ANTES DE LA REINA.

CAPITULO 15 HOMBRE LOBO.

Ya han pasado 15 años desde que nos fuimos de aquella aldea y al parecer en este nuevo lugar nos iba muy bien, nadie sabía aun lo que éramos y eso era bueno ya que no, nos tenían miedo. Los hijos de Esmeralda, ya no eran unos adolescente Kiara y Tristán tenían 32 años, Tristán se había convertido en un buen hombre, con un corazón muy noble, había encontrado a una joven que lo quería tanto como él a ella y al parecer son muy felices juntos, pero la relación con su hermana cambio, ella se alejo de él, dejo de confiar en él. Por otro lado Kiara era todo lo contrario a su hermano, cada vez se hacía más poderosa mas fuerte pero tanto poder tenía un costo en este caso fue su belleza y su bondad, ya no era la misma que hace quince años había cambiado; algunos jóvenes años atrás intentaron conquistarla pero ella siempre los rechazo, su madre le preguntaba que porque y ella le respondía que tenia cosas más importantes en que pensar que estar soportando a un hombre que lo único que buscan es placer.

Esther y su familia por otra parte parecían ¿felices? O al menos eso aparentaban, Licon su hijo mayor ya tenía 25 años, él era un buen muchacho, siempre cuidaba de sus hermanos, cada que ellos se metían en problemas, él era quien los ayudaba. Dorian tenía 23 años y era un muy buen hijo, aunque siempre fue muy curioso al igual que su hermana Callia de 22 años. Esmeralda y yo Alice, seguíamos siendo las mismas amigas inseparables y habíamos dejado de tomar nuestra poción ya que habíamos decidido en envejecer y actualmente aparentábamos de unos 39 años mientras que Esther tenía 49 años, las tres nos seguíamos llevando muy bien pero pronto eso cambiaria para las tres y le afectaría a todos.

América del norte 1516.

Era una tarde lluviosa y la mayoría se encontraban en sus casas y quizás otros se encontraban en el pequeño bar que había hecho hace unos meses; yo me encontraba en mi casa, ya que no había nadie que pudiera verme podía practicar mi magia sin problema alguno y así fue por unos minutos hasta que escuche que alguien tocaba la puerta y fui a ver de quien se trataba, al abrir la puerta un hombre entro rápido a la casa y al parecer se trataba de Rick el esposo de Esther, él y yo nos hemos frecuentado algunas veces sin que Esther o alguien más se dé cuenta.

-¿Qué haces aquí? – le pregunte algo sorprendida ya que no me lo esperaba.

- Le he dicho a Esther que iría al bar y pues quise aprovechar para venir a verte - sonrió, camino hacia mí y me acaricio mi mejilla – disfrutemos, podremos estar a solas un buen rato o al menos hasta que la lluvia termine – dijo casi en un susurro y luego me beso tiernamente.

- Oye, esto no está bien, Esther no se merece esto tu eres su esposo y yo soy su amiga – dije y me separe un poco de él – nos va a odiar si se llega a enterar de esto.

-Tranquila Alice, ella nunca se va a enterar – se volvió acercar a mí para volverme a besar pero esta vez puso sus manos en mi cadera – vámonos de aquí Alice, solos tu y yo – susurro mientras nos besábamos.

-¿Qué? ¿Y tu familia? – pregunte mientras lo besaba.

- Mis hijos ya están grandes y Esther sabe que lo nuestro no está bien – mientras decía eso empezó a desabrochar lentamente mi vestido y acaricio mis espalda desnuda – vámonos esta noche mientras todos duermen.

- Esta bien, lo hare quizás me arrepienta pero quiero hacerlo – dije mientras lo besaba y luego el termino de quitarme el vestido y yo le quite su camisa para empezar acariciar su pecho lentamente mientras nos besábamos, me cargo entre sus brazos y me recostó en una pequeña manta donde estaba practicando con mi magia; seguimos besándonos mientras nos quitábamos toda la ropa hasta estar completamente desnudos, empezó a besar mi cuello y acariciar mis piernas mientras yo pasaba mis manos por su espalda, así estuvimos por un par minutos hasta que separo mis piernas y empezó a frotar nuestros sexos haciéndome soltar leves jadeos hasta que por fin sentí como me penetro y empezó a salir y entrar de mi haciéndome sentir un gran placer con cada embestida que daba, mientras yo aruñaba su espalda al sentir como sus movimientos eran más fuertes y rápidos que sentía morirme del placer no demoró hasta que los dos llegamos a nuestro orgasmo y después él salió despacio de mí y me dio un corto beso antes de recostarse a mi lado.