Capítulo 12

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¿Qué hacía Natsu aquí?¿No que estaba un año entero fuera? ¿Acaso ya pasó un año?

No, estaba segura de ello. Mientras hacía ataques y subía escudos, repasé mi vida desde que el gremio se disolvió. No pudo haber pasado un año, a lo mucho dos tercios de éste.

Entonces ¿Qué hacía Dragneel aquí? Porque a pesar de toda la situación que me rodeaba y su seriedad, sentía enormes ganas de darle una buena patada y meterlo dentro de reloj para que camine un buen rato en venganza. ¿Cómo osaba volver todo tranquilo a supuestamente salvarme?¿Y cómo siquiera me encontró?

De repente un dolor agudo me paralizó impidiéndome respirar y sentí que volaba antes de chocar con algo. Oí que me llamaban varias veces pero los sentidos empeoraron la mitad y me sentía como bajo el agua.

Obligándome a abrir los ojos y no perder la consciencia de hecho me descubrí bajo el agua y mandando una ola de luz curativa por mi sistema nade hacia la superficie del estanque interior. La ropa que me dejó Virgo se sentía demasiado pesada por todo el peso del agua que absorbió por lo que me deshice de la pesada capa  y alcé mi mano con la pulsera de las llaves que agradablemente tintiñearon. Cómo hechaba de menos ese sonido.

—Traje celestial—anuncié y un círculo mágico apareció debajo de mis pies representando las doce constelaciones celestiales—¡Guardián dorado!

Mis ropas de nuevo fueron cambiadas por un vestido bastante sencillo con detalles dorados. El vestido en si no tenía nada en especial, salvo que era muy cómodo de llevar bajo la armadura de Ophiosios, la que no tardé en invocar junto a las dos Katanas de Geminis y el escudo de Aries cubriendo por entero mi brazo izquierdo. Éste no era más que un mango que se desplegaba cuando lo necesitaba, así tenía a mi disposición de dos manos para atacar envede de una.

Ahora armada hasta los dientes me moví hacia mi meta. No veía casi nada aparte se Acnologia. Todo éste tiempo preparándome, esperando con la venganza a fuego lento. Todo mi veneno interior hacia ése sujeto se estaba cociendo todo este tiempo para éste momento.

Si moría, por lo menos es por matar a ese bastardo.

Aunque la cabeza pelirroja me distraía ligeramente y el fuego parecía atarme los pies en movimientos demasiado peligrosos. Natsu no dejaría hacer todo lo que tenía en mente.

—¡Pues claro que no, estúpida! ¡Ni yo voy a permitirlo!—oi que gritaba Igneel.

Entonces Acnologia rugió con el potente rayo de su magia devastadora y por los pelos nos mantuvimos de pie.

—¡Igneel!—lo busque con los ojos y lo encontré al lado de Natsu—¡Ahora o nunca!

—¡Jamás mejor dicho!—exclamó él. Su figura comenzó a brillar y crecer.

Miré hacia las chicas y no tuve que explicarles nada cuando sus trajes estaban puestos, todos personales y nada parecidos y su máximo número de espíritus celestiales los rodeaban. Parecíamos un batallón contra el dragón.

Atacamos a la vez dándole a Igneel tiempo para cambiar de forma y abrir sus propios fondos mágicos para tener más libertad.

Pocos segundos y aquella sala natural estaba llena con dos dragones casi sin dejar espacio a los humanos.

Y aquel era realmente difícil movimiento.

Invoque todas las armas, y los escudos cambiándolos también para ser armas o mágicas o físicas y después comencé a aumentar su tamaño para que hagan daño real a Acnologia.

Salté, impulsando me con magia y llegué hasta la cabeza del dragón rojo, desde donde planear el ataque era más cómodo, aunque eso sí, también más peligroso.

Fácilmente movía los enormes armas por el aire, provocando decenas de heridas a la vez, súmale ataques desde el suelo de sus dos amigas celestiales y al cabeza de fuego de Natsu.

Pero de repente, algo no fue bien. No era Acnologia o falta de magia, de hecho sorprendentemente hoy me equilibrada estupendamente. Era el aire.

Se hizo difícil de respirar y la oscuridad empezó a predominar en ya oscura sala natural. Todos pausaron, incluso Acnologia para ver aparecer a otro personaje. Prácticamente salió de la pura oscuridad, haciendo entrada digna de su persona.

Llevaba característica capa blanca, atada al hombro, por sobre ropa oscura. Lo rodeaba magia destructora que no se comparaba con la de Acnologia. Ante ellos apareció la persona más buscada por todos los magos negros. El señor de todos los demonios del Tártaro. Culpable de muchas destrucciones a lo largo de muchos años.

Ante ellos estaba el mismísimo mago oscuro Zeref.

—Disculpen la interrupción—la voz de éste sonaba sorprendentemente calmada—Pero no puedo permitir la destrucción de uno de mis soldados antes de su tiempo.

—Zeref—habló Igneel y gracias a sus enormes pulmones de dragón su voz sacudió el estrecho lugar—¿Qué haces aquí?

Los oscuros y sangrientos ojos del mago oscuro observaron al Señor de los dragones.

—Igneel, viejo conocido. Veo que encontraste tu modo de ganar al tiempo. Hago lo que debo, Acnologia, retírate—le indicó ésto último.

—¿Quién te crees que eres, pulga?—la voz del dragón de apocalipsis se sintió como veneno líquido, atacando todo el cuerpo a la vez.  Pero de repente éste se sacudió con un grito desgarrador y literalmente desapareció en un agujero negro que se formó debajo suyo.

—Tu no puedes estropear mis planes—por último le dijo Zeref y Acnologia desapareció del lugar, dejando espacio para respirar pero la prevencia del mago oscuro de todos modos no lo permitía.

—Te rendiste a la oscuridad—dijo Igneel, tras un buen momento de silencio.

Mis armas pausaron a mi alrededor ya que no sabía qué hacer. Sin embargo por el rabillo del ojo pude notar varios movimientos: primero el de mis recién conocidas amigas—ambas cayeron desmayadas por la presión, y segundo el de Natsu—quien con claras intenciones de pelea se movía hacia Zeref.

—El tiempo hace mella en cualquiera, Igneel. Vive lo mío y lo verás—la indiferencia de la voz ponía la piel de gallina. De repente éste se movió hacia la dirección en la que venía Natsu y pareció sonreír tristemente—Natsu, cuanto tiempo ha pasado desde que nos vimos en el gremio de Tártaros. ¿Conseguiste aprender los he tenías planeado? Me temo que no es el tiempo todavía.

Tanta mención del tiempo ya me sacaba del quisio, pero una cosa era luchar contra Acnologia. Si, hacía temblar las rodillas y querer huir pero me había estado preparando durante cinco meses más o menos. Y otra cosa era enfrentarse a la pesadilla mundial, Zeref. Había leído suficiente, y oído igual cantidad para saber qué no podía hacer nada. Y el miedo, ese sentimiento que no sentía ya durante mucho tiempo, de puntillas se instaló en mi interior.

No sabía qué hacer.

Natsu no tuvo el mismo problema y atacó directamente pero el mago oscuro ya había desaparecido del mismo modo como apareció, desapareciendo en la oscuridad.

Y al final, las fuerzas me abandonaron del todo, haciéndome caer en la inconsciencia.

No Te Rindas [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora