C13: La fiesta de Sofía.

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Una semana después...

—¡Vamos, despierta!—decretó Leah moviendo a Sebastián de un lado al otro para hacerlo despertar. El muchacho se cubrió más con el edredón y soltó un suspiro entre sueños.—¡Sebas!—demandó en un grito.

Sebastián abrió los ojos de golpe y la observó un momento tratando de comprender qué demonios pasaba a su alrededor. Pero sólo estaba Leah mirándolo fijamente con una sonrisa en el rostro.

—¿Se está cayendo el cielo o por qué esos gritos?—cuestionó en medio de un suspiro volviendo a girarse entre los edredones. Leah negó de inmediato y tiró de ellos para sacárselos de encima y él no puso resistencia. Se encontró con su espalda desnuda y una loca idea se le cruzó por la cabeza.

—Por nada—murmuró la chica poniéndose de pie. Caminó hasta el cuarto de baño y empapó con agua una pequeña toalla cuidando no hacer demasiado ruido. Sebastián seguía de espaldas con la cabeza hundida entre las almohadas. Lo estaba hasta que sintió algo frío en la espalda.

Se giró y con un ágil movimiento la tomó entre sus brazos. Leah soltó una carcajada y besó su mejilla un par de veces.—Así que eres una chica a la que le gusta hacer bromas—masculló divertido. Ella rio y Sebastián apartó de su frente un mechón de cabello.

—Llamaron de la agencia de bienes raíces—murmuró mirándolo fijamente.

—¿En serio?—cuestionó en medio de un suspiro.—¿Y que dijeron?

Leah inspiró profundamente y sonrió—Que encontraron un departamento que cumple con cada una de nuestras expectativas...de hecho para mañana tenemos una cita para ir a verlo ¿te parece bien?—el muchacho sonrió ampliamente.

—Me parece perfecto... —murmuró acariciando su mejilla lentamente. Leah se quedó en silencio un par de segundos y apoyó su cabeza contra la mano del muchacho.—¿En qué piensas?

Y es que desde que habían regresado del campamento familiar en la cabaña, ellos habían ido directamente para hablar con la madre de Leah y su hermana. Tenían que contarles absolutamente todo con lujo de detalles para que ellas pudiesen comprender que era de lo que ellos estaban hablando. Sebastián agradeció mentalmente el hecho de que el padre de la chica no estuviese presente -más que en una videollamada-. De esa manera no tenía mucho de qué preocuparse.

La madre de Leah había derramado demasiadas lágrimas cuándo ella le contó que estaba embarazada y que de una vez por todas se mudaría con Sebastián porque después de todo sí era una mujer casada entonces su lugar era con él. Venecia no había derramado una sola lágrima, de hecho daba la impresión de que le daba lo mismo si Leah se quedaba en casa o se mudaba con Sebastián. Se mantuvo en silencio todo el tiempo y sólo hasta que dijeron que esperaban un bebé casi había brincado de la emoción luego se había auto declarado la mejor tía del mundo. Ellos rieron porque al final de cuentas ya eran una familia, algo disfuncional que no había comenzado de la manera tradicional pero era una familia al fin de cuentas y eso era todo lo que importaba. Lo que los había puesto de inmediato a buscar un departamento para ellos solos. No podían pasar la vida entera en la casa de los padres de Sebastián.

No eran exigentes, sólo querían que el lugar tuviese dos habitaciones. La principal y la del bebé para poder decorarla como les viniera en gana.

—En que sí alguien me hubiese dicho que mi vida iba a cambiar así de esta manera creo que me habría reído de lo tonto y loco que suena—Sebastián rio y llevó su mano hasta sus labios.

—¿Eres feliz?—cuestionó sin dejar de mirarla a los ojos.

—Soy feliz—musitó la chica y el cuerpo entero del pelinegro se relajó automáticamente.—Esto no puede ir más perfecto, Sebastián y es gracias a ti...

Lo que pasa en Las Vegas...|S.Y.|Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora