¿Porque?

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No quiero saber nada de nadie, no soporto mi cabeza. Cada dos horas vienen un traidor a vigilar me. El silencio se ha convertido en mi mejor amigo, el frío del piso es mi hermano, el cansancio forma parte de mi. Mis tobillos arden, ambos están rodeados por un circulo de metal atado con una cadena a la pared. Como en la época medieval. He jalado tanto mi cuerpo para liberarme que de los tobillos sale sangre. Pero el dolor ya no es tanto, ya no se siente como antes. Ahora solo me motiva a seguir adelante, porque si duele es porque es bueno.

Pero no se si en este caso es bueno, la puerta que esta frente a mi se abre, de ella entran dos traidores armados hasta los dientes. Los dos caminan hasta mi y me miran, uno de ellos saca unas esposas negras.

—Estira tu mano y no intentes nada, o en tu cabeza habrá una bala.—dice el traidor numero uno, extiendo ambas manos y él se inclina, me coloca ambas esposas y las cierra, estas tienen unos pequeños picos que golpean mi muñeca.—Si te mueves mucho los picos llegarán a tus venas.—dice divertido, el traidor dos me quita las cadenas de los tobillos y pasa su brazo por mi hombro. El traidor uno también. Ellos se ponen en pie conmigo y mis pies no pueden mantenerse de pie.

Me siento como una muñeca de trapo.

Los dos traidores comienzan a caminar conmigo, mis pies son arrastrados por la cerámica fría, mis ojos pesan así que los cierro. Se escucha constantemente el sonido de las cadenas chocando entre sí. Escucho una puerta abrirse pero estoy muy cansada como para abrir los ojos. De repente ambos sujetos me sueltan y no me da tiempo de reaccionar hasta que mi brazo derecho golpea el suelo. Mis ojos se abren y aguanto un grito de dolor. Mi cabeza esta pegada al piso, es blanco, puedo ver el reflejo de una silla que esta frente a mi y una mesa, un dolor me pincha. El llamado esta punzando mi cuello.

—Tienes que levantarte si quieres comer. —conozco esa voz. Giro lentamente mi cuello y veo a Bastián.—Nadie lo hará por ti.

Pongo mi palma derecha en el piso y luego la izquierda, me ayudo y logro conseguir levantarme, a como puedo llego a la silla, me vuelvo a impulsar con las manos y me siento en ella. Mis piernas son totalmente inútiles.

Sobre la mesa hay un plato de garbanzos y un vaso de agua. De solo ver la comida me entran ganas de vomitar.

Aparto la mirada y centro mi atención en Bastián.

—¿No planeas comer? —niego con la cabeza.—Entonces me iré. —Bastián se da la media vuelta y camina hasta la puerta.

—Bastián...—logro decir cansada.—Tienes que luchar, sé que estás ahí dentro.

Escucho una risa por su parte.—No Sophie, yo ya elegí mi verdadero camino, elegí el tuyo eres de los nuestros no el de ellos.

Mis ojos se abren de par en par inmediatamente. Tomo el plato se lo lanzo con fuerza, el lo esquiva y hago lo mismo con el vaso.

—¡Eres una estúpida! —grita con fuerza enojado. Escucho como intenta calmar su respiración y lo logra. —Sabes que por todo el daño que hagas habrá un castigo.

—Si, si lo sé, solo mira en donde estoy. —le digo divertida. El cansancio milagrosamente no se siente. Miro sus puños y estos se aprietan. Es extraño que no quiera golpearme. Ya ún es mas extraño que nadie me haya golpeado ya. Sus manos se vuelven abrir y dirijo mi atención a su rostro, se ve igual que antes pero sus ojos... se ven distintos. Tienen como un fuego rojo por dentro. Voy adivertirme un rato con esto.—Así que... no puedes golpearme. —Bastián frunce el ceño.

—Si lo puedo hacer.

—No, no puedes. Porque si pudieras ya me habrías dado un golpe hasta quedar inconsciente. Apolo les dio la orden.—sus ojos me lanza dagas.

—Para eso ya habrá tiempo.—se límita a responder y se da la vuelta hacia la puerta.—Te arrepentirás de botar la comida. —y se va cerrando la puerta, oigo el “Clik" de la llave girar. Estoy en cerrada... de nuevo.

Él... esta siendo controlado, pero no parece luchar contra ello. Si decidió su camino. Bastián  Dovrey lll [Tercero] está del lado de Apolo.

Y todas las respuestas llegan a mi mente, hace unos años había un chico, siempre llevaba  una gorra y lentes. Él era nuestro informante. Cuando Apolo despertó muchos se unieron sin pensarlo, además ya habían varios Vigilantes de nuestro... sulado. Cuando paso lo que paso en las instalaciones debajo del teatro. Fue fácil huir, aunque la verdad todo ya estaba planeado. Solo era una actuación, queríamos probar la fuerza fe Phoe. Y ahí fue cuando nos dimos cuenta de su poder, era increíblemente fuerte. Y también descubrí su debilidad. Nicolás. El estúpido Vigilante enamorado. Pero debo reconocerlo, los envidiaba. Y la envidia es peor que la codicia. Cuando llegaron por mi no lo dude, ya era mucho tiempo estando al lado de Phoe, además su vigilante pensaba que era un estorbo. Ver a Jo fue extraño, el no me veía con los mismos ojos de antes, siempre permanecía distante conmigo, mas que antes, y no le gustaba que estuviera cerca de Tomas, nunca le gusto pero nunca dijo nada hasta que vi su mirada ese día. Y por la noche escape con ayuda de varios Vigilantes, claro él me intento detener, pero no era lo suficientemente fuerte para luchar con cinco Vigilantes del tipo A. Mi querido padre fue dormido con su propio polvo de morfeo, y fue engañado a la perfección. Pero unos ojos me miraron ala hora de mi huida, dos ojos oscuros. Los ojos de Tomas.

Recuero haber volteado hacia la ventana ahí estaba él, mirándome. No decía nada, sus ojos no tenían ninguna emoción. Parecía no estar en su cuerpo, también recuerdo que me di la vuelta y subí al auto de los Vigilantes. Esa fue la ultima vez que vi a Tomas Jonhson. Mi hermano, mi primo, mi familia.

Eso fue hace tres años, ahora debe de tener diez o once. Y ni si quiera se donde esta. Ni si quiera se en donde estoy yo. Si tuviera un espejo de frente a mi me reiría, me veo patética auto-compadeciendome...

Nunca me he dado lastima a mi misma, y no pienso seguir haciéndolo. Tengo que chantajear algún guardia, algún traidor debe ser tan idiota como para dejarme escapar.

Quito mi cabello de la cara y me hago una trenza. Por toda la habitación suena un tictac" de reloj, giro mi cabeza y noto que en una pared hay un reloj gris, marca las diez de la noche con quince minutos. Si tan solo el reloj pudiera hablar no estaría tan sola.

—«¿Alguien me escucha?»—tarareo.—«He visto el cielo caer y la luna aparecer, he visto  a las estrella huir y el sol reinar»

Canto en un susurro.

—«Cada paso que doy es como caminar en el agua»—elevo mi voz.—«¡pero tú nunca me vas a detener! ¡De los dos solo uno va a perder!»

Y esa no voy a ser yo.

Me pongo en pie y camino hasta la puerta, tomo la perilla y la giro, comienzo a pegarle patadas a la puerta pero nada sucede. Mis puños la golpean sin cesar.

Lentamente me resbalo hacia el suelo, mi cabeza esta en la cerámica fría, ¡maldita puerta!. El llamado aquí es inútil,mas de una vez he dicho las palabras correctas... pero nada sucede.

La luz de la habitación se apaga y todo queda en oscuridad. Quizás, una ultima frase funcione... mi día no puede ser tan oscuro.

—Φως—(Luz)susurro débilmente. Junto mis manos y en ellas se va formando una luz blanca. Ella va creciendo y una sonrisa se forma en mis labios.

Es solo una chispa pero es suficiente para seguir adelante, y cuando todo esta oscuro y no hay nadie alrededor rededor sigue brillando.—Last Hope.

Y como dice la canción, seguirá creciendo para seguir adelante

Un aire frío me recorre el cuerpo, que raro aquí no hay ventanas.

Unas pisadas suenan por la habitación. No estoy sola. La esfera en mis manos desaparece y la luz vuelve a la habitación. Lo primero que veo son unas botas negras, luego un pantalón negro y así hasta subir hacia el rostro. Mi pecho late con fuerza y mis ojos se abren de par en par.

—¿Porque?—susurro. Es irónico, siempre me preguntaban eso antes de quitarles la vida a mis víctimas y ahora soy yo quien lo pregunta. Todo en esta vida se paga.

ElementsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora