Bueno, debía admitir que era de esperarse ¿Dónde más estaría el Shimada mayor? ¿El mismo que estaba tan orgulloso de sus orígenes y tradiciones?
Sombra había explicado que desde hacía unos meses el clan Shimada había sido derrocado, dejando al antiguo jefe del clan como el único dueño del magnífico e imponente castillo de Hanamura.
Inmediatamente había tomado un vuelo a Japón, atravesando medio continente con impaciencia, pero al estar frente a las grandes puertas de la entrada los nervios empezaban a comerme vivo.
Si él seguía ahí ¿Qué podría decirle? ¿Cómo actuaría él? ¿Cómo podría disculparme?
Respiré hondo y decidí entrar. Rodeé la puerta y me dirigí a una entrada secreta que Genji me había mencionado la vez que estuvimos allí en la misión, explicándome que siempre la usaba para escaparse cuando era joven.
Después de caminar por unos pasillos, salí a un espacioso jardín. Comparado con la última vez que estuve allí, parecía un lugar abandonado. No podía negar la belleza de las construcciones de madera, ni de los árboles que decoraban el paisaje, pero había cierto aire de descuido. La vegetación del suelo estaba tomando el lugar, y había partes dentro de las casas donde se notaban signos de pelea, con madera destrozada, cristales rotos y salpicaduras de sangre bastante viejas.
No parecía haber nadie allí, el silencio era casi sepulcral, como si solo se escuchara el sonido del viento. La oscuridad de la noche no ayudaba mucho, no había ninguna luz encendida y solo podía ver gracias a la iluminación de la luna.
Seguí caminando por el castillo, esperando ver alguna señal de vida, pero por más de media hora no pude encontrar nada.
Suspiré derrotado. Localizarlo parecía ahora mucho más difícil de lo que esperaba, nunca se me había ocurrido la posibilidad de que también se iría de la base, o al menos, siempre pensé que se quedaría con su hermano. Segundos antes de que me rindiera y me fuera de allí, el sonido seco de una flecha clavándose en la pared me detuvo.
Unos centímetros menos y habría terminado en mi cabeza. Giré mi rostro con lentitud buscando al causante de aquel disparo.
Con su singular vestimenta dejando al descubierto el dragón de su brazo, Hanzo sostenía su imponente arco y caminaba hacia mí con su característica mirada seria e imperturbable.
Dios, como lo había extrañado.
Se acercó a mí y, con un movimiento rápido, tomó la flecha de la pared y la quitó, sin dejar de observarme con sus ojos cafés que tanto adoraba, pero ahora era diferente.
Me miraba con odio. No, algo peor, con desprecio.
"Largo de aquí" dijo con hostilidad "La próxima vez no fallaré"
Escuchar su voz después de todos aquellos meses deseando estar a su lado... Ahora estaba a unos centímetros de mí, pero se sentía mucho más lejano que antes. Sus palabras eran hirientes en muchos sentidos. Sabía que las cosas cambiarían, pero no hasta ese punto.
Él se estaba alejando nuevamente, dándome la espalda. Su cabello suelto estaba mucho más largo desde la última vez que lo había visto.
Unas semanas para conocernos, días para enamorarnos, meses para olvidarlo.
"Hanzo" lo llamé, pero me ignoró y siguió caminando.
No podía dejar las cosas así. Di pasos hacia él e intenté detenerlo, pero esquivó mi mano con facilidad.
"Déjame explicarte" rogué mientras lo seguía "Por favor, no tenía otra opción..."
"He dicho que se largue" respondió con desdén.
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Just Don't [McHanzo]
FanfictionEl renombrado Jesse McCree vuelve a Overwatch después de cinco años impartiendo justicia bajo mano propia. Confiado, astuto y armado con PeaceKeeper no hay nada que pueda detenerlo. Sin embargo, bajo el sol sobresale un lazo dorado que danza en el a...