XIII

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Hinata estaba sentada con una bolsa de hielo fría en la cabeza y una palancana de agua tibia en los pies, la manta suave de algodón cubría su espalda haciéndola sentir menos frío. Ella temblaba involuntariamente y el calor de la chimenea no lograba calentarla lo suficiente. Los frecuentes estornudos que salían expulsados de su boca le empezaban a resultar molestos.

-Te he dicho que cogerias un resfriado Hinata- Naruto se paró frente a ella con los brazos en jarra.

-Venga ya. Pero que exagerado eres, sin solo un par de estornudos- ella intentaba ocultar el frío y el tremendo malestar que sentia.

-Hinata, tu temperatura es de 39.5, ¿Tu ves eso normal?

Naruto tenía razón, ella había cogido un resfriado por la descuidada forma por la cual salía a jugar la noche anterior.

-Toma, te sentirás mejor- Naruto le extendió un té de manzanilla.

Ella lo tomó con un mohín en la boca.

-Te dije que te abrigarás un poco.

-Eres un mentiroso, ¡jamás dijiste eso!- el ceño fruncido y la infantil forma de hacer un mohín con la boca le sacaron a Naruto una sonrisa.

-Tienes razón. Jamás dije eso. ¡Te dije que te metieras!

-¡No me grites!

-¡No te estoy gritando!

Ambos se miraron con el ceño fruncido y no pudieron evitar soltar una risita.

-Venga Hinata, tomate el té. Quiero checar si tu temperatura ha disminuido.

-Ohhhhh. ¿Ahora eres doctor?- le dijo sarcásticamente.

-¡No soy doctor! Simplemente quiero que te recuperes a tiempo para el baile antes de que te cause problemas. ¿¡Acaso es mucho pedir que seas una mujer en lugar de una niña!?- Naruto se mezo el cabello.

-L-Lo siento

Naruto sintió remordiéndote de consciencia al darse cuenta de lo que acababa de decir. ¡Dios! Todo empeoró al ver la cara de Hinata.

-No, perdóname tú a mi. No debí haberte hablado así- se sentó en la silla frente a ella y la miro.

-No, tienes razón. Mi padre siempre dice lo mismo. Que debería de dejar de actuar como una niña inútil.

-No Hinata, tu padre no tiene razón. No puedes dejar de ser tu, es tu esencia, no intentes ser como él quiere que seas, ¡tú eres tú!

Hinata lo miro con recelo.

-Si Naruto, pero mi vida es distinta a la tuya- ella se quitó bruscamente la bolsa de hielo de la cabeza y la lanzó a una de las paredes- ¡Yo no puedo decidir qué hacer con mi vida! Mi padre se encarga de eso.

-¡Pero por qué sigues haciendo todo lo que él te dice! ¡Ya eres mayor de edad tú puedes hacer lo que tú quieras! Si no quieres ser una política aristocrática de Inglaterra, ¡no lo seas!

El silencio se formó entre ambos.

-De verdad que no tienes idea de nada- el murmuro de Hinata rompió el silencio.

-Puede que tengas razón, pero ya te lo dije. Yo no puedo ayudarte si no cooperas- Naruto seguía en su labor de espía, se sentía cruel al jugar con los sentimientos de la persona que aparentemente había logrado despertar algo en el. Pero era su trabajo, cualquier mínima información serviría para acabar con Hiashi.

Naruto se levanto de la silla y le dio la espalda para emprender su marcha pero la voz de Hinata lo hizo detenerse en seco.

Mi espía ideal (Naruhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora