Capítulo siete - La identidad correcta

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Cuando Adán y Eva pecaron en ese momento su identidad de hijo fue robada ya que uno de los principales objetivos del enemigo es robar, matar y destruir (Juan 10:10) los dones que Dios que nos ha dado. Desde entonces hasta el día de hoy Satanás se ha encargado de engañar al ser humano cambiando las percepciones (Primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos) del hombre, convirtiendo lo malo en bueno errando nuestro camino.

Cuando Jesús vino a la tierra el vino a enseñar, y para esto eligió a doce discípulos (que saben lo que su maestro sabe, que hacen lo que su maestro hace, que son lo que su maestro son) para que cuando él ascendiera al cielo ellos enseñaran lo que él les enseñó, les mostró y les regaló aquí en la tierra. Una de todas esas cosas fue su identidad.

Antes en la cultura judía no había mejor profesión que ser un sacerdote, los niños eran instruidos desde pequeños para llegar a ser un maestro de la ley, pero solo lo mejor de lo mejor podrían serlo. Todos los niños que no pasaban los tres primeros filtros tenían que continuar aprendiendo el oficio de sus padres (carpinteros, artesanos, pescadores, etc...) si estos pasaban los tres primeros filtros, los futuros maestros, sacerdotes, etc... tenían que escoger a su maestro y así aprender todo de él. Pero Jesús hizo las cosas totalmente diferente.

Jesús escogió lo despreciado, ya que ninguno de sus discípulos eran fariseos, todos tenían un oficio (Andrés, Juan, Santiago, Felipe y Pedro eran pescadores, Mateo un recaudador de impuestos) haciendo verdad la palabra que dice 1 Corintios 1:28 "y lo vil y lo menospreciado del mundo escogió Dios; lo que no es, para anular lo que es," una vez habiendo hecho esta elección Jesús les da una identidad real de hijos, tanto, que hasta el día de hoy los recordamos.

Tenemos que entender una cosa, aunque existen diferentes corrientes teológicas Cristo-céntricas todas coincide en que Jesús es quien nos escoge, quien nos llama y quien salva.

1. Juan 15:16 "No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el padre les dará todo lo que pidan en mi nombre"

2. 2 Timoteo 1:9 "Para esto Dios los llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo"

3. 2 Tesalonicense 2:14 "Para esto Dios nos llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo"

Estos son mis versículos favoritos en donde se expresa porque Jesús es quien hace el llamado y quien nos da la salvación para poder estar con nuestro Padre en los cielos. Pero es importante que entendamos una cosa, tú y yo estamos bajo salvación por gracia ya que el Padre nos lo ha permitido (nos lo ha revelado) y es por eso que tenemos acceso a entender las cosas del reino. 

NUESTRO PADRE NOS REVELÓ A JESÚS

En el evangelio de Juan en el capítulo 6 después de que Jesús da un sermón titulado el "Pan de vida" los discípulos murmuraron: "palabra dura es esta, ¿Quién la puede oír?" Jesús conociendo sus corazones dice algo que ha impactado la vida de muchos creyentes dándole un verdadero valor infinito a la salvación por gracia.

Jesús en el versículo 65 dijo: "ninguno puede venir a mí, sino le fuera dado del padre" es decir, nadie puede reconocer que soy el Hijo de Dios, si mi Padre no se los ha permitido, y tenemos certeza de esto ya que en Juan 16:17 Jesús confirma que es nuestro Padre quien revela que él es el hijo. En Romanos 9, Pablo habló sobre la elección de Israel, donde dice que no todos los nacidos en Israel son israelita, y no todos los descendientes de Abraham son hijos de la promesa, refiriéndose que solo los hijos de la promesa (Isaac) no de Ismael heredarán lo que Dios ha prometido, poniendo en claro que es como Dios ya los ha llamado, predestinado y por lo tanto escogido.

Leamos Romanos 9:10,11, 15 y 16 "Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro Padre 11 pues no había aún nacido, ni había hecho aún bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras, sino por el que llama. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia de quien yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino del que Dios tiene misericordia"

El hecho de que nosotros hemos sido llamados a salvación es porque Jesús nos ha seleccionado, no por nuestras obras, sino por total gracia, por total amor, y por total soberanía y nos ha sacado de nuestra condenación eterna, de las tinieblas para llamarnos a vida eterna y a su luz admirable.

Antes de estar en Cristo nosotros estábamos presos del pecado el cual nos traía dolor, sufrimiento, falta de amor, desunión, deslealtad, enfermedad, vacíos internos que querían ser llenados con protección, seguridad, amor, aceptación, logros, entre otras cosas. El hecho de no ser hijo, nos quita el derecho de heredar junto a Cristo, pero cuando somos llamados, él nos da la oportunidad de ser llamados hijos Juan 1:12 "pero todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre"

Hay una anécdota que me gusta mucho contar que relata un hombre dedicado, inteligente, leal a su jefe, por lo tanto el jefe le da un puesto de mano derecha. Él, como mano derecha del jefe conocía lo que nadie más en la empresa conocía, se juntaba con los amigos del jefe, comía en los mejores restaurantes con su jefe, conocía los lugares próximos a visitar en la agenda del jefe. Pero un día, estaban en una reunión muy importante, y de pronto llega un chico muy bien parecido y abre la puerta sin preguntar, ellos voltean y el joven se dirige al jefe y dice: "papá necesito las llaves del Ferrari" el jefe sin pensarlo tomó las llaves y se las entregó para poder seguir en la reunión. El mano derecha pensó: "me encanta ese Ferrari, lástima que no soy su hijo" y continuaron en la junta.

Pasa lo mismo con Dios, todas las personas en el mundo son creación de Dios, pero pocos son sus hijos. Muchos tienen beneficios del amor de Dios, pero solo poco tienen acceso a la heredad del Padre, Pablo escribió: "y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con él a fin de que también seamos glorificados"

Aun las palabras de Jesús nos animan aún más: "y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros" estos son los grandes beneficios de ser hijo de Dios.

El que no tiene identidad de hijo dice lo que el hijo prodigo cuando regresó de haberlo perdido todo: "ya no soy digno de ser llamado tu hijo" pero la respuesta del padre fue la de un padre lleno de amor que jamás olvida a sus hijos. Cuando recuperamos la identidad de hijos nos acercamos a nuestro Padre con seguridad que seremos escuchados, amados y atendidos. Un hijo pide comida y se le da, pide respuestas y las tiene, pide amor y es amado. Pero también un hijo no necesita pedir nada, porque el Padre sabe lo que necesitamos.

Antes de casarme estábamos un poco asustados con la boda, ya que era una boda de más de $100,000.00 pesos y siendo nosotros jóvenes nos era muy difícil pagarlo, pero decidimos creer en Dios, y él suplió todas las necesidades, como pareja pagamos menos del 10%.

En una ocasión, poco antes de entregar la boda en manos de Dios, él habló a mi corazón y me hizo saber que estaba contento por nuestra decisión de casarnos, que estaba orgulloso de sus hijos, que no había nada que lo hiciera tan feliz que ver a dos de sus hijos amados en el altar poniendo todo en sus manos, eso se redujo a un pensamiento mío "y crees que papá no suplirá los gastos" y así fue. Los papás de mi novia suplieron la mayoría, y entre tíos y amigos, todo salió tal cual lo planeamos. Ser hijo te hace parte de la herencia. Por ser hijo a mis 18 años me libró de la muerte, por ser hijo tengo dones, por ser hijo tengo salvación, por ser hijo tengo vida eterna, por ser hijo soy rico, por ser hijo tengo todo y todo me ayuda a bien.

Nosotros no somos hijos de Adán, he incluso no somos hijos de Abraham, somos hijos de Dios, nuestra identidad ha sido restaurada cuando Jesús vino y se entregó por amor, su muerte nos dio perdón, pero su resurrección nos dio vida eterna. 

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