Capítulo 21.5 [Extra]

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Él deslizó la puerta de la habitación con un solo movimiento, entrando en ella para luego voltearse y guiarme hacia adentro, sujetando la parte delantera de mi camisa.

Todo parecía tan ilusorio, tenerlo tan cerca, ver su iniciativa al atraer mi rostro para poder besarme, sus manos jugueteando por todo mi cuerpo.

El desenfreno por estar juntos provocaba que mis movimientos fueran agresivos, quería deshacerme con rapidez de la ropa que lo cubría, desgarrarla, admirar cada parte de su cuerpo, extasiarme con el sabor de su piel, desatar todas las fantasías con las que había soñado todos esos meses sin estar a su lado.

Hanzo me besaba con impaciencia, deslizando mi camisa mientras repasaba con sus manos todo mi cuerpo, bajando luego para desabrochar el cinturón que tenía.

Hice lo mismo, quité el listón grueso de su cintura, y el resto fue dejado de lado antes de llegar siquiera a la cama, terminando completamente desnudos, dejando ver la excitación por el momento.

Solo ver la perfección de su cuerpo, con su piel blanca, suave, perfecta hacía que quisiera devorarlo por completo.

Él se separó un poco de mí, y en un simple movimiento hizo que me sentará en el borde de la cama, mientras él se acomodaba sobre mí. Llené de besos su cuello, mordiéndolo fugazmente por todo su pecho que tanto deseaba, escuchando su respiración entrecortada.

Acaricié con mi mano sus muslos, subiendo sin timidez a su entrepierna, empezando el vaivén de los movimientos. Escuché como empezaba a jadear, perdiendo el aliento. Decía mi nombre, tan ligero, tan suave, tan silencioso. Me encantaba, lo deseaba, quería que fuera mío.

Después de un rato, solo escuchaba su respiración. Con curiosidad miré para saber que lo había hecho detenerse. Se mordía el labio, con fuerza, tanta que parecía que fuera a sangrar si seguía haciéndolo.

"Déjame escucharte" susurré cerca de su piel, pasando mi mano por sus labios.

Inmediatamente temí por lo que había dicho. Hanzo seguía mordiendo su labio, pero me miraba con malicia, levantando una de sus cejas. Empujó un poco mis hombros, tumbando mi cuerpo por completo sobre la cama, mientras me dedicaba una mirada traviesa, acomodándose un poco más abajo.

"Déjame escucharte" imitó desafiante, mientras con ayuda de sus manos y boca, lamía mi miembro sin ningún pudor, con movimientos tortuosamente lentos.

Logró su objetivo. No pude ahogar los sonidos que provocaba el contacto de su lengua, haciendo más consistentes sus movimientos cada vez que escuchaba mi voz asegurando el placer que sentía.

Pero no quería terminar, no así. Me levanté un poco, tomé su rostro, obligándolo a que se detuviera, y con suavidad giré para que él se recostara completamente en la cama, quedando yo encima de él, bajando mi mano por el camino que formaba su abdomen.

"Tan directo..." escuché decirle con respiración agitada.

Lo observé, con sus ojos cafés brillando, sus labios rojos y húmedos curvados en una sonrisa seductora, con su cabello oscuro esparcido por la sabana. Lo quería, deseaba ser la única persona que lo viera así, la única que pudiera darle placer, quería hacerlo mío y solo mío.

"¿Acaso no lo deseas?" pregunté mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja.

"Tal vez" respondió en un tono ligeramente divertido.

"Ya me has respondido eso antes" dije un poco molesto "¿Acaso has hecho esto con alguien más?"

"Quien sabe" respondió sin desdibujar una sonrisa burlona "Tal vez"

Lo más probable era que sí, aunque no estaba seguro de si lo había hecho con otro hombre. Simplemente decidí ignorarlo, y en ese momento él me acercó más, pasando sus manos por mi espalda, juntando aún más nuestros cuerpos.

"Solo hazlo" musitó él con impaciencia.

Trague saliva. Él ordenó, yo obedecí. Quería que lo disfrutara de principio a fin, lo hice con cuidado, aun con mi nula experiencia en ello.

Hanzo mordió sin compasión mi cuello al primer movimiento, pero no se quejó, siendo él quien a veces me atraía, recompensando cada movimiento con un agudo rastrillo de sus uñas en mi espalda.

Lo escuché musitar, pero no me detuve. Él siseó cerca de mi cuello palabras en su lengua natal. No las entendía, pero no me importaba, era música para mí escuchar esa dulce voz diciendo aquellas palabras mientras su respiración era agitada.

Se sentía endemoniadamente bien, más que cualquier otra cosa que hubiera hecho antes. Tener a Hanzo así superaba cualquier sentimiento que haya tenido, cualquier fantasía que pudiera imaginar. Aun cuando terminamos la primera vez, no parecía suficiente para ninguno de los dos.

La noche apenas empezaba. Desboqué todos mis sentimientos y deseos, desquitándome del tiempo perdido, temiendo que fuera un sueño del que despertaría en cualquier momento.

Just Don't [McHanzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora