Te encontré

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*narra San Ha*

Los chicos llegaron a mi altura, sin comprender qué pasaba.
—¿Qué fue lo que le hiciste? —preguntó Min Hyuk, furioso.
—Tranquilo —le dijo Jin Woo, mientras lo retenía para que no intentase golpearme, ya que él sí parecía comprender la situación.
—Se lo dije... —dije, a punto de romper en llanto.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Myung Joon, confundido.
—¡Hey! —exclamó Dong Min, sosteniéndome de los hombros.
Yo lo miré mientras lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.
—Cálmate y ve a buscarla —dijo, firmemente.
—Pero...—él me interrumpió.
—Pero nada, no dejes que se vaya y ve ahora —insistió.
Yo asentí y comencé a caminar débilmente, aún algo aturdido.
—¡Corre! —exclamó.
Obedeciendo a las palabras de mi amigo, aceleré mis pasos. Realmente no sabía adónde ir. Recorrí todo el parque de diversiones, incluyendo su entrada, pero no estaba. Entonces, decidí ir a su casa, por simple lógica. Atravesé nuestro parque preferido, que era el camino más rápido, y llegué a su casa. Al tocar a la puerta, me abrió su madre y le pregunté por ella. Me contestó que aún no había llegado, y ante esta respuesta, lo único que podía hacer era despedirme.
Era realmente tarde. Ya había oscurecido y no podía estar más roto por dentro. Tan solo pensar en lágrimas cayendo por sus mejillas me partía el corazón. Caminé débilmente sin rumbo alguno, pensando en dónde podría estar. Volví sobre mis pasos hasta nuestro parque y me derrumbé en llanto sobre una de las bancas. Y entre los silencios de mis sollozos, logré escuchar otros sollozos ajenos, que hicieron que mi llanto de a poco cesase.
Confundido, con lágrimas aún cayendo de mis ojos, miré hacia la dirección de la que estos provenían. Entonces, vi unos pies colgando desde el final de un tobogán. Era extraño, debido a que al pasar antes no lo había notado, pero sí tiene sentido, ya que probablemente estaba demasiado inmerso en lo mío. Rodeé los juegos, para así lograr estar de frente a esa persona. Al hacerlo e identificar quién era, mi corazón se encogió.
—Te estuve buscando por todos lados... Qué suerte que te encontré... —agradecí, exhausto, entre lágrimas—. Realmente me asustaste.
Ella me miró, confundida, y llevó sus rodillas a su pecho, evitando que sus pies siguieran colgando. Yo me senté en el suelo, frente a ella, con la vista hacia abajo.
—Lo siento... —logré decir en un susurro casi audible y luego no pude evitar volver a llorar.
Mis lágrimas no paraban de caer. Estaba asustado. Asustado de perderla. Asustado de que me odiase. Asustado de no volver a estar cerca de ella. También me sentía culpable por verla llorar, por haberla dañado y me preguntaba si de verdad la merecía. Si de verdad merecía pasar mis días a su lado. Pero tampoco podía dejarla, debido a que la amaba demasiado. Debido a que no podía pasar tiempo lejos de ella, no desde nuestro reencuentro.
Mientras lloraba con la cabeza gacha, pude sentir cómo ella se acercaba a mí y me rodeaba con sus brazos. Se sentía débil. Podía sentir que sus manos temblaban débilmente, por lo que rodeé su cintura con aún más fuerza. Para que, en su momento de debilidad, yo pueda sostenerla con mi firmeza, o al menos la poca que me quedaba, y así nunca dejarla caer.

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*narra ___*

—¿Por qué no me lo habías dicho antes? —pregunté aún en sus brazos y con mi cabeza enterrada en su cuello.
—Porque dijiste que era un idiota —dijo, algo ofendido.
—Y lo eres —contesté, aún más ofendida que él.
—¡Hey! —se quejó.
—Me dejaste y desapareciste... —agregué.
—Lo sé..., me fui por mucho tiempo —su voz ahora sonaba melancólica; él se separó un poco de mí—. Y aún así, cuando volví, te encontré. No sabes lo feliz que soy porque eso pasó.
—Pero...—él continuó.
—Mis padres hicieron un contrato. Este decía que nos mudaríamos y, en ocho años, podríamos volver a vivir en esta casa. Por eso mismo te dije que esperaras— dijo volteando a verme—. Éramos pequeños, yo sólo pensaba que, cuando volviéramos, te encontraría. Para mi suerte, lo hice. Tiempo después de irnos me di cuenta que había probabilidades de que no lo hiciera —dijo, sonriendo.
Me sentí algo culpable al enterarme la razón por la que se fue.
—Está bien, pero deberías habérmelo dicho desde el principio —le regañé.
—No sabes cuánto lo siento...
—Te dije que está bien —dije, aunque aún se podía notar que seguía algo ofendida.
—Entonces..., ¿Aún quieres salir conmigo? -preguntó tímidamente.
—No —contesté.
—Bueno, aún así no importa, porque lo prometiste —dijo, sonriendo, aún de forma tímida.
—¿Ah sí? ¿Y cuando fue eso? —pregunté, y me crucé de brazos.
—¿No lo recuerdas...?

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*Flashback*

—Si te lo preguntara, ¿Tú saldrías con migo? —preguntó él, mientras se rascaba la nuca.
—¡Claro que no! A mí me gustan los chicos más altos que yo y tú eres de mi altura, tonto —contesté.
—Entonces, si yo fuera de esta altura... —dijo levantando en alto su mano sobre mi cabeza —¿Lo harías?
—Creo que sí —contesté algo escéptica.
—¿Prometes que, cuando yo sea así de más alto que tú y te pregunte si quieres ser mi novia, aceptarás? —preguntó, levantando su meñique.
—Está bien, lo prometo —dije, entrelazando mi meñique con el suyo.
   Recuerdo que, en realidad, él verdaderamente me gustaba. Me llevaba tan bien con él, que no tuve que pensar mucho para aceptarlo. Además, recuerdo que él sí era lindo. Solo me preocupaba su altura.
   Qué ilusos que podemos ser a esa edad...

*Fin del flashback*
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—No estarás hablando de... —él me interrumpió.
—Sí.
—¡Pero éramos solo unos niños! —exclamé.
—¿Qué tiene? Aún así sigue siendo una promesa —dijo, con una genuina sonrisa en sus labios.
   No podía negarlo... Él había ganado.

He's That Child • [San Ha y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora