C12: Algo parecido al amor.

567 57 7
                                    

El cerebro de Sebastián Yatra estaba completamente en blanco tratando de procesar lo que Leah le acababa de decir. Parpadeó un par de veces y se quedó observando a la chica que permanecía en silencio contemplándolo a su vez.

—¿Qué?—preguntó finalmente.—¿Desde cuándo lo sabes?—cuestionó Sebastián en voz baja.

—Desde ayer por la tarde—musitó ella apartando la mirada nerviosamente. Sebastián la obligó a mirarlo a los ojos y le ofreció una amplia sonrisa antes de presionar sus labios contra los de Leah. —¿No estás molesto conmigo o algo así?—murmuró lentamente.

—¿Por qué tendría que estar molesto contigo, Leah?—cuestionó acariciado las mejillas de Leah con sus pulgares, lanzándole esa hermosa y amplia sonrisa que tenía pintada en el rostro. Esa que inconscientemente Leah amaba y que no estaba dispuesta a admitir en voz alta—Al contrario, estoy completamente feliz... ¿te das cuenta de esto? ¡Vamos a ser padres!—hizo una pausa y rio totalmente feliz—Yo voy a ser papá...

—¿Pero te das cuenta que un bebé complica todos nuestros planes? Y no lo digo como planes de trabajo, planes personales, individuales y todo lo demás—susurró ella.

—A mí ya no me interesa nada de eso, Leah—anunció el muchacho y automáticamente el cerebro de Leah se quedó en blanco—No me importa que mis planes individuales cambien o algo parecido, me acabas de decir que vamos a ser padres ¿Por qué tendría que importarme cualquier otra cosa que no sea disfrutar de ti y de mi hijo?—hizo una pausa—Pero sí lo que tú quieres es que nos divorciemos pues entonces vamos a hacerlo, de todos modos ese bebé que está dentro de ti es mío y me voy a encargar de que nunca le falte nada ni a él ni a ti tampoco—le aseguró y los ojos de Leah se llenaron de lágrimas automáticamente.

La pelinegra negó lentamente y Sebastián la abrazó con fuerza depositando pequeños besos sobre su cabeza. Leah aspiró la fragancia del muchacho y su corazón se aceleró rápidamente escuchando los acompasados latidos del corazón de Sebastián.

—Sebastián...

—No digas nada, cariño.—inquirió el muchacho sin apartarse ni un solo centímetro de ella—Estamos juntos en esto...y te prometo que lo menos que voy a hacer de ahora en adelante será dejarte sola. Ni un solo momento...

(...)

—¡Quiero decírselo a mi familia!—decidió el chico y Leah rio volviéndose a acomodar entre sus brazos.

—¿Por qué tan rápido?—cuestionó ella entrelazando su mano con la de Sebastián.—Yo creo que podemos esperar unos días más, Sebastián...

—Pues porque no quiero que siga pasando más tiempo...quiero que todo el mundo sepa que vamos a ser padres, quiero ver esas sonrisas que suelen dar los abuelos, seguramente mi madre se va a morir de la felicidad cuándo se lo digamos—Leah rio de nuevo y soltó un suspiro.

—¿En verdad te hace ilusión el hecho de saber que serás padre con veintitrés años encima?—interrogó en voz baja.

—¿A ti no te hace ilusión?—replicó él de inmediato.

—No es eso, es que...bueno...el hecho de ser madre a esta edad...tengo que admitir que en mis planes no estaba ser madre...no a esta edad, sin embargo voy a serlo y tengo que admitir que me da mucha emoción también.—Sebastián besó su cabeza un par de veces y Leah dejó escapar un suspiro.

—Yo quiero que sea una nena—musitó Sebastián y Leah rio un poco.

—¿Una nena?—cuestionó llena de dudas

—Si.—exclamó emocionado.—Me gustaría que fuese una niña y que se pareciera a ti...estoy completamente seguro que sería totalmente bella al igual que tú—murmuró sonriéndole ampliamente.

Lo que pasa en Las Vegas...|S.Y.|Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora