romper por completo.

Esa bruja lo destrozo or completo, destrozo y corrompió a lo que una vez fue mi amigo. Y lo hizo a tal grado que lo llevó hacer tal acto.

- ¿Todo bien?. - Aquella enfermera me sacó de mi estupor, levante el teléfono destrozado y lo volví aguardar.

- Sí, solo... Solo llame a alguien, no es importante. -

Por supuesto que lo era, pero no iba contarle detalles a la enfermera.

Ella me dio a Yami, quien de inmediato dejó de llorar, la señorita se sorprendió pero no dijo nada, nos dirigió hacia un bodega donde tenia ese tipo de ropa para las enfermeras, pero ella me dijo que me colocará tan siquiera la chaqueta, así sabría el personal que yo no era empleado, me devolvió a la sala de espera.

Me dijo que esperara, ella vería que información podían conseguir de mi amigo. Le agradecí por ello y ya no la volví a ver.

Había perdido la noción del  tiempo había esperado, ya se me había cansado el culo de estar sentado y para poder entretenerme tan siquiera un poco me dispuse a caminar en círculos, a este paso bajaría de peso, pero no era en lo único en lo que pensaba, si no también en Yami, el pobre de seguro se moría de hambre y yo que ni siquiera tenía dinero para comprarle algo de leche.

Joder, Kaiba, ¿donde estas?.

- Lamento la espera. - Voltee rápidamente al escuchar su voz, traía consigo una pañalera consigo. Por supuesto en su mano traía una botella de leche, se la quite de inmediato y se la di a Yami, de inmediato el bebé la tomó entre sus pequeñas manos y procedió a beber tan rápido, tuve que quitársela, si bebía así le iba a doler más tarde el estomago.

- Bebé con calma. No quiero que te enfermes.- Como si mis palabras tuvieran efecto en él, me hizo caso. Cuándo le devolví la botella, ya bebía la leche con más calma. Luego me devolví con Kaiba.

- Cuéntame lo todo. - Dije.

*Continuará...

Soltero y con un bebé. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora