Spine breaker
El tintineo de una campanilla se hace presente en cuanto empujo la puerta. De manera inmediata, me topo con montones de estantes de ropa. La mayoría de tonos sombríos como la apariencia ruda de la tienda. Desorientada, escaneo el lugar para encontrar a alguien que pueda indicarme una salida, pero pronto me doy cuenta que no hay nadie. Ni un alma.
Me paseo por los pasillos, rozando ocasionalmente las prendas con las yemas de los dedos, sin realmente prestarles atención. Hasta que una de mis manos se topa con una chaqueta negra. A primera vista luce cara, por los detalles que alcanzo a notar. Después de unos segundos, noto que hay un espejo cerca de donde estoy, por lo que decido ver cómo me queda.
Comienzo a ponérmela y en ese lapsus, mis pupilas viajan a lo alto de las paredes, sin buscar algo en concreto. Noto que justo arriba de dónde está el espejo, hay un dibujo de un niño con una corona de papel sentado en lo que parece una silla de madera, lo suficientemente decorada para ocultar su esencia austera. La camiseta roja con puntos blancos en las mangas, me hace pensar que es la versión de la capa de un rey, a diferencia de la mirada altanera del niño que refleja que en realidad es un tirano. Atrás de él, hay dos sombras que no se alcanzan a percibir, detalle que al inicio no le tomo importancia y me acerco al espejo para ver cómo luce en mí la prenda.
Al inicio estoy confundida, porque lo que veo en el espejo no soy yo. Si no al niño del dibujo que me devuelve una mirada despectiva y me lanza una sonrisa con sorna. Este extiende los brazos y, sin dejar de mirarme, dos pares de brazos (uno par de apariencia delicada y el otro con demasiados vellos) aparecen a los costados para colocarle cosas de aspecto lujoso en sus pequeñas manos. Cuando los objetos parecen ser muchos, las suelta sin vacilar, para poder seguir recibiendo cosas que, al parecer, no las aprecia.
Mientras soy testigo de eso, el niño y los brazos comienzan a envejecer con forme los segundos pasan. Y, como si la chamarra fuera parte de ello también, me comienza a apretar en algunas zonas. Cosa que no percibo hasta que el niño se convierte en un joven, que es cada vez más demandante.
Un sentimiento de tristeza se alberga en mi corazón cuando el par de brazos femenino, deja de aparecer y, por un segundo me parece ver tristeza en el chico, sin embargo continúa demandando más y más cosas. Sólo que ahora estas comienzan a bajar de calidad, lo que hace que el joven se enfurezca por momentos. Con frivolidad, me presume los lujos que no se ganó por cuenta propia, se que se burla de mí, pero yo solo lo veo con pena.
Quiero decirle que reaccione, pero el muchacho llega a la edad adulta y en un parpadeo, el otro par de brazos desaparecen. La corona de papel se le cae de la cabeza y, poco a poco la sonrisa que lo acompañó siempre se transforma en una de desesperación. Avergonzado por qué lo veo, esconde su cara entre sus manos. Ahí, poco a poco se va encogiendo en la silla que ahora, muestra la simpleza que siempre tuvo.
—Miras al muchacho como si la pena que vive él, la vivieras tú. —Una voz aguardentosa suena a un costado mío—, pero a decir verdad, la chaqueta no creo que te quede.
Volteó en su dirección y después me veo la chaqueta. Tiene razón, la chaqueta es sumamente incómoda y cada momento pareciera que quiere asfixiarme. Volteo a ver al señor con apariencia desgastada, este me extiende la mano y yo, entendiendo el mensaje, me quitó la prenda y se la doy. Él se deshace de ella simplemente guardándola en uno de los estantes al azar, yo volteo a ver el espejo y solo encuentro mi reflejo. Miro el dibujo y las dos sombras que antes no podía ver, ahora se ven con claridad. Un hombre y una mujer con aspecto cansado.
—Nunca aprendió el valor de las cosas, mucho menos valoró a las personas que se lo dieron...—Observa el dibujo con disgusto— y cuando lo perdió todo, se dio cuenta de sus errores. Era un chico muy estúpido.
— ¿Aprendió de sus errores? —pregunto, a lo que el anciano me mira con tristeza y me doy cuenta de que parecen los mismos ojos que los de aquél chico. Después de lo que parece una eternidad, soltó esas palabras como si le pesaran.
—Cada uno de ellos a fuego lento.
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Antes de agosto [PARK JIMIN]
FanfictionLos problemas que la agobian en su día a día como adolescente a punto de entrar a la universidad, no la dejan en paz. Tiene en la cabeza tan metido ese embrollo que un día, sin explicación aparente, se encuentra en un diminuto elevador. Siendo acomp...