[09] Silver spoon (Baepsae)

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Silver spoon (Baepsae)

Al estar lo suficientemente cerca de la silueta púrpura, me doy cuenta que lo que sostiene en una de sus manos es el mismo libro que traía Jimin.

La canción termina y una nueva inicia. La silueta púrpura, amante de la música y del baile, expresa el mismo entusiasmo practicando con otra coreografía, una especial para esa canción. En cambio yo, soy hipnotizada por el libro que el ser sin cara aparente sostiene, así que sin darme cuenta me voy acercando a la silueta. Sin temer a que desaparezca con el mínimo roce.

Cuando estoy a unos centímetros de tocar su libro, una luz sale del objeto y me absorbe por completo. De inmediato, la alegre música es sustituida por un silencio desolador, casi asfixiante. Soy consciente de que mi entorno cambia antes de que pueda mover un solo músculo, sin saber un porqué, ni un cómo.

El miedo que siempre ha existido en mí, me abraza de nueva cuenta al igual que el frío, un fiel y duro acompañante, que me cala los huesos aún más que antes. Trato de obligarme en ver mi entorno, pero solo hago que tarde más de lo que debería en abrir mis ojos. Cuando al fin lo logro, lo único que puedo percibir es neblina. Tan densa que no soy capaz de apreciar más allá de mi brazo extendido a la nada. Desorientada, doy vueltas sobre donde estoy. Escuchando de paso el charco de lodo que hay en mis pies.

De pronto, el sonido de muchas aves siendo perseguidas hace eco en mis oídos. Trato de buscar el origen y cuando menos me lo espero una parvada de cuervos se hace presente. Para ellos me convierto en un objeto que debe ser esquivado tan pronto como saben de mi existencia.

El aleteo de los cuervos logra sacarme de encima parte de la neblina, por lo que soy capaz de apreciar que mi entorno es un enorme campo de cultivo. En él hay montones de maíz ya recolectado en pequeñas carretas. Las aves negras se dirigen a ellos como si su vida dependiera de ello y al estar tan cerca de "su oro", los cuervos se vuelven entre ellos y comienzan a pelearse. Su meta principal está tan cerca, pero ahora la competencia la tienen a lado.

Y tienen que deshacerse de ella.

Están tan concentrados en repartirse golpes que no se dan cuenta que una cigüeña, del tamaño de un edificio de cinco pisos, hace acto de presencia y, pasando por encima de ellos, se adueña de la primera carreta. Los cuervos emiten quejas al respecto, pero la cigüeña comienza a comer el maíz, ignorándolos.

La cigüeña había ganado sin mover un solo músculo, pero la culpa, era únicamente de los cuervos. No se habían esforzado lo suficiente, o eso es lo que me hacen creer.

Más cigüeñas aparecen y la parvada de cuervos se va a la carreta más cercana. Pasando de nuevo lo mismo. En este escenario creo que mi rol es solamente ser un espectador, por lo que no me preocupo cuando otra cigüeña hace acto de presencia a mí espalda. Luciendo sus enormes y largas piernas, que me dan la sensación de que valen un millón de dólares. Esta me mira y sin pensarlo, me acerca su pico con aire amenazante y lanza graznidos que me ponen en estado de alerta. Sus alas se mueven como si me estuviera echando de ahí, por lo que decido correr hacia el campo.

Estando ahí, me doy cuenta que los cuervos no representan un peligro para mí, a menos que esté cerca de la carreta. Cosa que quiero evitar. Cuando lo hago, la misma cigüeña aparece y me trata igual que antes.

Harta, decido irme de ahí, pero es tarde. Las cigüeñas me ven como un cuervo y sé que con ello me desprecian, quizá por abandonar la misma tarea que tienen los cuervos, quizá porque no me esfuerzo como ellos quisieran. Las cigüeñas no entienden que su época pasó y los cuervos luchan por un reconocimiento de ellos. Y yo también lo hago, sin darme cuenta.

Una verdadera guerra se hace presente ante mis ojos. Quiero huir de ahí, porque sé que tengo más enemigos que aliados, mas inexperiencia que todos los demás y eso me asusta.

La niebla comienza a ocultar el campo, sin importar el aleteo de las aves y yo corro sin prestar atención a los picotazos que pueda recibir. Me escabullo entre la densa neblina, dándole la espalda al campo de guerra. Pensando que corro sin rumbo fijo, pero en algún momento sé que estoy tomando una mano cálida que me guía a una salida. 

Antes de agosto [PARK JIMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora