XII

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Eres una tarde fría, algo raro para ser mediados de primavera, el viento soplaba fuertemente haciendo que los árboles se mecieran de un lado para otro, las nubes negras que se avecinaban daban señal al fuerte diluvio que caería dentro de un rato.

Hinata se despertó cargada de frío y temblando, el piso en el que ella estaba acostada hace unos momentos se había tornado en un congelador. Eso hizo que ella se levantara tan rápido.

Los pies descalzos de Hinata sonaban a medida que ella avanzaba, abrió la puerta para salir de la oscura y fría oficina de su padre y se encontró con que todos los criados se movían de un lado a otro con ropa en manos. A ella le pareció cómica la escena y soltó una ahogada risita al ver al rubio de ojos azules haciendo lo mismo que todos los demás con cara de asustado. El rubio percibió el pequeño bullicio que hacía Hinata y se giró para verla, ella estaba parada frente a la oficina de padre viéndolo.

Naruto sonrió al verla, pero esa sonrisa se desvaneció en cuanto la examinó, estaba más pálida que de costumbre, sus piernas temblaban del frío y su mejilla derecha estaba un poco más inflamada que la izquierda. Naruto soltó la ropa y la dejó caer al suelo para acercarse a la Hyuga con las manos vacías. Hizo una seña a Konohamaru para que la recogiera por él y el castaño lo hizo a regañadientes.

-¿Se encuentra bien?- soltó Naruto sin más rodeos.

Ella asintió.

-Solo... tengo algo de frío- dijo ella con una voz suave y dibujo una sonrisa en su rostro para no generar más preocupación en Naruto.

Naruto la miro y soltó una sonrisa.

-¿Pero como no va a tener frío? Si mire las ropas que se carga, ¿acaso no había un vestido más delgado en su closet?- el sarcasmos de Naruto la hizo reír, Naruto se comenzó a quitar el saco del elegante traje que cargaba y se lo puso a Hinata sobre los hombros- ¿Asi está mejor?

-Si, gracias Naruto- murmuro ella mirándole a los ojos.

Naruto sin previo aviso la tomó en brazos, pero ella no se resistió, no porque tuviera inyectado un líquido el cual no le permitiese moverse, si no porque no quería, ella se sentía cómodo en los brazos de él y eso era lo que importaba.

El rubio la llevó al cara sillón que estaba frente a la chimenea. El la sentó ahí y prendió un cerillo para luego lanzarlo dentro de toda leña.

Naruto se sentó a un lado de ella y ella permanecía quieta abrazando sus rodillas. Un tenso silencio se formó entre ambos, los distanciaba a pesar de estar tan cerca.

-¿Me va a decir ya que fue lo que le pasó?- Naruto rompió el silencio de forma directa.

Hinata giró su cabeza para verlo, la cálida luz de la chimenea perfilaba más la cara del rubio haciendo que sus facciones estuvieran más remarcadas.

-Ya te dije que no pasó nada- murmuro con un pequeño tono de molestia.

-Bien, entonces la dejaré que se trague su mentira, hasta entonces tengo trabajo que hacer- Naruto se puso de pie- Quédese ahí en la chimenea hasta que se caliente, si gusta le traigo una taza de té o un libro para que....

-¿Que dices? ¿Me vas a dejar aquí sola?- ella lo miro con la boca fruncida.

-Milady, yo no la puedo ayudar si usted no me dice lo que le pasa y tampoco voy a ponerle una pistola en la cabeza para que me lo diga. Es su decisión- Naruto dio media vuelta para empezar a caminase y seguir con su trabajo.

-Me pelee con mi padre- soltó en un pequeño murmuro.

Naruto se detuvo y giró sobre sus talones para quedar de cara a ella, ante el silencio ella decidió continuar.

Mi espía ideal (Naruhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora